«Este es el momento más importante de nuestra historia reciente: por fin vencimos el miedo y somos un país verdaderamente libre. Logramos lo inimaginable y lo hemos hecho acá con la gloria de Dios y con su sabiduría». A los 42 años, con el poder absoluto en sus manos y el tono de un predicador evangelista, Nayib Bukele inició formalmente este sábado su segunda presidencia en El Salvador. El mandato se extenderá hasta 2029. «Los milagros que hemos visto no son pocos. Y si Dios así lo desea, vendrán muchos más».
Bukele había ganado unas controvertidas elecciones con el 84,65% de los votos. Semejante aval en las urnas ha convertido a las fuerzas opositoras en personajes decorativos de la trama política de ese país centroamericano. Desde el balcón de la sede del Ejecutivo, Bukele pasó revista a sus años en el Gobierno sin privarse de las analogías médicas según las cuales El Salvador había padecido cáncer, el de la violencia urbana, se ha curado, y ahora debe enfrentar las otras enfermedades con una legitimidad política mayor. «No solo estamos cambiando un país, sino un completo paradigma, ya quisieran otros pueblos tener lo que tenemos ahora». Para Bukele, El Salvador es un modelo ejemplar y por eso «ha venido el mayor número de delegaciones que ha tenido este país en su historia» a acompañarlo en la toma de posesión.
La investidura del adalid de la «mano dura» en el combate contra la criminalidad permitió que confluyeran el ritual institucional con los gestos de fuerte inclinación ideológica. El rey Felipe VI representó a España durante una ceremonia que no suscitó demasiado interés regional. Los presidentes de Brasil, México, Colombia y Chile, Luiz Inacio Lula da Silva, Andrés Manuel López Obrador, Gustavo Petro y Gabriel Boric, referentes de la corriente progresista, no encontraron razones para hacerse presente en El Salvador. Bukele se abstuvo deliberadamente de invitar a Nicolás Maduro y Daniel Ortega, sus colegas de Venezuela y Nicaragua, por motivos de enconos mutuos. Entre los invitados, y junto a la Primera Ministra de Guinea Ecuatorial, Manuela Roka Botey, la presidenta de Kosovo, Vjosa Osmani, y el Secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, se encontraban algunas las atracciones de la ceremonia: el argentino Javier Milei y Donald Trump Jr. Milei.
Canto a sí mismo
El discurso con el que ha dado inicio a su nuevo mandato giró alrededor de lo que Bukele considera su principal logro: la reducción de la actividad criminal. El país, dijo se convirtió en «el más seguro del hemisferio Occidental». El presidente volvió a mofarse de las críticas internas e internacionales sobre graves violaciones a los derechos humanos en la lucha contra la Mara Salvatrucha 13. La población carcelaria se ha triplicado a 100.000 en menos de dos años. Desde marzo de 2022, las autoridades han arrestado a más de 72.600 personas.
«Con la ayuda de Dios y el esfuerzo del pueblo logramos resultados que no habíamos imaginado. Lo hicimos porque teníamos el apoyo incondicional de los salvadoreños. De lo contrario, no hubiera funcionado. Ustedes reafirmaron que es este el camino que quieren para El Salvador. A partir de ahora tenemos que proteger como un león nuestro legado», dijo en defensa de su programa.
De la guerra contra las pandillas, Bukele prometió pasar a enfocarse a la par en «los problemas más importantes, empezando por la economía». Advirtió que para ser «bendecidos con otro milagro» quizá también «haya que tomar medicina amarga como sucedió con las pandillas«. Por eso, y ante la posibilidad de que lluevan críticas, dijo que habrá que defender «a capa y espada cada una de las decisiones que se tomen».
Desafíos pendientes
Para los especialistas se viene un inexorable ajuste. El Salvador es una economía dolarizada, donde el bitcóin funciona a la par que la moneda estadounidense. Para sostener su política de seguridad, Bukele ha incrementado de manera sostenible el endeudamiento. Al cierre de 2023, el pasivo total es de 20.000 millones de dólares. De ellos, 12.000 millones son compromisos adquiridos con acreedores externos. Los especialistas recuerdan que esos números no incluyen la deuda estatal con los fondos privados de pensiones de casi 10.000 millones de dólares.
Un pastor evangelista de origen argentino, Dante Gebel, pidió a los asistentes a la ceremonia inclinar la cabeza en señal de reverencia para permitir que el milagro de convertir a El Salvador en el país «más importante del mundo» si «nunca adoran a dioses falsos». Desde el balcón, Bukele y su esposa, Gabriela Rodríguez, ambos tomados de la mano, cerraron los ojos para acompañar ese pedido.
Más allá de los favores celestiales, Bukele espera controlar todos los resortes de la vida salvadoreña como lo hizo desde 2019. «Las consecuencias de que los tres poderes del Estado actúen de facto no son menores. Se ha entrado en una etapa en la que no hay límites al poder, no hay equilibrio en los órganos del Estado, el respeto a la ley ha sido eliminado para aquellos que tienen el poder para imponer su voluntad, no hay justicia imparcial para los ciudadanos», advirtió el diario digital ´El Faro`. «Ciertamente parece que la mayoría de la ciudadanía no tiene consciencia de la gravedad de la situación actual, quizá por la historia de dictaduras que ha vivido el país, y de la poca preocupación por realizar una reflexión colectiva de lo que es democracia».