El Grupo de Curas en la Opción por los Pobres pidió al Papa Francisco y a la Conferencia Episcopal Argentina “gestos concretos” como la apertura de archivos de los años de plomo.
En un duro documento dirigido a la conducción de la Iglesia Argentina, el Grupo de Curas en la Opción por los Pobres celebró el cambio de actitud de la Conferencia Episcopal Argentina y del Papa Francisco en materia de Derechos Humanos, pero no los consideraron “serios” y le reclamaron “gestos concretos y reparadores”, como la apertura de archivos o la exigencia a ex capellanes militares a que entreguen información. “Que Christian von Wernich no haya sido expulsado del estado clerical y siga celebrando la eucaristía resulta un escándalo que clama al cielo”, criticaron.
Los Curas en las Opción por los Pobres difundieron ayer su carta de Navidad titulada “Las responsabilidades de la Iglesia en el proceso de Memoria, Verdad y Justicia”.
La carta recuerda que hubo una Iglesia víctima del Terrorismo de Estado, simbolizada en el obispo Enrique Angelelli, pero destacó que la mayor parte de la institución fue “un protagonista central” en ese oscuro período y que el “apoyo político de la mayoría del Episcopado, a la que deben sumarse nuncios y capellanes militares, fue fundamental para la ejecución del plan represivo de la dictadura”.
Aseguraron que el Episcopado “calló aun cuando conocía en detalle tanto los métodos criminales y terroristas utilizados por la Junta Militar, como las consecuencias del desguace del modelo de desarrollo industrial con progreso social y la implantación de una economía fundamentalista y liberal de mercado”.
En ese sentido, señalaron la contradicción entre esa actitud, sostenida por la complicidad y el silencio posterior, y la “conciencia repentina” mostrada recientemente para pedir que quienes tienen información sobre delitos cometidos en la dictadura la aporten a la justicia.
“Desde ya que nos parece sumamente importante estimular el aporte de todo tipo de datos que ayuden a esclarecer el paradero de los desaparecidos y de los nietos apropiados, pero suena muy contradictorio que los que llevan décadas ignorando a los organismos de Derechos Humanos y resistiéndose a reconocer una complicidad manifiesta con los crímenes de la dictadura, sean ahora los que pidan colaboración”, cuestionó el documento.
Para los Curas en la Opción por los Pobres, dentro del Episcopado “hubo miembros que fueron activos participantes del golpe genocida, aportando ideas, sustento teológico y bendición, con nombres como Victorio Bonamín, Adolfo Tortolo o Antonio Plaza”, sostuvieron. Y afirmaron que el rol que tomó la Iglesia les permite asegurar que se trató de una dictadura cívico –eclesiástico–militar.
Resaltaron la “vigencia” de la “teoría de los dos demonios” en discursos, documentos o hasta en comentarios cotidianos. Señalaron también “la actitud de cientos de capellanes militares (o de organismos de Seguridad, como policiales o de Gendarmería), como Von Wernich o Emilio Graselli”, y opinaron que “el Episcopado argentino puede mucho más que ‘exhortar’ a que se sientan ‘moralmente obligados’ a estos capellanes a brindar información y manifestarse responsables de sus delitos”.
El documento concluye con un pedido a las autoridades eclesiásticas de “gestos concretos y reparadores” como el reconocimiento explícito de los pecados y omisiones pasadas, la apertura de archivos, un reconocimiento a aquellos pocos obispos que resistieron a la dictadura y la participación de la jerarquía en la defensa de los Derechos Humanos.