Hasta hace poco, la Iglesia católica se entrometía en la vida sexual de los españoles hasta extremos denigrantes. Si pudieran, lo volverían a hacer… ¡no les permitamos avanzar ni una pulgada!
La desfachatez de la cloaca mediática española alcanza dimensiones cósmicas. Embisten contracualquier atisbo de pensamiento libre mientras defienden la superstición religiosa; se presentan como “defensores de las libertades” y elogian el franquismo, un régimen genocida donde las torturas, los encarcelamientos del contrario y los asesinatos, eran tan corrientes como los partidos de fútbol.
Pero, posiblemente, uno de los aspectos más pintorescamente malvados de aquella noche oscurantista lo conformóel tabú sexual, que amargó tantas vidas, sin perjuicios de los daños psicológicos irreparables causados.
Aunqueresultaría interminable la lista de despropósitos que modeló algo tan privado como la vida sexual de aquella generación, veamos algunos ejemplos…
En Instrucción de los metropolitanos españoles sobre moralidad pública. (Cruzada por la decencia, Madrid, 1957) se advertía que era necesario “evitar los peligros que suponen los baños simultáneos de personas de diferente sexo”. Por eso en algunas ciudades como Santander, y en muchas piscinas, había separación completa de sexos.
A su vez, en todo el país, se impartían consejos estrictos a los novios, advirtiéndoles de los “peligros tremendos del noviazgo”, y poniendo barreras constantes al trato entre las parejas.
En Normas de decencia cristiana(Comisión episcopal de ortodoxia y moralidad. Madrid, 1958) se enseñaba: “un hombre no debe tratar afectiva y asiduamente a una mujer sino con vistas al noviazgo”. En estos casos recomendaban el siguiente refrán: “Entre santa y santo, pared de cal y canto”.
Y los antepasados de nuestra actual caverna continuaban: “No puede aceptarse el que los novios vayan cogidos del brazo” (Obra citada).
No se podía hablar de sexo, ni para compensar la ausencia de educación sexual. Eso provocaba espeluznantes traumas en muchas mujeres durante la noche de bodas. Pero Aquellostalibanes de sotana seguían: “En todo caso, el novio podrá hablar de sexo cuando haya pasado ella a ser su esposa” (Obra citada).
En la misma obra se advertía: “Hay que evitar que los jóvenes, de diverso sexo, vayan juntos de paseo o excursión por lugares retirados, ya en pareja, ya en grupos. No se puede tolerar esto, como no sea bajo la vigilancia real de personas de garantía”.
También se entrometían en la ropa de las españolas. En la misma obra podemos leer las diatribas contra las faldas cortas “comprensible en el calor viril de la guerra, aunque ahora es preciso medir la longitud en faldas y pantalones como misión de los Reverendísimos Prelados en sus respectivas diócesis”.
No nos engañemos, no seamos olvidadizos, nuestro país estuvo dirigido por perversos reprimidos cuyos descendientes aguantamos hoy.
Por supuesto,“los bailes agarrados son un serio peligro para la moral cristiana”, advertían en la misma obra, tras lo cual metían sus pringosas narices en las “normas sobre trajes de baños” (obviamente para piscinas separadas).
Así, entre los hombres se toleraba “el simple bañador llamado Meyba” (sin marcar paquete, no fuera a ser que algún prelado le atizara un síncope al verlo). Eso sí, las mujeres tenía que ser recatadas (aún entre ellas). El traje de baño—nada de bikini—sólo se permitía dentro del agua; al salir debían ponerse “faldillas”. Y si se bañaban en playas mixtas, “el traje de hombres y mueres debe ser más modesto y emplearse solo para el agua, cubriéndose al salir con el albornoz”.
Las mentes enfermas—y crueles—de las autoridades católicas insistían: “…en el estudio y en el trabajo se ha de procurar, en cuanto sea posible, la separación de sexos”. Y por la Gran Vía madrileña, los jóvenes fanatizados por el padre Morales arrancaban los carteles de la película Gilda, pues aquella pecadora enseñaba los hombros desnudos y fumaba en boquilla, con casquivana expresión…
Sí, los ejemplos resultarían interminables, pero, recordemos… esto no acaeció en el siglo XVI, sino hace unas décadas, y si no continúa es, simplemente, porque aquellos chalados de sotana perdieron gran parte de su poder.
Sin embargo, no dudemos que si pudieran, volverían a lo mismo. Por consiguiente no bajemos la guardiaante la pléyade de meapilas fanáticos que, a día de hoy, comienzan a asomar las orejas.
Pero,sobre todo, sobre todo, no les permitamos avanzar