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Eutanasia: Reflexiones acerca de la vida y la muerte

¡Qué duda cabe lo trascendente que sería en la vida de cualquier persona si conscientemente siente que ha llegado el momento de traspasar el velo de la muerte! Porque mantener la vida conlleva enfrentar el sufrimiento físico y mental de la enfermedad, que se ha tornado indeseable e insoportable. “El buen morir”: la eutanasia, la autodeterminación de provocar o solicitar la propia muerte.

La eutanasia debe ser entendida como la acción u omisión, por parte del equipo de salud u otra persona, con la intención de provocar la muerte del paciente terminal o altamente dependiente, por compasión y para eliminarle todo sufrimiento. Con matices a lo largo de la historia, siempre ha estado rodeada de consideraciones éticas, jurídicas, religiosas y médicas. En las sociedades modernas también se ha constituido en una problemática política.

La eutanasia es voluntaria cuando se lleva a cabo con el consentimiento del paciente. Será no voluntaria cuando se practica no constando este consentimiento, como sucede en casos de niños y pacientes que no lo han expresado directamente. Será eutanasia activa si se realiza una acción que provoca la muerte del paciente. Será pasiva al dejar intencionadamente sin cuidados o tratamientos que están indicados.  Diferente es la práctica habitual de Limitación del Esfuerzo Terapéutico, consistente en la omisión de tratamientos desproporcionados o fútiles respecto del resultado que se va a obtener. La utilización de la Sedación Terminal es la administración de fármacos para lograr el alivio, inalcanzable con otras medidas, mediante la disminución suficientemente profunda y previsiblemente irreversible de la conciencia, en un paciente cuya muerte se prevé muy próxima; con el consentimiento explícito, implícito o delegado del mismo. Desde el punto de vista ético, se debe tener presente como efecto secundario no buscado de la administración de la sedación que se adelante la muerte de la persona, siempre y cuando esto no sea lo que se pretenda directamente como fin de la acción. Finalmente, se reconoce el Suicidio Asistido como acto de ayudar a suicidarse en el caso en el que la persona no sea capaz de hacerlo por sus propios medios.

Las posturas frente a la eutanasia, en todas sus formas, van desde aquellas posiciones contrarias a ella, que sostienen como un principio el que nadie tiene derecho a provocar la muerte con la justificación de estar gravemente enfermo, sea por acción o por omisión. Esta posición recalca que al terminar con la vida por estas razones se inflige a sí mismo “la ofensa que supone considerar indigna la vida de algunas personas enfermas o intensamente disminuidas, encubriendo el deseo de librar a los vivos del problema, que representa atender al disminuido”. Se crearían situaciones con cuestionamiento ético como: presión psicológica sobre los ancianos y enfermos; muertes impuestas por otros, que se producirían cuando no hay un consentimiento informado, por ejemplo: nacimientos con severas malformaciones y en pacientes privados de conciencia. En la otra vereda tenemos a aquellos que aceptan la eutanasia en circunstancias que son definidas como extremas, y que califican con un profundo sentimiento humanista.

La ley holandesa y la belga consideran legal la intervención directa y eficaz del médico para causar la muerte del paciente que sufre una enfermedad irreversible o que se encuentra en fase terminal y con padecimiento insoportable. Se exigen requisitos como: que la petición de eutanasia o de ayuda al suicidio debe ser reiterada, voluntaria y producto de la reflexión; los sufrimientos deben ser intolerables y sin perspectivas de mejora; el paciente debe haber sido informado de la situación y del pronóstico.

En Oregón (Estados Unidos) se permite a los médicos prescribir fármacos que provocan la muerte del paciente. El paciente se administra directamente el medicamento en el lugar que decida. Para poder obtener la prescripción, los enfermos deben obtener un certificado de dos médicos que indiquen que el paciente sufre una enfermedad incurable y que su expectativa de vida no supera los seis meses. “No es inmoral ayudar a suicidarse a los enfermos terminales que se encuentran en un estado límite”, opina un grupo de médicos en un informe publicado en The New England Journal of Medicine. Este grupo ha impulsado el debate sosteniendo que se puede prescribir medicamentos al enfermo, con el conocimiento previo del fin para el que están destinados. En Suiza la eutanasia también está legalizada; sin embargo, la administración de la droga al paciente es aportada por personal especialmente capacitado, pero fuera de la profesión médica.

En Chile, el tema se ha estado introduciendo en forma lenta. Un primer avance fue la ley que regula los derechos y deberes que tienen las personas en relación con acciones vinculadas a su atención en salud, vigente desde el año 2012, que en su artículo 16° declara: “La persona que fuere informada de que su estado de salud es terminal, tiene derecho a otorgar o denegar su voluntad para someterse a cualquier tratamiento que tenga como efecto prolongar artificialmente su vida, sin perjuicio de mantener las medidas de soporte ordinario. En ningún caso, el rechazo de tratamiento podrá implicar como objetivo la aceleración artificial del proceso de muerte”. Para algunos, los términos de la redacción son ambiguos al no estar aclarado el concepto de rechazo de terapia, que debiera estar permitido y tampoco están desarrolladas las voluntades anticipadas.

El Departamento de Ética del Colegio Médico se encuentra empeñado en desarrollar el tema frente a los legisladores, con la idea de modificar diversos cuerpos legales con el objeto de permitir la eutanasia, haciendo efectiva la autonomía de las personas en caso de enfermedades terminales. Se ha puesto el énfasis, como primera medida, en la correcta praxis médica asegurando un buen morir permitiendo el acceso universal a los cuidados paliativos, entregando un acompañamiento respetuoso y amigable y esperando la muerte en paz y sin sufrimiento innecesario. Actualmente el Plan GES (o AUGE) en Salud permite buen acceso en cuidados paliativos para el cáncer; sin embargo, no lo es para otras enfermedades terminales y dolorosas. Este aspecto es trascendente, ya que la evidencia muestra que el porcentaje de pacientes que solicitan eutanasia, baja drásticamente cuando no hay dolor. La propuesta de ley del colegio médico contempla que el médico y el personal de salud, requerido para practicar la eutanasia, podrá abstenerse de realizarla cuando hubiese manifestado su objeción de conciencia  al director del establecimiento de salud en forma escrita y previa. En este caso, el establecimiento tendría la obligación de reasignar de inmediato otro profesional no objetante.

Recién en estas últimas semanas el Congreso ha dado las primeras señales de querer materializar este proyecto. Como muchos otros temas valóricos, ya es tiempo de que salga del congelador de la clase política.

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