De acuerdo con los datos de un informe publicado por el semanal británico, el descenso se debe a una penalización por falta de independencia judicial relacionada con el bloqueo en la renovación del Consejo General del Poder Judicial.
Según la última publicación del Índice de Democracia (ID) que calcula The Economist Intelligence Unit (EIU), España ha sufrido un deterioro de 0,18 puntos en la puntuación sobre calidad democrática. Lo suficiente como para relegar al país de la «democracia plena» a una «democracia defectuosa», dentro del ránking clasificatorio que evalúa el estado de las democracias en 167 países de todos los continentes.
El descenso en 2021 se debe principalmente a una rebaja en su puntuación
por la independencia judicial. Paradójicamente, el órgano encargado de supervisar el sistema judicial y garantizar su independencia, el Consejo General del Poder Judicial, lleva funcionando de forma interina casi cuatro años, ya que su mandato venció en 2018. Sin embargo, como no ha habido acuerdo sobre el nombramiento de nuevos jueces (se requiere una mayoría de tres quintos en el parlamento), su renovación permanece bloqueada.
Ya en 2017, España estuvo cerca de ser enmarcada como una democracia de segunda después de que su puntuación cayera a raíz de la crisis catalana, que llevó al Gobierno central a tomar medidas contra políticos catalanes por actuar inconstitucionalmente.
Así pues, uno de los retos que ha de afrontar el país, junto a una amplia letanía de escándalos de corrupción y un creciente nacionalismo regional, es la efectividad de la separación de poderes.
La democracia continúa su declive
Aunque sólo España ha sido relegada a una «democracia de segunda» dentro de la Unión Europea, no es el único país a nivel mundial que se ha encontrado en esta situación. También Chile ha sido degradado. En su caso, a causa de la cada vez más amplia brecha entre la sociedad y la política. Una separación tangible si se observa la baja participación en las últimas elecciones que, además, dieron lugar a un parlamento extremadamente polarizado.
La democracia global ha continuado su declive.De acuerdo con The Economist, menos de la mitad (45,7%) de la población mundial vive actualmente en una democracia de algún tipo, una disminución significativa desde 2020 (49,4%). Y tan sólo el 6,4% reside en una «democracia plena» (un nivel inferior al 8,4% de 2020). De esta forma, la puntuación global ha caído de 5,37 a un nuevo mínimo de 5,28 sobre diez. Un descenso que llevaba sin producirse desde 2010, tras la crisis financiera.
La sociedad cada vez desconfía más de la política
En este último año, todas las áreas se han visto perjudicadas: los procesos electorales y el pluralismo se encuentran cada vez más tensionados por la polarización política y la falta de diálogo. La gobernabilidad se ve entorpecida por la hiperfragmentación, al mismo tiempo que la participación política ha menguado estrepisosamente debido al miedo generalizado al contagio y a las restricciones asociadas a las libertades civiles.
La democracia no está cumpliendo para muchas personas. El balance también muestra que la insatisfacción popular con sus sistemas políticos está impulsando el apoyo a la reestructuración institucional, así como la búsqueda de alternativas a la democracia.
Ciudadanos de países como Italia (89%), España (86%), Estados Unidos (85%) o Francia (73%) piensan que el sistema debe ser reformado. Aunque no se especifica en qué sentido.