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El socialismo del siglo XXI se encomienda a la Virgen de Chiquinquirá

En medio de una de las crisis política,  económica y social más agudas conocidas en Venezuela en los últimos años  y con un modelo económico fracasado , en opinión del  mismo gobierno venezolano  y tras el  extraño atentado contra el presidente de la República Bolivariana  durante un acto  cívico-castrense  retrasmitido en directo a toda la nación,  en el que dos artefactos voladores, según la expresión de Maduro, explosionaron poniendo en riesgo la vida del presidente y de otras autoridades civiles y militares del Estado de Venezuela,  Maduro se encomendó, en un discurso, a la Virgen de Chiquinquirá. El discurso fue sorprendente porque en apenas unas horas del atentado, el presidente desveló  como causante del mismo al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos y a la ultraderecha venezolana y colombiana. Estas fueron sus  palabras: “Han intentado asesinarme el día de hoy  y no tengo duda que toda apunta a la derecha y ultraderecha venezolana en alianza con la ultraderecha colombiana y  el nombre de Juan Manuel Santos  está detrás del atentado.  No tengo dudas. La saña asesina de la oligarquía colombiana (…) Y apuntó directamente (…) Gracias a Dios tengo una protección especial, así lo siento, tengo la protección de nuestro Dios el creador, de nuestro señor Jesucristo, tengo la protección de la santísima virgen de   Chiquinquirá de nuestra chinita;  hoy le di un saludo especial a un regalo que me dieron y sentí su amor y su bendición y tengo la bendición y la oración de ustedes queridos y queridas  compatriotas”

Desgraciadamente cuando existe una crisis de fuerte calado los gobernantes, un tanto asilados de la realidad social, se resguardan, para salir de la crisis,  en soluciones cuasi mágicas, religiosas  e irracionales. Ese fue el caso de la decadencia de los zares en Rusia que se resguardaban en todo tipo de  magos y rasputines y más cerca  de Venezuela está el caso de Rosario Murillo, en Nicaragua, que recurre permanentemente a la invocación de santos y vírgenes y a la resignación cristiana  para intentar evadir los gravísimos problemas en la sociedad nicaragüenses. Pero, quizás, no sea este el caso del presidente Maduro  ya que, en su discurso, además de las referencias mágico religiosas invocó al pueblo de Venezuela  e incluso hizo algunas apreciaciones muy  inteligentes.

El problema para el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela es que cada vez más menos gente le cree incluso invocando a la protección de la  Virgen colombo-venezolana de Chiquinquirá. Si Chávez había perdido credibilidad, Maduro nunca la tuvo. Incluso en el mismo aparato del Estado venezolano pierde credibilidad y las fisuras son cada día más evidentes. Ha perdido credibilidad internacional y credibilidad social. La caída en el precio del petróleo, la disminución drástica del gasto social  más la pésima gestión del gobierno ha liquidado hace tiempo el “socialismo del siglo XXI “, aunque todavía ciertas aspiraciones sociales populares estén representadas por este núcleo de poder cívico- militar, cada vez más militar que cívico.

 La derecha venezolana-que es la oposición- está totalmente dividida y desde el ascenso del chavismo ha sido una oposición que siempre ha añorado una etapa pre chavista, la del  turnismo de los partidos tradicionales venezolanos donde, con un parecido modelo rentista petrolero al actual, no tenían que hacer concesiones al sector más popular, además de dirigir ellos mismos el aparato; en Venezuela ha existido una oligarquía política que  ha tenido el poder y el control del  Estado  por décadas y una gran parte del poder económico  y  la oposición actual al chavismo se siente heredera de esa oligarquía por lo que quisiera rehacer un bloque político social y electoral hegemónico como lo tuvo durante décadas y lo cual hoy es impensable. El propiciar la internalización del conflicto interno dirigiéndose a EEUU y a Colombia-país que ha entrado recientemente en la OTAN-para que intervengan, es para una parte de esa derecha  y ultraderecha venezolana, un atajo político en la que quede disimulada su incapacidad para armar una alternativa económica y  política mínimamente creíble para la mayoría de la sociedad venezolana e incluso para la clase media.

El problema es que el bloque cívico militar del chavismo posee también muy poca credibilidad  ya que el fracaso socioeconómico es más que evidente. Maduro ya no habla más del “socialismo del Siglo XXI” ahora ya comienza hablar de reformas monetarias y planes de reforma económicas reconociendo, sin rubor alguno,  el fracaso del modelo; por otro lado, la izquierda venezolana ha dejado de existir ya que ha sido subsumida y corrompida, en muchas casos, en ese bloque  de nacionalismo militar; pero lo que sí existe es una aspiración por parte de muchos sectores populares de encauzar la Republica por otro camino, no populista sino popular.

