El pasado viernes, 22 de junio, un centenar de compañeros y familiares (venidos de toda España, y de Uruguay) de Manolo Navarro le urdieron un acto de reconocimiento en el Carmen de la Victoria de su querido Albayzín. Conducido al homenaje-sorpresa de manera muy hábil por jóvenes amigos, fue el propio Manolo quien tuvo la iniciativa final de entrar al Carmen.
Con lo que se encontró Manolo –poco amigo de agasajos– fue con un cariño y una admiración desbordantes, expresados en un acto y, ya con la espléndida vista nocturna de la Alhambra, una sencilla y animada cena-cóctel amenizada por el acordeón de Yolanda Hernández.
El acto fue iniciado, con emoción y gracia, por Pablo Laguna y Rocío Fajardo. Siguió un breve repaso fotográfico –preparado por Felipe Reyes– de la vida de Manolo, y a continuación intervinieron su hermano Miguel, el admirado maestro Antonio Fernández, el compañero de la Asociación de vecinos del Bajo Albayzín Laureano Sánchez, y el expresidente de Europa Laica Francisco Delgado. Además, dejaron sus mensajes varios miembros de Sevilla Laica y el antropólogo José Antonio González-Alcantud.
Todos hablaron en representación de tantas personas que le acompañaron o acompañan en militancias pedagógicas, sociales y políticas comprometidas en la búsqueda y construcción de libertades y derechos democráticos, en la mejora de la vida de las personas, y en particular de las que más necesitan mejorarla por las circunstancias: los desposeídos, los oprimidos. Recordaron cómo, desde muy joven, Manolo se ha implicado y ha trabajado duro, poniendo razón, corazón y coraje en su compromiso con la igualdad, la justicia, la solidaridad y la libertad, y siempre guiado por la racionalidad. Precisamente su lucidez, agudeza analítica y capacidad de diagnóstico, derivadas de su gran formación intelectual (es un ávido lector, con una biblioteca de unos seis mil libros), unida a su integridad moral, lo hacen un referente en tiempos convulsos (es decir, en todos los tiempos).
Manolo conoce bien la naturaleza humana, y lo que la debilita o fortalece, sobre todo en la infancia y la juventud. De ahí su pasión por la educación liberadora, y de ahí que lo que más le haga resplandecer el rostro sea la juventud inconformista, rebelde con causa, e inteligente y formada. Él mismo fue un joven crítico e inconformista, formado y perspicaz. Pronto se vio impulsado a posiciones políticas de responsabilidad (por ejemplo, fue alcalde de Moclín por el PSOE y vicepresidente de la Diputación de Granada durante la pre-autonomía), pero siempre resultó demasiado incómodo en las refriegas sindicales y políticas: no ha habido manera de que su figura encajara en el puzle rígido de las organizaciones al uso. Baste recordar su oposición pública, contra las consignas de partido, a la entrada de España en la OTAN, que desencadenó su salida del PSOE.
Su defensa de la libertad más específicamente humana, la de las conciencias (siempre tan temida por los poderes), explica su papel creador y dinamizador en la organización del movimiento laicista. Manolo aportó el impulso inicial y toda su energía para el nacimiento y el desarrollo de Granada Laica y Andalucía Laica (de la que es coordinador), sin olvidar sus extensiones, UNI Laica y el Seminario Galileo Galilei, ni la organización nacional, Europa Laica (es miembro de su Junta directiva y ha sido vicepresidente).
Su enorme capacidad y compromiso social lo sigue demostrando en varios frentes, pero cabe destacar el enorme esfuerzo que lleva a cabo desde hace años, día a día, y noche a noche, en el mantenimiento la web de Europa Laica y su extraordinario Observatorio del Laicismo, ya todo un referente en la defensa de la libertad de conciencia que trasciende nuestras fronteras. El Observatorio lleva, con su boletín diario, la denuncia y las esperanzas a todos los ámbitos y continentes donde el librepensamiento porfía por una sociedad más humanizada en la que los dogmas y la intransigencia no ahoguen la razón, la igualdad y las libertades. (Ya después del homenaje nos enteramos, y no por él –pues no se le conoce un solo alarde– de que, entre otras actividades sociales, también mantiene cada día la web de su asociación de vecinos).
El homenaje concluyó con la entrega, por parte de Antonia Fernández (Toñi) de un regalo de todos, la escultura, realizada por Benito Pintado, de una lambda (símbolo del laicismo y la libertad de conciencia) de bronce sobre una peana de madera en la que se dedica a Manolo esta frase de Bertolt Brecht: “Hay personas que luchan un día y son buenas. Hay otras que luchan un año y son mejores. Hay personas que luchan durante muchos años y son muy buenas. Pero hay personas que luchan durante toda su vida. Estas son imprescindibles”.
Manolo Navarro agradeció, visiblemente emocionado, la cariñosa “encerrona», y contó con humor cuán a menudo su vida transcurría por derroteros insospechados. Las batallas en que se ha ido viendo involucrado le habrían resultado inverosímiles al joven retraído que fue y, para qué decir, a aquel niño que, antes de saber leer, se ensimismaba simplemente pasando hojas de la Enciclopedia Álvarez patrás y palante, palante y patrás.
Pese a que aquellas palabras de Bertolt Brecht parecen escritas para Manolo, se da la paradoja de que este, aunque sigue tan activo como siempre –y lo que le queda–, no deja de bregar por no ser imprescindible. Pero lo sentimos, amigo, compañero: lo has sido y lo seguirás siendo en nuestros cerebros y en nuestros corazones.
Juan Antonio Aguilera Mochón
(Fotografías: Jorge Guerrero)
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