Cuando en la política domina la polarización, el ruido, la confrontación y, en ocasiones, la banalización.
Comienza 2023 con una polarización, banalización, confrontación y ruido político en todo lo alto, tal cual se fue fraguando a lo largo de los últimos meses de 2022 y, también, durante años, al mismo tiempo que el adanismo, el cortoplacismo y el oportunismo partidista, base de todo populismo de diferente color, domina la escena y confunde a la ciudadanía.
Y a ello se han sumado los mass media “tomando partido” (a según qué intereses ideológicos o empresariales pertenecen), con unos informadores de diverso “pelaje” ideológico y tertulianos bastante vulgares, algunas y algunos de los cuales proceden o están (también) en la política, “arrimando el ascua” a sus intereses respectivos.
También en las redes sociales las personas fanáticas de cada formación y/o ámbito político, con bulos y cuchufletas, lanzan sus dardos contra las ideologías y partidos contrarios, rivales y/o enemigos.
¿Quiénes saldrán ganado de esta grotesca situación?
¿Qué partido o coalición saldrá ganando de esta insoportable, grosera y mediocre situación, cuando todos van lanzados “a la caza” de todo tipo de voto?: En semanas/meses lo veremos. Pero una cosa la tengo muy clara: la ciudadanía NO. Es la que está perdiendo y perderá, finalmente.
Un casposo “trilerismo” político ha ido creciendo con fuerza y en la última década del siglo XXI se ha hecho más evidente, poniendo en peligro la convivencia y los derechos de ciudadanía
La tensión, en los últimos meses de 2022, también se fue trasladando al ámbito judicial y a órganos como el Tribunal Constitucional que, aunque pueda gustar más o menos a según qué sectores políticos, debería de ser garante de los derechos y libertades. Pero la realidad es que se ha ido pervirtiendo notablemente, politizándose partidariamente hasta extremos caóticos y socavando, preocupantemente para la convivencia y la democracia, su credibilidad. Y aún queda el “socavón” del Consejo General del Poder judicial, que -como consecuencia de posturas políticas tozudas y electoralistas de “tirios y troyanos”- sigue empantanado, repercutiendo -gravemente- en toda la cadena jurídica y en su credulidad.
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Un casposo “trilerismo” político ha ido creciendo con fuerza y en la última década del siglo XXI se ha hecho más evidente, poniendo en peligro la convivencia y los derechos de ciudadanía, ya que el “forofismo”, antes comentado, hacia los “colores políticos de turno” se ha hecho insostenible e insoportable, con los riesgos, a futuro, que ello comporta. Sólo hay que mirar más allá de nuestras fronteras geográficas: Para los populismos de diverso colorín son el mejor “caldo de cultivo”.
¿Arquitectura constitucional en riesgo?
El problema de la Constitución no es tanto el texto y sus orígenes, sino su poco, malísimo, conservador desarrollo y un incumplimiento total y absoluto a lo largo de estas más de cuatro décadas, en ámbitos fundamentales
Es evidente que la arquitectura constitucional se hizo en momentos muy complejos y desde diferentes sectores se le ataca por entender que pertenece a lo que denominan (acertadamente o no) “Régimen del 78”, impregnado de nacionalcatolicismo monárquico.
Pero la realidad es que el texto de la Constitución, independientemente de diversidad de opiniones y más allá de que necesite adaptaciones y reformas por el paso del tiempo, en una gran parte es útil, sobre todo en lo que afecta a los derechos y deberes fundamentales. Incluso hay quienes exigen un verdadero proceso constituyente, para caminar hacia un modelo de Estado federal, laico y republicano e, incluso, el dar posibilidad a fórmulas de autodeterminación territorial, en este último caso de intencionalidad separatista, en una especie de huida hacia un futuro incierto sin retorno, en un mundo cada vez más global y dependiente de enormes corporaciones (tecnológicas, energéticas, financieras…) y con unos estados-nación y gobernanzas cada vez más achicados y débiles.
En cuanto a los derechos y deberes, el problema de la Constitución no es tanto el texto y sus orígenes, sino su poco, malísimo, conservador desarrollo y un incumplimiento total y absoluto a lo largo de estas más de cuatro décadas, en ámbitos fundamentales, por parte de los poderes legislativos y sobre todo ejecutivos de turno, desde los ayuntamientos hasta los gobiernos centrales, pasando por las diferentes gobernanzas de las CCAA y las diputaciones y cabildos.
