La Iglesia católica está presente en todos los centros escolares y también han de contar con el placet del obispado correspondiente.
Más de 80 centros educativos de Sevilla ofertan esta asignatura
Sus maestros deben ser miembros activos de una iglesia y contar cada año con la aprobación del pastor
Uno de los alumnos de sexto de Primaria del CEIP Manuel Giménez Fernández, en el Polígono Sur, recibe con un fuerte abrazo a Rosario Ortiz, maestra de Religión Evangélica. Los 12 menores a los que imparte esta enseñanza se encuentran hoy especialmente nerviosos. Acaban de incorporarse tras las fiestas navideñas y no dejan de referir los pormenores de la celebración en cada una de sus familias. A los 10 minutos, Ortiz consigue que todos se sienten y presten atención. Comienza una de las dos clases que reciben a la semana.
Como estos alumnos, 1.579 optan por esta religión en los colegios públicos y concertados de la provincia de Sevilla. Una cifra que la convierte en la segunda enseñanza religiosa tras la católica. En algunos colegios, como el referido, es la mayoritaria. En toda Andalucía, la cifra alcanza los 8.000 estudiantes, lo que supone la contratación de 100 docentes para impartirla.
No obstante, en la comunidad autónoma hay un déficit de atención a las familias que profesan dicha religión. Según el Consejo de Enseñanza Religiosa Evangélica (ERE), existen actualmente 1.500 niños a los que no se les atiende la petición para cursar esta asignatura, debido a que el Ministerio de Educación no contrata a más maestros para enseñarla. Son necesarios 30.
“Este problema no ocurre en Secundaria, ya que la que contrata a los profesores es la Junta de Andalucía y atiende todas las peticiones que existen al respecto”, refiere Ortiz, quien señala que los maestros de Religión llevan años pidiendo que sea la Consejería de Educación la que también se encargue de ellos. “El Gobierno sólo manda maestros de Religión Evangélica a los colegios donde existe mucha demanda porque se encuentran en barrios con una gran población que profesa esta creencia”, añade la docente.
Dicha situación se produce en Sevilla capital en zonas concretas: Polígono Sur, Torreblanca, Sevilla Este y Polígono Norte. “Si una familia evangélica no vive en estos enclaves y lleva a su hijo a un colegio donde la mayoría es católica, difícilmente recibirá la enseñanza de su religión”, advierte. Algo que no ocurre, por contra, en los institutos.
Si se hace un desglose por etapas educativas, en Educación Primaria estudian esta asignatura 806 alumnos, una cifra que no dista mucho de la que se alcanza en Secundaria (703), en la que el número de estudiantes de Religión Evangélica ha crecido de forma considerable los últimos cursos. En Bachillerato, etapa preuniversitaria, como ocurre con la Religión Católica, las cifras son ya más reducidas, sólo 70 alumnos.
En la provincia de Sevilla esta asignatura se imparte en más de 80 centros educativos públicos, tanto colegios como institutos. Al margen de la capital, los municipios donde esta enseñanza se encuentra más extendida son Dos Hermanas, San Juan de Aznalfarache, Mairena del Aljarafe, Alcalá de Guadaíra y Utrera.
La carga horaria
Al igual que ocurre con las otras confesiones que integran la oferta educativa pública de la Junta (compuesta por el Catolicismo, el Islam y el Judaísmo), la Religión Evangélica se imparte dos horas a la semana en Infantil, una en los tres primeros cursos de Primaria, dos en los tres últimos de esta etapa y una en los institutos.
Rosario Ortiz, como cualquier docente especializado en esta enseñanza, ha de profesar la Religión Evangélica y ser “miembro activo” de una iglesia, cuyo pastor es quien la avala para tal cometido. Una misión que se renueva cada año, tras recibir el visto bueno del principal representante de cada iglesia. De la formación de estos docentes se encarga el Consejo de la ERE, que se encuentra en Madrid. Para ser maestro de Religión Evangélica debe poseerse el grado en Magisterio y luego cursar un posgrado en esta enseñanza. Para los profesores de la ESO, además de tener un título universitario, se requiere el máster en Secundaria y el curso de la ERE, cuya duración es variable. Ortiz, por ejemplo, tardó tres años en obtenerlo.
