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Eugenio Montero Ríos: el liberalismo laico

Eugenio Montero Ríos (1832-1914) fue un destacado político gallego desde el Sexenio Democrático hasta principios del siglo XX. Era natural de Santiago de Compostela donde comenzó estudios religiosos, aunque muy pronto los abandonaría para pasar a estudiar Derecho. Consiguió la cátedra de Derecho Canónico de Oviedo en 1859, después en su Santiago natal y, por fin, en la Central en 1864.

En la capital madrileña fundó un periódico de tendencias muy progresistas, La Opinión Pública, publicación que era portavoz del político Antonio Romero Ortiz. Nuestro protagonista comenzaría a militar en las filas del progresismo del general Prim, apoyando la Revolución de 1868. Fue elegido diputado en las Cortes Constituyentes por Pontevedra. Fue nombrado ministro de Gracia y Justicia. Montero Ríos empezó a destacarse por su defensa de la separación Iglesia y Estado. En este sentido, introdujo el registro civil y el matrimonio civil en España.

Montero Ríos fue un claro partidario de Amadeo de Saboya, participando en sus gobiernos y siguiendo desarrollando una política liberal laica. Cuando el monarca italiano renunció a la Corona española marchó con él. En línea con sus ideas se vinculó a la Institución Libre de Enseñanza.

En el año 1880 ingresó en el Partido Democrático Progresista de Ruiz Zorrilla, pero lo abandonó al poco tiempo, disconforme, como Cristino Martos, de la estrategia conspirativa del principal líder de la formación. En esta primera época de la Restauración Montero Ríos desarrolló una intensa actividad política para encontrar un lugar entre el republicanismo y el liberalismo que aceptaba las nuevas reglas del juego. En 1882 fundó Izquierda Dinástica. Se acercó a Alonso Martínez, pero por fin, terminó convergiendo con Sagasta en 1885 porque consideró que era la única manera de poder participar en política e influir en el sistema, venciendo un claro posibilismo. Se integraría plenamente en los entresijos del régimen político de la Restauración, ya que, además de las altas responsabilidades políticas que desempeñó, se convirtió en el político más poderoso de tendencia liberal en Galicia. Por otro lado, sus ideas siempre fueron de las más avanzadas dentro de la Restauración, especialmente por su siempre defensa de reformas laicas.

Sagasta le haría ministro en dos ocasiones y en dos carteras: Fomento, y Gracia y Justicia. También fue presidente del Tribunal Supremo en 1888. Al año siguiente fue designado senador vitalicio. Presidió el Senado en tres legislaturas. Encabezó la delegación española que fue a Francia a firmar la Paz de París que puso fin a la guerra con los Estados Unidos, con la consiguiente pérdida de las últimas colonias.

A la muerte de Sagasta, Montero Ríos pasó tener un papel preponderante en las filas del Partido Liberal, encabezando, junto con José Canalejas, su facción más progresista, frente al centrismo que representaba Segismundo Moret. En 1905 presidió el Consejo de Ministros pero no desempeñó mucho tiempo el cargo cuando comprobó que el rey Alfonso XIII no iba a castigar a los militares que protagonizaron los sucesos del semanario satírico Cu-Cut!. Fue sustituido por Moret, que sí se avino a la aprobación de la Ley de Jurisdicciones de 1906, que abría la puerta judicial al Ejército para castigar los delitos contra la institución, la bandera y la unidad de la patria, provocando una intensa polémica y una fuerte crisis en el seno del liberalismo. Esta ley supondría uno de los primeros pasos de la creciente intervención del Ejército en la política española del nuevo siglo.

Montero Ríos murió en 1914. En su testamento renunció a las condecoraciones que había recibido de la Corona.

Además de político, Montero Ríos participó en la Comisión General de Codificación, fue académico de la Historia y de la de Ciencias Morales y Políticas. También colaboró en la Revista General de Legislación y Jurisprudencia, ya que se destacó como un ágil jurista.

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