Un cartel a la entrada de la Iglesia Metodista de La Habana recibe a los fieles: “Estoy a favor del diseño original”. Cuando Cuba evalúa permitir el matrimonio homosexual, los evangélicos de la isla no ceden: esta unión debe ser exclusiva para hombre y mujer.
“La propuesta del matrimonio igualitario, producto de la ideología de género, es totalmente incompatible con la historia, con los valores culturales y el pensamiento de los padres de nuestra patria”, dice el pastor Lester Fernández desde el púlpito.
Los fieles en este templo del barrio de El Vedado en la capital de la isla coinciden con él.
“Si no nos unimos hombre y mujer, ¿de dónde va a salir la familia? Dios dice: el hombre para la mujer y la mujer para el hombre. ¿De dónde va a venir la procreación, entonces? Sería el fin del mundo”, dice a la AFP la enfermera jubilada Juana Rodríguez.
El último viernes, líderes de unas 20 confesiones evangélicas se reunieron en uno de los salones de este templo.
El tema que los convocó: la propuesta de la Asamblea Nacional de modificar la Constitución e incluir como concepto de matrimonio la unión “entre dos personas”, y no solamente “entre un hombre y una mujer”, como dice su versión en vigor, de 1976.
Tras ser hostilizados durante los primeros años del triunfo de la revolución cubana, el gobierno inició hace más de una década una campaña de inclusión, promovida por la diputada Mariela Castro, hija del expresidente Raúl Castro.
“Yo estoy de acuerdo”, ha dicho el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel. “Reconocer al matrimonio entre personas, sin limitaciones, responde a un problema de eliminar cualquier tipo de discriminación en la sociedad”, añadió.
– En contra del proyecto –
Las reuniones ciudadanas para debatir el proyecto de nueva Constitución irán hasta el 15 de noviembre. Luego se elaborará un texto final que será sometido a referéndum el 24 de febrero de 2019.
El presidente de la Asociación Convención Bautista de Cuba Occidental, Dariel Llanes Quintana, advierte que si el concepto de matrimonio es modificado en la Constitución, los evangélicos votarán en contra de todo el proyecto.
Contabiliza a los fieles evangélicos en un millón, en un país de 11 millones de personas.
Hace unas semanas, la iglesia Católica cubana rechazó de plano el matrimonio entre personas del mismo sexo y llamó a buscar “otros medios legales” para amparar esa unión. Consideró ese cambio como un “colonialismo ideológico” impuesto por naciones poderosas.
Tras el triunfo de la revolución de 1959, se eliminó la educación católica privada y se confiscaron muchas propiedades de la Iglesia que luego fueron restituidas de a poco.
En 1992, después de una reforma constitucional, Cuba pasó de ser un estado ateo y laico. La relación con la Iglesia católica siempre tuvo altibajos, pero mejoraron en 1998 tras la visita del papa Juan Pablo II.
– “No es una guerra” –
Ahora son las confesiones evangélicas las que zanjan posición. “El matrimonio es la unión entre hombre y mujer. Fue instituido por nuestro señor Jesucristo para procrear la raza humana”, dijo Moisés Sánchez, otro pastor evangélico, de 24 años.
Pero aclara: “El que pensemos diferente no nos hace homofóbicos ni intolerantes (…) Amamos a los homosexuales, lesbianas, lo que no estamos de acuerdo es en su manera de pensar”.
“Esto no es una guerra entre cristianos y homosexuales. Se trata de que los cristianos y una gran parte que no lo son defienden que el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer”, agrega.
Para el obispo de la Iglesia Metodista, Ricardo Pereira, el tema es complejo en un país donde las políticas de educación -pública y gratuita- son elaboradas desde la mirada rectora del único y gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC).
Cree que todos los niños, independientemente de su fe, estarían obligados a recibir una educación que, a su juicio, puede atentar contra sus creencias religiosas.
“En otros países se han aprobado leyes como estas, pero son países multipartidistas, donde si a tu hijo no lo quieres mandar a la escuela pública, lo mandas a la católica, o a la evangélica”, consideró.
“Nos traería un conflicto que nos obligaría a vivir en contra de la ley”, considera. “Los padres no tendrían la autoridad de educar a sus hijos hasta su mayoría de edad”, comentó.