El líder de la comunidad islámica del norte de Cáceres, donde se asienta una de las comunidades marroquíes más importantes en España, ha sido expulsado por su radicalismo
«Llevo más de 25 años en España y siempre he respetado la ley y la justicia española». Yahya Benaouda (51 años), líder de la comunidad islámica en el Campo Arañuelo (Cáceres), sigue proclamando su inocencia desde Uchda (Marruecos), a unos 15 kilómetros al oeste de la frontera con Argelia, enclave tradicional de acceso de la inmigración irregular hacia Marruecos, donde vive ahora con su padre. Hasta allí fue deportado de forma fulminante por orden del Ministerio del Interior tras una exhaustiva investigación policial que duró más de dos años y que finalizó con su detención el pasado 26 de octubre.
La decisión ha sido ratificada ahora por la Audiencia Nacional al comprobar su «radicalismo islámico» y la continua «propagación del salafismo», uno de los movimientos islamistas más radicales.
La investigación no deja resquicio a la duda. La serpiente, disfrazada de agricultor en Talayuela -una de las zonas donde más musulmanes se concentra en nuestro país– se dedicó, al parecer sin levantar sospechas en la población española (al menos nadie del lugar dice haber visto nada o, en su defecto, guardan silencio), a divulgar postulados radicales. Una «infracción» catalogada legalmente como «muy grave» debido a que incluye actividades contrarias a la seguridad nacional. No podrá volver a pisar territorio español en diez años.
Las duras acusaciones las desmiente su abogada, Aziza Magni, que recurrió primero sin éxito la orden de deportación y ahora prepara -tiene de plazo un mes- el recurso contra la resolución de la Audiencia. Por el momento, la familia del imán sigue residiendo en Talayuela. Tanto su mujer -marroquí como él y con la que llegó a España en el año 1998- como sus cinco hijos, todos ellos nacidos en España y con nacionalidad española. Mientras duraba la investigación -que incluyó la retirada de toda su documentación, incluida su tarjeta de empleo, según denuncia su abogada-, Benaouda se vio obligado a abandonar sus tareas de trabajador agrícola (sobre todo en la recogida de tabaco, dado que esta zona acumula más del 95% de la producción de este producto en España) y se refugió en casa. Con el nacimiento de su hija a comienzos de este año, él se dedicó «todo el tiempo» a su recién nacida, por lo que se estableció un vínculo todavía «mucho más especial».
«Ahora la echa mucho de menos, como también la niña a él; está destrozado porque ya no la puede ver ni estar con ella», describe la abogada. El resto de sus hijos – el mayor, de 16 años- tampoco ha acompañado a su padre en este viaje que no tiene billete de vuelta. Todos habían comenzado ya el curso escolar. Benaouda -siempre con voluminosa barba porque los imanes «es mejor que la lleven»-estaba arraigado en Talayuela.
La comunidad islámica de la zona proclama a los cuatro vientos su inocencia e incluso organizó una concentración a las puertas del Ayuntamiento al día siguiente de su sorpresiva detención. Sin embargo, la Policía Nacional considera -según han explicado fuentes de la investigación a Crónica- que el imán decidió colaborar en labores de solidaridad en el pueblo durante la pandemia del Covid-19 como «cortina de humo» con la única intención «lavar su imagen» debido a que ya era consciente de que la Comisaría General de Información le pisaba los talones. A la par, los agentes sostienen que utilizaba sus redes sociales, en concreto dos cuentas -la suya y la de una de sus hijas- para propagar contenidos de movimientos islamistas radicales. Su abogada lo niega: «En su cuenta de Facebook, al parecer tiene amigos que sí podrían tener antecedentes, pero en realidad son amigos virtuales, como tenemos todos, pero que realmente no los conoces».
LA MEZQUITA
Benauda fue uno de los dos imanes -el otro fue Mohamed Laaraj- impulsor de la originaria mezquita de Talayuela, levantada en lo que había sido durante años un secadero de tabaco, en la calle Zurbarán. La comunidad islámica recaudó más de 130.000 euros en donaciones locales. El resto del dinero llegó del exterior. Es el lugar donde ratifican la fe hasta cinco veces al día -la primera a las 05.00 horas- y precisamente fue en este lugar, a la salida del templo, cuando fue el radical detenido hace tres semanas, cuando se dirigía a su casa. Eran las 8.05 de la mañana. Fue una operación relámpago dirigida por la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras del Cuerpo Nacional de Policía de Cáceres.
El líder islámico llevaba años trabajando para lograr la construcción de un cementerio musulmán en el término municipal. «Llegó a registrar una solicitud de apertura al Ayuntamiento», señala el periodista Isidoro Campos. Hasta el momento, todos los musulmanes fallecidos en Talayuela son enterrados en Madrid, pero él siempre ha lamentado que «cada vez era menos posible hacerlo debido a que el lugar se encuentra colapsado y en poco tiempo no habrá espacio para los fallecidos».
Vinculado desde sus inicios con la asociación magrebí An-Nur, la investigación lo acusa también de rechazar los valores democráticos occidentales y optar por la aplicación de la sharía (sistema de normas islámicas) en lugar de por el ordenamiento legal español. Le atribuyen también, abogar por la discriminación y segregación social de la mujer. A esto hay que añadirle su apoyo demostrado a los predicadores encarcelados en otros lugares por divulgar ideologías extremistas. «Se ha vulnerado el derecho fundamental de la libertad ideológica y de la Constitución», clama su abogada, por el contrario. «Es un musulmán pacífico; ni pertenece al Islam radical ni a ningún grupo salafista, al contrario, proclama un islam moderado y tolerante», argumenta. Para la Policía, todo es una tapadera. Un agricultor con alma radical.