Llama a «combatir los proyectos que pretenden dividir a la escuela católica»
El arzobispo de Valencia, Antonio García-Gasco ha llamado a la “legitima resistencia” contra un Estado que “invade los ámbitos soberanos de la familia”. Además, el polémicop prelado también exige “fidelidad” extrema a la Iglesia para “no dejarnos llevar por los proyectos ideológicos que pretenden dividir a la escuela católica y manipular la educación”.
Fue también García-Gasco quien, rodeado de incondicionales en la madrileña plaza de Colón, anunció el pasado mes de diciembre que el laicismo “no construye nada, sólo conduce a la desesperanza”, y añadió que “por el camino del aborto, del divorcio exprés y de las ideologías que pretenden manipular la educación de los jóvenes, no se llega a ningún destino” salvo a la “disolución de la democracia”.
Curriculum
Además, el prelado de Valencia también es conocido por trabajar con ahínco en la construcción de una basílica que pretende convertirse en un santuario para homenajear a los “beatos mártires valencianos de la persecución religiosa de 1936”. De este modo, no es de extrañar que las nuevas declaraciones del titular de la Archidiócesis de Valencia no hayan sorprendido a nadie.
“Ámbitos soberanos”
Desde hace tiempo, García-Gasco se muestra obsesionado con la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Para el obispo ultraconservador, la asignatura que versa sobre la Declaración de los Derechos Humanos y la Constitución española no es más que un “intento del Estado de invadir los ámbitos soberanos de la familia”.
Educación católica
En un acto organizado por la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir, el purpurado se mostró partidario de una educación católica que requiere de tres convicciones fundamentales: “el modelo de la iniciativa de Dios, la importancia de la familia y la imprescindible contribución de la sociedad, incluida la aportación específica de la comunidad cristiana”.
La familia
Por último, el cardenal reivindicó el “protagonismo de la familia” -obviamente, del modelo tradicional-, puesto que “prescindir de los padres como primeros educadores, facilita el camino hacía los ciudadanos siervos, adoctrinados y controlados por el poder del Estado y de los medios de comunicación social”.