Cerca de 200 legisladores presionaron para que la organización religiosa fuese considerada oficialmente una ONG, categoría que en Reino Unido exime de pagar impuestos
Mark tenía 19 años cuando fue condenado al ostracismo por ir a Hyde Park a ver los fuegos artificiales. Que tu comunidad y los propios miembros de tu familia te dejen de hablar es uno de los mayores castigos de Exclusive Brethren. Según los principios de este grupo cristiano-evangélico, el resto del mundo es el diablo. La televisión, radio e Internet están prohibidos. La Navidad no se celebra porque es un ritual pagano. Y sus miembros sólo pueden socializar entre sí. Beber un té o comer con extraños es pecado.
En democracia, todo el mundo puede creer en lo que quiera. Pero cuando una organización que funciona como una secta, habla como una secta y se comporta como una secta consigue el rango de ONG, sus millonarios beneficios económicos quedan libres de impuestos. Lo que realmente preocupa, sin embargo, es que obtenga todo este tipo de favores por controlar, supuestamente, a casi un 31% de los diputados de Westminster.
En enero de 2014, después de varios años de batallas legales, Exclusive Brethren –conocida también como la Iglesia Cristiana de Hermanos de Plymouth- consiguió que el regulador británico Charity Commission le concediera finalmente el título de organización benéfica. La noticia pasó sin pena ni gloria.
Ahora, unos documentos revelados por The Times han mostrado cómo más de 200 parlamentarios influyeron en esa decisión. Pero tampoco hay ningún tipo de reacciones. Según el rotativo, el tory Peter Bone, representante de la circunscripción de Wellingborough, llegó a decir a su líder: «Tus deseos son órdenes para mí».
Sus señorías -muchos de los cuales habían sido persuadidos de que la hermandad era una organización cristiana inofensiva- llegaron a escribir al regulador británico pidiendo personalmente que se le otorgara el título de ONG. Varios de estos parlamentarios habían recibido previamente la ayuda de voluntarios pertenecientes a este grupo durante las elecciones de 2010. El Confidencial se puso ayer en contacto con la Cámara de los Comunes, pero no hubo comentarios al respecto.
Por el momento, las noticias referentes a Exclusive Brethren se quedan en eso, en simples titulares. Los orígenes de esta organización datan de principio de 1800, cuando un estudiante de derecho llamado John Nelson Darby creó su propio grupo tras desavenencias con la Iglesia Anglicana de Irlanda. En 1842, la organización se dividió en dos ramas –Open Brethren y Exclusive Brethren- siendo ésta última la más radical.
La congregación cuenta con 45.000 miembros en todo el mundo. En el Reino Unido, la base central sigue estando en Devon (suroeste de Inglaterra) pero hay 340 centros –sin ventanas- repartidos por todo el país. Allí los hermanos se reúnen diariamente para rezar el Evangelio. Los domingos, el primero de los cuatro encuentros comienza a las 6 de la mañana.
Aunque predican en plena calle, no buscan realmente nuevos seguidores. Casi todos han nacido en la secta y no se plantean otro modo de vida: van a colegios Brethren, trabajan en empresas Brethren y se casan con creyentes Brethren. La universidad está prohibida porque corrompe.
Alrededor de 1.000 empresas se rigen por sus estrictas creencias. Sólo en 2013, la organización recaudó 138 millones de libras. Y ahora al ser ONG, las exenciones fiscales le aseguran 13 millones de libras al año.
Los teléfonos y ordenadores –cuyo acceso a Internet está restringido- se deben comprar a una empresa controlada también por la hermandad -llamada UBT- cuyos precios están muy por encima de los del mercado. Por una BlackBerry, por ejemplo, hay que pagar 450 libras.
En el modo de vestir también hay reglas. Las mujeres deben llevar siempre camisa y el pelo debe estar recogido hacia atrás por un pañuelo, preferentemente de color azul. Es tal el control en la vida diaria que anualmente se realizan exámenes para valorar las infecciones sexuales y el número de abortos.
En Australia, Exclusive Brethren también es considerada como ONG, pese a que el ex primer ministro Kevin Rudd, la ha calificado como una «secta extremista» que «rompe familias» y controla estrechamente la vida de los miembros. En los últimos años, el grupo ha hecho grandes esfuerzos por limpiar su imagen. Muchos de sus fieles realizan, por ejemplo, donaciones a organizaciones benéficas como la Fundación Británica del Corazón, y varios han dado testimonio de sus vidas felices en la página web oficial de la congregación.
De puertas para fuera, desde 2012, el número de castigos de ostracismo supuestamente ha disminuido. Aunque en la intimidad, en las reuniones se advierte a los seguidores que “todo sigue igual”. Mientras, un portavoz de la congregación asegura que los miembros gozan de un «estilo de vida equilibrado y feliz», y que, al igual que otras comunidades de fe, buscan evitar las «influencias y excesos que corrompen la sociedad».