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El retorno triunfal de los fajines morados a las aulas

Como estábamos volviéndonos ya demasiado rebeldes, y esto del estado laico, de la libertad personal y del respeto a la diversidad y a la pluralidad no les encaja demasiado, vuelven con la enseñanza de la religión católica con fuerza a las aulas, como en el régimen franquista. Y también regresa la disciplina militar, como denuncia la Plataforma en defensa de la escuela pública en Aragón: suscribo totalmente las palabras de mi compañero Antonio Lascorz, que actuó ayer como portavoz en una rueda de prensa para denunciar que “los recortes convertirán las aulas en cuarteles llevados por docentes autoritarios” .

El regreso de la armada de las sotanas es implacable y no reconozco el mundo que nos está tocando vivir. No me reconozco en un mundo dominado por mangantes y chorizos de lujo que han logrado el mayor de los éxitos posibles: que una amplia mayoría de la ciudadanía asuma que no hay dinero, que se sienta culpable de que haya servicios públicos básicos (educación, sanidad, protección social, justicia…) y de utilizarlos, como si eso hubiera sido vivir por encima de nuestras posibilidades. Y encima, no hay que quejarse: resignación cristinana.

El resurgimiento de los fajines morados de unos varones que se pretenden santos y todopoderosos, contrarios, por cierto, al violeta reivindicativo de los derechos de las mujeres, está acabando por rematarlo todo. La Conferencia Episcopal sabe que la educación es la base de todo (también de un régimen totalitario como el de Franco), y ha aprovechado la ocasión, imponiendo un valor académico a las creencias. Manual de la “buena escuela cristiana”, vaya, que no es lo mismo que “buena escuela”, y que puede ser incluso lo contrario, por culpa del PP (el PAR entiendo que suscribe y calla).

Me siento indignada y avergonzada de llevar en mi pasaporte la nacionalidad que llevo por cosas como ésta en el año 2012. Pero, ¿quién se cree la Conferencia Episcopal que es para pretender dirigir la sociedad y la vida sus ciudadanos y ciudadanas? Su modelo de apostolado político desde los púlpitos y los confesionarios, consolidado con un régimen franquista aliado de los altares y el incienso, fracasó hace tiempo. Sobrevivieron gracias a la tibieza y cobardía de dirigentes políticos que se decían (y dicen) de izquierda y, cómo no, gracias a sus medios de comunicación más afines (o propios). Han atravesado una liviana travesía por el desierto, entre oasis y oasis, hasta volver a encontrar en los escaños parlamentarios, sillones de alcaldía, asientos ministeriales, etc.  el espacio que proporciona el sistema democrático para imponer su reino más antidemocrático y sectario.

El PP, y los socios que se ha ido buscando en cada momento,  están siendo la mejor plataforma para los obispos, que ahora nos están haciendo una ley de educación, como si fuera lo más normal en pleno siglo XXI. Para que luego nos cuenten historias totalitarias de ciencia ficción… No se les ha oído abrir la boca ante el sufrimiento de tantas personas por culpa de los más poderosos que les están abocando a la miseria, a la exclusión social y a la segregación más dura, sean emigrantes y autóctonos. Eso de la humanidad y la solidaridad es harina de otro costal y no va con ellos.

Lo que va con ellos es dirigir el mundo y dirigir nuestras vidas, hasta en la cama, y ahí los tenemos, organizándonos un sistema educativo según sus intereses, imponiendo sus dogmas como si fueran ciencia, y colocando al mismo nivel las matemáticas, la literatura, las artes, o los valores humanos, sociales y ciudadanos y, en suma, la ética, con las creencias personales que, en su caso, pagarían si pudieran por volver a imponernos a todo el mundo como en tiempos del dictador Franco.

¿Esta la es reforma que cree el PP que necesitábamos? Es un bodrio sectario pensado para los intereses que defienden y que, por supuesto, no va a lograr ciudadanos y ciudadanas mejor formados. De hecho, no sé ni como tiene valor Dolores Serrat para defenderlo, porque es sencillamente eso, un bodrio.

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