«Al colegio se va a aprender, no a creer, pero el Estado no tiene dinero para formar ciudadanos, lo gasta en formar católicos»
Almudena Grandes (Madrid, 1960) es una escritora comprometida. Como todos los que se dedican a las letras, según ella, porque «hasta los libros que tratan de demostrar que nada ocurre en una sociedad tienen carga ideológica». Así que desde la huelga general del 20 de junio de 2002, la Grandes -madre de tres hijos encomendados a la educación pública- se ha situado tras las pancartas donde la izquierda española plasma sus demandas, incluido el regreso inmediato de las tropas españolas destinadas en Irak.
-¿Qué ventajas tiene para el alumno la escuela laica frente a la actual?
–Es fundamental la defensa de la escuela pública con todos sus atributos: mixta, laica, gratuita e integradora. La escuela laica es un mecanismo de igualdad que garantiza las libertades ciudadanas. Es el primer peldaño de la civilización. A la escuela debe irse a aprender, no a creer. La religión ha de reservarse al ámbito privado.
-¿En qué se diferencian los españoles educados en el laicismo frente a los instruidos en el catolicismo?
-La educación laica apareja coherencia. Sólo el 14 por ciento de los jóvenes asiste a misa, porque la religión tiene más que ver con bautizos, comuniones y bodas que con la fe profunda. Si la escuela pública se libra de la confesionalidad, ganará en coherencia. La vida real de los alumnos educados en el laicismo será más parecida a la declarada.
-¿Recomienda el modelo francés?
-No, el modelo español. El catolicismo es tan tradicional en España como el laicismo, recuérdese si no la Institución de Libre Enseñanza. La tradición no es más que algo que uno elige donde puede o donde quiere.
-Los bandazos políticos perjudican a los estudiantes. ¿Tan poco les importan a nuestros gobernantes los alumnos españoles?
-Lo ideal sería una ley de educación nacida del consenso, para que no sea corregida cada vez que cambia el Gobierno. La ley orgánica de Calidad en la Educación (Loce) es en realidad la ley orgánica de la caverna educativa. Es una norma muy complicada y problemática que retrotrae la escuela pública a la dictadura. La democracia acabó con los colegios segregados, pero la Loce los vuelve a poner de moda con dinero público.
-Un célebre profesor de los Jesuitas asegura que «el aprendizaje, bla, bla, bla aparte, son las dos "ces": codos y culo».
–Esforzarse es bastante importante, pero debemos rebelarnos contra las estructuras educativas sádicas. Memorizar sin comprender es algo fosilizado, pero sí, hay que estudiar y molestarse.
-Hay quien sostiene que la educación debe ser diversión.
-Es imposible ser feliz estudiando geografía, pero si no sabes que el Danubio es un río centroeuropeo, eres un animal. Las cosas importantes de la vida requieren esfuerzo. Por eso se valoran más.
-¿Sobrepasa la polémica sobre el laicismo al fondo mismo del asunto?
–Es una polémica artificial producto de la desproporcionada reacción de la Iglesia. El Estado sostiene económicamente a la Iglesia, luego no entiendo que se sienta perseguida por ese mismo Estado. El poder público no tiene dinero para formar ciudadanos porque se lo gasta en formar católicos.
-Usted estudió en Madrid con las monjas de los Sagrados Corazones.
–Sí, y las recuerdo sin cariño. Era un colegio clasista y ñoño, además de muy malo. Los colegios privados españoles no venden educación, sino el tamaño de sus canchas deportivas y de sus piscinas. Cuando mis compañeras y yo llegamos a COU nos asustamos mucho de lo poco que sabíamos.
-¿Un escritor comprometido subordina su literatura a un dogma?
-La literatura de combate es buena cuando la justifican las circunstancias. Lo que es malo para la literatura es malo para el dogma. Los libros no pueden convertirse en un aparato propagandístico del pensamiento. A los lectores hay que transmitirles emociones. Las páginas de una buena obra deben estar sembradas de preguntas. El compromiso político de un escritor puede manifestarse en dos niveles: en las páginas de sus libros y en los medios de comunicación como portavoces de la sociedad civil. Los escritores no estamos obligados al compromiso, pero es una posibilidad que yo asumo.
-¿También en la novela que está escribiendo ahora?
-También. Es una novela muy española sobre la transición, y por eso la trama no ocurre en esa época, sino en los años 40, 50 y en la actualidad. Se trata de una recuperación de la memoria histórica. Será un libro muy largo, el más extenso de los míos. Comencé a escribirlo en julio pasado y todavía me queda un año largo por delante. Pero no importa, porque escribir es un ejercicio muy agradable. Publicar ya es otra cosa, bastante menos soportable.