Este bloque cívico militar, al igual que la denominada oposición liderada por la derecha tradicional venezolana, también busca atajos políticos en el exterior- a través de China y Rusia- para contener la crisis y de ahí los riesgos que este conflicto pueda devenir en un conflicto internacional.

En un reciente artículo publicado en la revista Viento Sur, Manuel Sutherland , Director del Centro de Investigación y Formación obrera CIFO de Caracas, describe el problema de fondo de la crisis en Venezuela : “Más que una transformación socialista (o desarrollista), la economía venezolana vivió una masiva transferencia de renta hacia el capital importador y hacia una casta burocrático-militar que vive a costa de las arcas públicas mediante la sobrevaluación del bolívar y las importaciones fraudulentas para captar divisas a precios preferenciales. El proceso bolivariano ha sido más bien una variante del rentismo petrolero que ya se había registrado durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974-1979). Antes que a las revoluciones socialistas clásicas, el proyecto bolivariano se parece a un nacional-populismo militarista.”

Estas frases reflejan,  muy acertadamente, como ese modelo rentista en Venezuela no ha sufrido ninguna variación sustancial y la crisis del mismo, en los momentos de recesión del precio del barril, genera una crisis sociopolítica como la generó, en su momento, el nacimiento del chavismo. Uno de los sociólogos más reputados en Venezuela es el actual General de la Compañía de Jesús, el Papa negro, Alejandro Sosa Abascal,  quien se ha dedicado durante muchísimos años -y con un pasado  muy izquierdista- al análisis de este modelo rentista petrolero “no se  entiende lo que pasa en Venezuela si no se entiende que el país vive de la renta petrolera y que la administra con exclusividad el Estado. Esto supone que se haga muy cuesta arriba la formación de una sociedad democrática. El Estado tiene que estar subordinado a los ciudadanos porque son ellos quienes mantienen el Estado, pero (en el caso de Venezuela) es el Estado quien mantiene la sociedad y esto hace muy difícil la existencia de una sociedad civil independiente” y al referirse al momento más coyuntural expresa la encrucijada en la que se encuentra el país: “No existe en Venezuela una alternativa política al chavismo, es decir, otra propuesta que pueda ser escogida entre uno y otro. Lo que existe, lo que ha existido durante todos estos años, es una oposición al régimen chavista, que une a todos aquellos que por una razón o por otra están en contra del chavismo (…) Ninguna es una alternativa política que tenga una fuerza social o unas organizaciones que lo respaldan, que hagan posible que esa fuerza social se convierta en Gobierno, con un proyecto y con un programa. Eso no existe en Venezuela”.

En Venezuela el sistema político está ya muy deteriorado y carece de legitimidad social y política; desde el bloque cívico militar –sobre todo militar- del chavismo y también desde algunos sectores de la oposición se buscarán próximamente salidas que constituyan una “transición” y no sería de extrañar que acudan  a la Iglesia como institución mediadora, no a la iglesia venezolana que es una iglesia ultramontana y sesgada claramente a la ultraderecha, pero si  dirigiéndose –como ya lo han hecho-al Vaticano y al Papa negro. Pero bien sabe Alejandro Sosa, que esa transición ,en caso de producirse, no solucionará los problemas sociales de fondo que tiene Venezuela sino que será una nueva componenda para repartirse el pastel de la renta petrolera entre los intereses de las oligarquías políticas venezolanas, incluyendo los militares y los nuevos oligarcas salidos del chavismo-que también los hay-.

Quizás, en ese nuevo ciclo político , si es que se produce pacíficamente, la izquierda y  las fuerzas sociales que busquen la emancipación social y la democracia  deberían reconstruirse poniendo en un primer plano una alternativa de superación del modelo económico rentista petrolero.

Es paradójico que los bolivarianos  de hoy se encomienden, como hizo Maduro ante los artefactos voladores, a la Virgen de Chiquinquirá, y lo es porque Bolívar o Miranda eran revolucionarios, librepensadores y ateos y nunca hubieran acudido a una legitimación divina o mágica  para enraizarse en el pueblo, al contrario, sabían que  para emanciparse deberían de liberarse de ese catolicismo popular que, en Venezuela, se reclaman tanto Maduro como Julio Borges.  La Virgen de Chiquinquirá  simboliza el rentismo petrolero venezolano del cual todos esperan un milagro, hasta el mismísimo pueblo.

Antonio Gómez Movellán

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*Los artículos de opinión expresan la de su autor, sin que la publicación suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan todo lo expresado en el mismo. Europa Laica expresa sus opiniones a través de sus comunicados.

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