En ocasiones se “vende” más “humo” cortoplacista, que se aportan soluciones de calado para la ciudadanía, a medio y largo plazo
Por no irnos más allá, aunque es un endémico problema gestado desde 1980, en lo que afecta a la actual legislatura de centro izquierda que cumplirá su mandato en este 2023, en mi opinión en temas trascendentes se ha vendido más humo que soluciones reales a los grandes e históricos problemas.
Bien es cierto que, a pesar de los graves problemas globales, el crecimiento en España se ha situado en el 5% a finales de 2022 y que a lo largo de esta legislatura se han aprobado, reformado (o están en debate), entre otras, leyes, (más o menos pacatas, en según qué casos) de igualdad, eutanasia, IVE, memoria histórica, animalistas, de familia, la polémica de defensa de derechos de las personas con diversa orientación sexual o expresión de género y características sexuales, se ha garantizado la subida anual de las pensiones con referencia al IPC (subyacente), se ha modificado la naturaleza de los contratos de trabajo y se ha elevado el SMI, aunque estas dos últimas medidas laborales se incumplen enormemente: hechas las leyes/hechas las trampas)… De hecho, el mercado laboral es el más disfuncional e inestable y precario de la UE y -todavía- el de mayor tasa de desempleo, sobre todo entre los jóvenes, aunque el número de parados haya descendido, pero aumentado el número de fijos discontinuos (no contabilizados como tales) y de falsos autónomos.
El riesgo de pobreza en España, en base a los datos de 2021, se ha incrementado hasta el 27,8%, casi un punto más respecto a 2020, cuando el riesgo era del 27%
Pero en otras cuestiones de importante trascendencia el “agujero de desigualdad social” es enorme y en algunos casos ha crecido o aumentado las incertidumbres en el último quinquenio, por citar cinco de los más evidentes y sangrantes:
1- Las políticas activas de Habitabilidad y Vivienda NO existen: asistimos a un enorme caos al albur de los mercados, con unas instituciones y gobernanzas que se “mean” y se “cagan” en el art. 47 de la Constitución – les importa un rábano, afectando -gravemente- a muchos jóvenes y a adultos y ancianos con escasos recursos. Quizá éste sea el tema más grave y preocupante.
2- Los Servicios Sociales a personas dependientes (afectando -sobre todo- a ancianos sin recursos) se han privatizado (y deteriorado) hasta extremos insoportables, sobre todo en la última década.
3- La Sanidad pública en todas (absolutamente todas) las CCAA camina hacia su parcial privatización: En menos de una década, y de no remediarse políticamente, la pública quedará reducida para los sectores más desfavorecidos, en una especie de beneficencia “a la norteamericana”.
4- La Educación -tras la última reforma (LOMLOE)- y las tibias reformas en FP y Universidad ha consagrado su dualidad (pública/privada) y su confesionalidad, provocando enormes bolsas de segregación social e ideológica – eliminándose del Sistema la democracia participativa, casi al completo. Y dejando (previsiblemente – y de no remediarse) los contenidos (y hasta los sistemas de enseñanza aprendizaje) en manos de grandes corporaciones privadas. Y en cuanto a la enseñanza universitaria, además de la acelerada privatización, los costos de los obligados “masters” son costosísimos e intocables para muchas economías, lo que genera una lamentable segregación. Y, por último,
5- El caos -de futuro- de las pensiones públicas que tienden (en una parte) hacia la privatización y su alargamiento (en la edad) en cuanto a poder acceder a ellas, como consecuencia de una muy mediocre gestión que se viene haciendo desde los “Pactos de la Moncloa” … Con unas gobernanzas que no aceptan que haya una auditoría y control democrático de la “supuesta” caja pública, en la que “meten la mano” la Agencia Tributaria y diversos organismos públicos.