El contenido que se imparte en las clases está consensuado entre las distintas iglesias que conforman el Evangelismo, desde la de Filadelfia a la Bautista. Su currículo se estructura en siete bloques. En cada uno de ellos se busca una aplicación social. La creación (con especial atención al cuidado del medio ambiente), historias bíblicas (aplicación moral y espiritual en la vida cotidiana), la vida de Jesús (sus enseñanzas), la familia, el pueblo de Dios y la Iglesia, la relación con Dios y la vida del cristiano (la convivencia entre los distintos grupos sociales y la importancia de valorarse uno mismo como principio de desarrollo).
“Se trata, en todo momento, de formar a personas en valores desde el punto de vista de la fe para que luego estos menores los apliquen en la sociedad y se comporten como buenos ciudadanos”, incide Ortiz, quien hace hincapié en que si este tipo de enseñanza carece de dicho fin social, “la religión se acaba convirtiendo en adoctrinamiento”.
Por tal motivo, no resultan tan importantes los exámenes como la evaluación continua y, sobre todo, la adquisición de competencias. En este punto, Ortiz destaca que la Religión Evangélica ayuda a desarrollar muchos de los aspectos que fomenta la actual ley estatal de educación (Lomce), como la comunicación oral, la competencia digital (a través del fomento de documentación en internet) y la competencia social y cívica, para que los menores “aprendan a aprender”. “Se persigue que busquen conocimientos por ellos mismos”, añade esta docente.
Un aspecto esencial en el Evangelismo es la ayuda al necesitado, centrada en los entornos próximos a las iglesias evangélicas, donde lo que se le enseña a los niños difiere bastante a lo que se les imparte en el aula. “En las iglesias, cuando son pequeños, se les enseña a leer la Biblia, sin embargo, en los colegios lo que usamos son libros de texto, un manual más pedagógico para formarlos de cara al bautismo, que tiene lugar cuando cumplen los 15 años”, detalla Ortiz, quien asevera que la acción social, tanto en un caso como en otro, está muy presente. “¿De qué me sirve hablar tanto de Dios si luego no demuestro sus enseñanzas en la práctica?”, afirma la maestra.
Familias muy participativas en sus iglesias
El colegio donde esta docente enseña Religión Evangélica se encuentra en la ronda de Nuestra de Nuestra Señora de la Oliva. Es uno de los tres centros educativos que tiene esta vía que atraviesa el Polígono Sur. A él acuden, en buen número, alumnos que viven en las Tres Mil. La mayoría son de etnia gitana. Sus familias participan activamente en esta religión. “Van al culto casi todos los días. Sus hijos los acompañan”, agrega Ortiz, quien acude a la iglesia evangélica que se encuentra cerca del pabellón deportivo del Polígono de San Pablo y recibe el nombre de Horeb, uno de los montes sagrados que aparecen en el Antiguo Testamento.
En esta iglesia tienen tres cultos a la semana. También aquí se desarrolla un activo programa de acción social, en el que se colabora con el Banco de Alimentos y se atiende a familias necesitadas derivadas de Asuntos Sociales.
Rosario Ortiz sólo lleva dos meses en el CEIP Manuel Giménez Fernández. Tiempo suficiente para hacerse con el aprecio que le profesan los niños que acuden a sus clases. Un colegio en el que quien lo visita se da cuenta de inmediato de la verdadera vocación docente y de la suma importancia que adquiere la educación en determinados ámbitos sociales.
Esta maestra lleva cuatro años enseñando ERE. Antes de hacerlo en el referido centro lo hizo en colegios de Camas y Mairena del Aljarafe. “Tras acabar Magisterio quise especializarme en esta enseñanza”, explica Ortiz, quien se crió en una familia católica. El cambio llegó en la adolescencia. “A los 12 años –recuerda– comencé a leer la Biblia de otra manera”. Tres años más tarde, “ya con pleno uso de razón”, se bautizó en la Religión Evangélica.
Esta asignatura lleva 20 años ofertándose en Andalucía. Al principio, como detalla Ortiz, los docentes que la impartían “no cobraban nada”, situación que cambió tras el auge que tuvo esta confesión. Todo hace indicar que la demanda actual seguirá creciendo los próximos cursos, debido al aumento en número de seguidores evangélicos, que cuentan con más de un centenar de centros en la provincia.