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Flotando en el viento

MIENTRAS el Ayuntamiento de Madrid se muestra incapaz de reconocer las numerosas negligencias cometidas en la gestión homicida de la fiesta de Halloween celebrada en sus recintos municipales, el parlamento andaluz fracasa estrepitosamente en su intento tardío de investigar las responsabilidades políticas del fraude de los ERE. Ambos ejemplos (con causas y consecuencias que, siendo diferentes, revelan conductas escandalosas o punibles) pueden servirnos como exponente del grave escarnio al que son sometidas cada día nuestras instituciones democráticas por aquellos que habrían de protegerlas. Los peatones de la historia asistimos indefensos a esa verbena continua de irresponsabilidad y cinismo sin saber del todo qué hacer, a dónde ir. Y nos hacemos preguntas en un ambiente cada vez más repleto de respuestas contaminadas o perversas: tirarlo todo por la borda, apuntalar el caos, mirar para otro sitio.

Mientras el Seminario de la Universidad de Granada Otro pensamiento es posible (en colaboración con Izquierda Unida y el PCE) organiza una conferencia de Ulises Arranz (cónsul de Cuba en Andalucía) cuyo título insolente sonrojaría al menos informado (Cuba: Un modelo de participación democrática), la Academia de Medicina de Granada recibía como académico al cardenal Antonio Cañizares, académico de honor cuyo discurso de recepción tenía un título ambivalente: "La causa de la vida, cuestión crucial y decisiva del siglo XXI". No sé, pero todo parece una broma de mal gusto: una Academia de Medicina que acoge entre sus miembros no a un científico, sino a un experto en sacramentos y creencias; y una Universidad pública que abre las puertas de su política cultural a un funcionario del Estado castrista para que exponga la doctrina totalitaria que, desde hace más de cincuenta años, agobia sin remedio al pueblo de Cuba. Pensaba que en una Academia de Medicina sólo entrarían aquellos que, siendo médicos o farmacéuticos en ejercicio, hubieran destacado por su práctica profesional: ¿acaso el señor Cañizares ha investigado en algún laboratorio la causa de la vida? También pensaba yo que una Universidad democrática no dejaría que sus espacios sirvieran para propagar pensamientos dictatoriales, absolutistas o totalitarios. Pero así son las cosas. Menos mal que al menos un miembro de la Academia de Medicina, el catedrático Guillermo Olagüe, ha renunciado a su condición de académico al considerar que el cardenal Cañizares "carece de méritos científicos". ¿Ocurrirá algo parecido en la Universidad de Granada? ¿Alguien moverá un párpado? ¿Cuántas veces se puede girar la cabeza, fingiendo que no se ve nada? La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento…

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