En cuanto a los niveles de desigualdad social, el último informe publicado por el Instituto Nacional de Estadística, en junio de 2022, señala que el riesgo de pobreza en España, en base a los datos de 2021, se ha incrementado hasta el 27,8%, casi un punto más respecto a 2020, cuando el riesgo era del 27%. En noviembre de 2022 el riesgo de pobreza extrema se había incrementado en 5 puntos en los últimos cinco años, alcanzando a 4,8 millones de personas. En tan sólo dos años 2021 y 2022 habría crecido, habiendo 320.000 pobres severos más.
Laicidad institucional, en una sociedad plural y secularizada altamente
Por supuesto, yo no puedo dejar de citar el nulo avance, en esta legislatura (y en las anteriores), en cuanto a una laicidad real de las instituciones del Estado, cuyo hecho afecta negativamente a la democracia, ya que la Iglesia católica y otras corporaciones religiosas disfrutan (cada vez más) de incomprensibles beneficios fiscales, económicos, cesión de suelo público, institucionales y simbólicos, curiosamente frente a una realidad social cada vez más secularizada. Además de “controlar” un tercio de la Enseñanza y casi toda la “industria de la caridad”, frente a la justicia social de que debería de gestionar y promover las instituciones del Estado, desde los ayuntamientos hasta la Moncloa, pasando por las CCAA, cada uno en su responsabilidad y diversidad política. Mientras no se da solución al vergonzante escándalo de las in-matriculaciones.
Triunfalismos políticos a nivel estatal, autonómico y local, con vistas a los periodos electorales próximos
Todas las formaciones políticas se atribuyen éxitos varios y casi ninguna autocrítica de cara a las confrontaciones electorales de mayo y (previsiblemente) del próximo otoño. Se destacan logros y leyes, pero no se reconocen los fracasos, cuando algunos son de órdago, estando en la mente de todos y todas y que yo no voy a citar, porque ya nos están “machacando” bastante los medios de comunicación y los líderes políticos de los “bandos” contrarios, sobre cuestiones que (algunas) son sangrantes y que se dejan pudrir, por “no dar el brazo a torcer”. Pero nadie quiere reconocer fallos, ni -por supuesto- “cambiar el paso”. La prepotencia -en política- “está de moda”.
Si, por ejemplo, analizamos la economía global, más allá de los números que el gobierno central nos presenta como positivos (es cierto, que algunos son mejores con respecto a la media de la UE), pero la realidad es que la deuda pública española -a medio y largo plazo- es preocupante, en términos PIB la más alta de la historia de España, incluyendo los 84.000 millones de euros que el gobierno solicitó a Europa, para el Plan de Recuperación el pasado 20 de diciembre de 2022, con una carencia a diez años, nada más y nada menos.
En cuanto a la carestía de la “cesta de la compra” que está en el candelero, desde hace un año, creo que poco hay que comentar, es un mal de la UE, como consecuencia de un capitalismo desmedido y, al parecer, de la guerra-genocidio de Ucrania. Punto arriba, punto abajo… está desbocado, lo que empobrecerá, aún más a un gran porcentaje de la población, que no tiene acceso a productos imprescindibles para una alimentación saludable y equilibrada. Las gobernanzas, están demostrado, que son incapaces de dar soluciones. En su caso, sólo aportan pequeños parches intrascendentes, a veces contraproducentes y no sólo en España. En suma, “humo”, por incapacidad.
Y para finalizar y si no hay otro inesperado contratiempo, como fue la pandemia o la guerra en Ucrania que ha modificado la geopolítica y la economía global, más allá de los más de sesenta conflictos locales permanentes que hay en el Planeta, además de unos popu-fascismos en alza (adaptados a cada región y circunstancias)… en España en los próximos meses tenemos, además de los endémicos problemas ya citados, como la vivienda, el futuro de las pensiones, la sanidad, el empleo, el poder judicial, etc. cuestiones derivadas de la geopolítica global, como la inflación, la energía, la gestión de la agenda 2030, el creciente militarismo y la OTAN (como elemento complejo de bloques), los problemas derivados del Sahara y Marruecos, con Argelia al fondo y la sombra de una anunciada recesión por el FMI… entre otros .
Esperemos, pues, los programas de los partidos, sus promesas y compromisos, mientras la escandalera política y mediática seguirá presente.
Francisco Delgado Ruiz (Fue diputado en 1977 y senador en 1979)