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Francotiradores españoles contra el ‘fascismo’ del Estado Islámico

Su misión: proteger a la minoría yazidí, asediada por los yihadistas por considerarla hereje
En los dominios del Estado Islámico hay entre 16.000 y 17.000 extranjeros
Ninguno de los españoles que combate acredita formación militar

Al alba y a tiro de piedra, en la negrura, el muecín del Estado Islámico (IS) entona, con altavoces a todo trapo, el primer rezo del día: «Dios es grande….Dios es grande…Dios es grande…». Suena lánguido, lastimero, lúgubre. Alguien le arrea un cohete para aplacarlo. Fracasa. «Así cada noche», refunfuña un español, de guardia, con un fusil M-16 en ristre. «De noche hay permiso para disparar a todo lo que se mueva».

Ciudadanos españoles integran un pelotón de francotiradores que, desde primera línea de frente, hace diana en las huestes del ‘califa’ Abu Bakr Bagdadi. Alias ‘Paco Arcadio’ es uno de ellos. Se sabe que en algún punto de la región hay otro, ‘Marcos’. Ninguno de ellos da el número exacto.

Defienden Shengal, en árabe Sinyar, un monte en el noroeste de Irak dominado por los kurdos. La ciudad de Shengal, en la falda, sigue en manos del IS.

La base de ‘Paco’ es un vetusto caserío, en lo alto de una colina que domina la localidad, donde las banderas negras del IS permanecen izadas.

Es enorme, laberíntico, de paredes de piedra seca carcomidas por bombardeos. Es necesario ir de una estancia a otra corriendo, porque los francotiradores yihadistas son de gatillo fácil y tienen rango de tiro.

Basta un descuido, como exponer de noche afuera el piloto de la cámara, para ser baleado.

‘Paco’ no revela cuál es su hogar. Su acento no es de la periferia del país. Viste el tradicional uniforme de la guerrilla kurdo turca Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) – mono caqui bombacho y faja – con detalles de su cosecha, como una gigantesca hebilla metálica con la hoz y el martillo grabados. Este joven, de ojos azul penetrante, dice que viene a «ayudar, como hicieron las brigadas internacionales en España en el 36».

Ayuda a los yazidíes

A diferencia de entonces, los españoles no defienden la República, sino el derecho a la vida de una comunidad, la yazidí, oriunda de Shengal, y a la que el IS masacra acusándola de ‘hereje’ por sus creencias. La victoria sobre el «fascismo que representa el IS» permitirá «el avance del proletariado en esta región», enfatizan en el interior de su base. A cincuenta metros de la primera trinchera del IS. A cobijo de las balas silbantes.

‘Paco’ llegó a finales de 2014, «sin retribución», tras una llamada del «internacionalismo proletario» a su organización, Reconstrucción Comunista, escisión de la Unión de Juventudes Comunistas españolas. El joven ronda los 20. Llegó al pueblo kurdo sirio de Sere Kaniye, donde se integró en el Partido Comunista Marxista-Leninista (MLKP) turco, que lucha con los kurdos. La presión del IS en Shengal hizo que los destinaran a allí.

Ninguno de los españoles detalla conocimientos militares previos a su llegada a Siria. ‘Paco’ ejemplifica que, además de vaciar el cargador del kalasnikov, su única baja en su primera misión fue la de un burro que pacía cerca de donde lo hacía el IS. «No puedo decirte a cuántos he matado», subraya. «Muchas veces disparas de noche. Cuando disparas con el [fusil de] francotirador, por el retroceso, no ves. Sólo sé que he disparado».

Berivan, una miliciana del PKK que se forjó una leyenda batiéndose con el ejército turco, dirige en la base de los españoles, donde la paridad en las tareas se cumple a rajatabla. Tocarse las pantorrillas o estirarse en el suelo se castiga. Un comentario obsceno, también. «En toda la historia de Kurdistán hay lucha femenina», enfatiza Berivan. «La kurda combate contra toda servidumbre e injusticia impuesta por el patriarcado».

