El Concordato (Acuerdo con la Santa Sede) puede denunciarse obteniendo mayoría en el Congreso de los Diputados, contemos: 120 PSOE + 35 UP + 13 ER + 5 EH + 2 Más País + 2 CUP + 1 Compromís + 1 BNG = 179 (176 mayoría). Votar progresista ante una de los anacronías más conservadoras del país debe ser un acuerdo fácil… y si no, pues hay que poner las cartas sobre la mesa y que juzgue el electorado.
El acuerdo con la Iglesia Católica es una infamia negociada antes de la Constitución Española, y firmada días después para intentar darle una pátina de legitimidad. Básicamente el acuerdo es, tú me das un montón de prebendas (exenciones, subvenciones, privilegios) yo no doy nada a cambio… un acuerdo raro entre estados, más parece la rendición/sometimiento del vencido tras una guerra. Junto con la Ley de Mecenazgo condiciona muchísimos aspectos públicos que Europa Laica valora en más de 11 mil millones al año.
Pero hoy no vengo a distraerme con otros asuntos sino con la próxima ley educativa. Nacerá deforme si debe seguir sometiéndose al mencionado Concordato, que obliga a las Instituciones Públicas a que se ofrezca doctrina religiosa en cada una de las escuelas e institutos españoles (desde los tres años).
No nos podemos permitir seguir siendo cómplices de abuso infantil (intelectual) que se basa, fundamentalmente, en dos Sesgos Cognitivos:
Sesgo de Autoridad: “Camuflar” a catequistas (34868, setecientos millones/año) como profesores, introduciéndoles en la escuela, les ofrece una clara autoridad, magister dixit, sobre los niños, poniendo en la misma balanza la enseñanza de ficción, de una secta, que la ciencia que recibirán en la siguiente clase… un verdadero ejercicio de confusión.
Sesgo de Confirmación: Puedes conseguir que casi cualquier persona crea en un dogma si tienes acceso a su educación y puedes crear una burbuja doctrinal lo suficientemente estanca. Controlar la educación es básico para las sectas pues se sabe que buena parte de esos niños permanecerán alienados (esclavizados) el resto de sus vidas.
Inocular supersticiones en la infancia (cuando la defensa filosófica tiende a cero) es abuso infantil… ninguna institución debería financiarlo con recursos públicos… menos aún en la escuela, que debería ser templo del conocimiento y del respeto a los derechos de la infancia. La vacuna contra el pensamiento mágico es el pensamiento científico (escepticismo), que debería ser obsesión en la enseñanza si queremos una futura ciudadanía libre, culta y crítica.
Javier García Rodríguez