Los reyes han sido recibidos este sábado en Santiago de Compostela entre aplausos y gritos de «¡Viva España!» ante la iglesia de San Martiño Pinario, donde tiene lugar la tradicional ofrenda al Apóstol en el Día de Galicia, que no se celebra en la catedral debido a las obras.
El presidente de la Xunta de Galicia en funciones, Alberto Núñez Feijóo, y el presidente del Tribunal Constitucional, Juan José González Rivas, les han dado la bienvenida tras bajarse del coche oficial acompañados por la vicepresidenta tercera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, todos ellos protegidos por mascarilla.
En una de las calles aledañas, un grupo de ciudadanos ha coreado y ondeado banderas de España para expresar su apoyo a la pareja real en su visita a Galicia dentro de la gira por todas las comunidades autónomas.
«¡Viva el rey!», «¡Viva España!», han gritado, lo que ha hecho que don Felipe y doña Letizia les saludaran con la mano para agradecer el gesto.
En una mañana soleada, el recibimiento ha tenido lugar en el exterior de la iglesia, en vez de en la Plaza del Obradoiro, como suele ser costumbre, con el fin de evitar aglomeraciones en una jornada marcada por la pandemia.
Como ya ocurrió el pasado año, la ofrenda al Apóstol se celebra en San Martiño Pinario por las obras de rehabilitación que hay en marcha en el interior de la catedral compostelana.
También han estado en la bienvenida el alcalde de Santiago, el socialista Xosé Sánchez Bugallo, y el delegado del Gobierno en Galicia, Javier Losada.
Los reyes y las autoridades han contemplado una de las alfombras que han engalanado las entradas de la iglesia y del monasterio de San Martiño Pinario, confeccionadas con flores, conchas de berberecho y zamburiñas y otros materiales por alfombristas gallegos.
A continuación, han accedido al templo por las escaleras de la fachada principal, donde les ha esperado el arzobispo compostelano, Julián Barrio, a quien los reyes han saludado con una reverencia.
Bajo los acordes del himno nacional, don Felipe y doña Letizia han recorrido el pasillo central hasta situarse ante el altar, donde a su vez se ha situado la imagen del apóstol Santiago traída desde el Museo de la Catedral.
El conjunto monástico de San Martiño Pinario, anexo a la catedral, está considerado el segundo edificio religioso más grande de España después del de San Lorenzo de El Escorial y mantiene desde sus orígenes un estrecho vínculo con el culto al Apóstol.
En su intervención el monarca ha recordado que «la crisis sanitaria provocada por la COVID-19 deja miles de víctimas cuyo recuerdo debe acompañarnos siempre». Felipe VI ha asegurado que «además de mantenernos diligentes y prudentes ante el virus debemos afrontar las consecuencias sociales y económicas de la pandemia que requieren una unidad profunda y un compromiso firme con la búsqueda del bien común». «Nada mejor que evocar al Apóstol Santiago para entender esa necesidad», ha asegurado durante la misa que se celebró en la Iglesia de San Martín Pinario, a causa de las obras que se están realizando en la catedral en donde supuestamente descansan los restos del Apóstol.
El papel de Europa en la solución de la crisis económica que se avecina ha ocupado buena parte de las palabras dirigidas por el rey al Apóstol: «El principal reto europeo en estos tiempos consiste en salvaguardar los valores al tiempo que se responde con prontitud y eficacia a la crisis derivada de la pandemia, algo que solo es posible con medidas solidarias que nos permitan seguir caminando juntos con mayor seguridad y solidez».
Sin referencias a su padre, Juan Carlos I, el rey ha recordado que la tradición de visitar Galicia el Día del Apóstol viene de mucho antes: «Fue establecida por mi antepasado el rey Felipe IV en 1643 y no ha perdido vigencia cuatro siglos después».
Para la visita de los reyes se ha cerrado buena parte del casco histórico de Santiago. El público, muy alejado del itinerario de los monarcas protagonizó un pequeña protesta reclamando mayor cercanía al visitante. Tan solo hubo a la llegada de la comitiva por la Rúa Porta da Pena un grito solitario de un vecino que no quiso quedarse sin decir «viva la República» mientras el Mercedes de los reyes pasaba frente a la puerta de su casa. En el interior de la Iglesia, la escasa nómina de invitados ocupaban los bancos con distancia social y mascarilla. En cada bando del tempo, sólo tres personas. Entre ellos, el presidente de la Xunta, el alcalde de la ciudad y el presidente del Tribunal Constitucional. A pocas calles, los camareros han seguido la misa desde los televisores de sus cafeterías a la espera de que la Policía abriese de nuevo las calles a los turistas.
Mientras, en el interior del templo el rey acababa su intervención con las siguientes palabras: «La vocación de la Corona es ser punto de encuentro que permita recorrer unidos y en libertad el camino por el que discurre nuestra historia. Así, le pedimos al santo patrón de España que siga siempre a nuestro lado, inspirándonos y protegiéndonos».
Tras la misa y la ofrenda, la visita se va a completar en el Pazo de Raxoi, sede del Ayuntamiento, donde los reyes van a firmar en el Libro de Oro.