La responsable de Inmigración de Cunit (Baix Penedès), la concejal socialista Silvia Martínez, se desmarca de su partido, el PSC, y critica la actitud de los dirigentes socialistas sobre el veto al velo integral. La máxima responsable de inmigración del Ayuntamiento de Cunit supo que su gobierno abordaría el veto al velo integral cuando los medios de comunicación reprodujeron el anuncio de la alcaldesa socialista, la también senadora por Tarragona, Judith Alberich. A tres días de votar esa moción, Martínez sigue esperando debatir el asunto con la máxima responsable del Consistorio. También con los dirigentes del partido socialista, por los que se siente ignorada. "Me han atado de pies y manos. Incluso pedí explicaciones a la dirección del PSC, pero aún sigo esperando respuesta", cuenta la concejal entre el enfado y la perplejidad.
El desencuentro se concretará el lunes con la abstención de Martínez en la moción antiburka impulsada desde su partido, al que ahora se opone frontalmente. "Me desmarco de la clase política y especialmente del PSC. Hemos perdido los papeles: prohibir el burka es descabellado, un absurdo brutal que arruina años y años de trabajo", asegura después de pasar tres años recorriendo puerta a puerta la localidad para agrietar el aislamiento de las mujeres de la comunidad musulmana. "Son mujeres marginadas, casi analfabetas. Estamos jugando con el asunto, pero hablamos de personas y es un juego muy peligroso", afirma consciente de que esta sinceridad puede traducirse en algún tipo de reprimenda política. "Asumo que pueden destituirme pero necesito pasear por la calle con la conciencia tranquila".
Pregunta. ¿El PSC está a favor o en contra de prohibir el uso del velo integral?
Respuesta. No entiendo la línea que seguimos los socialistas. Cada formación de cada pueblo actúa como si fuera un grupo independiente pero se trata del mismo partido. Resulta que desde el PSC ahora impulsamos las prohibiciones, ahora no. Y esto se ha convertido en un sálvese quien pueda [campi qui pugui, dice en catalán] caótico. No puedo aceptarlo.
P. Su Ayuntamiento fue de los primeros en posicionarse a favor del veto al burka. La alcaldesa incluso quiso llevar el debate al Senado, pero la dirección del PSC la frenó.
R. Me desmarco completamente de cualquier decisión del PSC. Soy concejal de este grupo, pero me han atado de pies y manos.
P. Pero usted es la primera responsable de inmigración en el municipio. ¿Nadie le ha consultado?
R. No ha habido ningún tipo de debate. Ni me han dejado intervenir en la negociación de nuestra moción. Y esa moción que presenta el PSC es algo descabellado, un absurdo total. Los socialistas, toda la clase política, hemos perdido los papeles.
Pregunta. ¿Por qué se actúa de esta forma?
Respuesta. He intentado consultarlo con la dirección del partido y sigo esperando que me devuelvan la llamada. La dirección de Tarragona me dijo que no podían hacer nada, que lo hablara directamente con la alcaldesa. De la dirección del partido en Barcelona aún no he recibido respuesta.
P. ¿Y qué motivos intuye usted?
R. Prefiero no pronunciarme para no abrir otra guerra. No me toca a mí hacerlo, sino a los que mandan en el partido. Alguien debería poner freno a esta oleada de prohibiciones.
P. Pues el veto al burka ya ha sido aprobado en el Senado, gracias a CiU, al PP y a la idea inicial de la alcaldesa de Cunit, socialista.
R. ¿A qué estamos jugando? Da la sensación de que todos los grupos políticos estamos jugando, pero es un juego muy peligroso, se trata de personas en un estado de precariedad alarmante. Lo valiente no es la prohibición, sino enseñarle a la gente lo que hay detrás. Burka no, pero la prohibición no es la manera.
P. Ahora mismo esa es una opinión minoritaria entre la clase política catalana.
R. Porque los políticos prefieren ignorar la realidad. Yo he leído informes técnicos sobre el asunto; como política, estoy obligada a tenerlos en cuenta. Para tomar decisiones, los políticos deberíamos basarnos en el juicio de profesionales.
P. ¿Qué dicen esos informes?
R. Que la prohibición es contraproducente y un freno para resolver el aislamiento de las mujeres que usan burka y niqab. Pero los ayuntamientos no lo tienen en cuenta. Es una incoherencia total. Tenemos las herramientas para trabajar con estos colectivos y nadie nos pregunta nada. Han enviado a tomar aire años y años de nuestro trabajo. ¿De qué sirve todo ese esfuerzo?
P. Hay un amplio consenso sobre que el veto al burka dignifica y libera a la mujer musulmana.
R. Eso solo puede afirmarlo quien no conoce o se niega a ver la realidad. Yo sí he hablado con estas mujeres. Proceden de pueblos de otro siglo, carecen de formación, sufren una pobreza absoluta. No saben qué significa el teléfono, no han visto un lápiz en su vida. Quizá el burka sea sumisión, pero estas mujeres sufren más de inseguridad. Tienen miedo de un entorno que no conocen. Alguien debe explicarles sus derechos, lo que pueden hacer y lo que no. Nadie se preocupa de ayudarlas.
P. Es usted la primera concejal del PSC que trata la cuestión desde esta perspectiva.
R. Se me acusará por ser sincera, desde el PSC y desde otros partidos. Pero no me preocupa que me censuren o me destituyan. Vivo en Cunit y necesito seguir saludando a las mujeres musulmanas cuando pasee por el pueblo. Con dignidad y la conciencia tranquila.
P. ¿Hay burkas en Cunit?
R. Ya no. Hay solo una mujer que lleva burka, pero desde que se anunció la moción para prohibirlo no la hemos vuelto a ver por la calle. Su situación ha empeorado: nadie fue a hablar con ella antes de lanzar el veto, y eso me duele. Si el Ayuntamiento prefiere fijar una prohibición antes que llamarla para abordar la problemática del burka, imagínese como estará ella. Se siente criminalizada. Son mujeres que necesitan una formación integral, están desorientadas.
P. ¿Hasta qué punto?
R. De forma profunda. Una mujer magrebí se echó a llorar porque castigó durante tres días a su hija después de que llevara a casa un escrito de la escuela. Esa nota alertaba de que varios alumnos habían tenido piojos, pero la madre lo asimiló a que la niña se había portado mal. No se creyó las explicaciones de la hija. Cuando se lo aclaramos, arrancó a llorar. Si nadie las ayuda, una prohibición no conseguirá nada.
P. Muchos señalan que el veto al burka es compatible con ese trabajo.
R. Llevamos tres años yendo en busca de mujeres, llamando a cada puerta, casa por casa, preguntándoles por qué no salían de sus viviendas. Casi teníamos que empujarlas para que se atrevieran a hacerlo. Pero ahora se sienten perseguidas, nos resultará imposible ayudarlas. No saldrán de casa sin burka desde el primer día. El proceso es bastante más largo.
P. Los alcaldes parecen asumir ahora que ese proceso resulta insuficiente.
R. Tienen los medios, pero no los usan. Yo creía en nuestro trabajo. Ha dado frutos que parecían inalcanzables. Mujeres que usaban niqab, que se encerraban en casa, luego salían a la calle. Venían a saludarnos y hasta nos presentaban a sus familias. Empezaban a conversar con la gente del pueblo. ¿Y ahora, qué?