El colega de Berivan al mando es Mahir, turco. Él monta las guardias nocturnas. EL MUNDO lo acompaña una noche. «Daesh – peyorativo del IS – ataca sistemáticamente a las cuatro de la madrugada», susurra. ‘Paco’ lo acompaña en silencio. La guardia exprime el aguante. «Es duro. No tengo contacto con mi familia. Claro que echo de menos a mis padres y hermanos», musita. «Pero toca cabeza fría. Un error puede matar a muchos aquí».

El gobierno autónomo del Kurdistán iraquí (KRG) y el ejecutivo nacional iraquí se disputan el territorio de Shengal, cuyo drama llenó portadas el verano pasado. En julio, el IS ocupó Shengal ciudad, en la falda del monte y cercó la cordillera montañosa. Atrapó entre los picos a 40.000 yazidíes huidos de la localidad. Secuestró y esclavizó a cientos de mujeres del lugar. En agosto, tres facciones armadas kurdas lograron romper el asedio.

Los ‘peshmerga’

Aquella muestra de unidad kurda, que encandiló al mundo, hoy se agrieta en el frente de Shengal, complicando su solidez defensiva y el retorno de los desplazados. El PKK y la milicia kurdo siria YPG/J, que llegaron a Shengal expresamente para liberarlo, se han asentado. Ambas justifican su presencia alegando que los soldados ‘peshmerga’, del gobierno kurdo iraquí, son endebles y huyen del frente a las primeras de cambio.

«A diferencia de la guerrilla, donde las relaciones están prohibidas, los ‘peshmerga’ sí tienen familia. Perder a tus seres queridos da miedo», explica ‘Paco’, quien a la par critica que «los ‘peshmerga’ rechazan ordenar el asalto a la ciudad de Shengal porque temen que el PKK se la quede».

Lo corrobora el investigador de la Jamestown Foundation Wladimir Van Wilgenburg. «Por ahora [estas fricciones] no escalan, pero nunca lo descartes».

«Es lamentable que el Gobierno español declare estar luchando contra ‘Daesh’ y piense en reprimir a quienes verdaderamente están luchando», critica ‘Paco’

El Estado Islámico, conocedor del entuerto, aprovecha las dubitaciones en el frente enemigo para atacar periódicamente la posición de los españoles, un caramelo estratégico por estar a altura. En uno de sus envites, tal y como muestra el documental ‘Infiltrados’ del canal español Cuatro, los yihadistas atentan con dos vehículos bomba y se abalanzan sobre la base moviéndose en pinza. EL MUNDO ha de ser evacuado con el IS en la puerta.

Sólo la solidez defensiva de ‘Paco’ y sus camaradas, ayudados desde el aire por la aviación de la coalición internacional anti IS, repele aquella agresión. Paradójicamente, aun compartiendo enemigo, esta colaboración se produce con el PKK en la lista de grupos terroristas de EEUU y la UE, por lo que no recibe armas de Occidente. La guerrilla debe espabilarse el frente con armamento ligero y piezas de fabricación propia.

Los españoles de Shengal conocen la detención de los compatriotas que combatieron en Ucrania y temen ser los siguientes. «Es lamentable que el Gobierno español declare estar luchando contra ‘Daesh’ y piense en reprimir a quienes verdaderamente están luchando», critica ‘Paco’, quien solicita a España «que a la vuelta no nos reprima». La fiscalía de Holanda ha anunciado que no perseguirá a sus nacionales que luchen contra el IS.

Estimaciones independientes dicen que en los dominios del Estado Islámico hay entre 16.000 y 17.000 extranjeros, cuya vuelta las respectivas autoridades temen. En el bando kurdo, en un número indeterminado, hay británicos, norteamericanos y alemanes. Siguen llegando más. Los españoles no piensan en volver. «Mis camaradas me explicaron en qué consistía esto», subraya ‘Paco’. «Lo acepté. Es un honor entregar la vida a un ideal».

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