El canciller de la Santa Sede encabezó el acto por los 90 años de relaciones diplomáticas con La Habana donde destacó la simpatía que el papa Francisco tuvo por Fidel y Raúl Castro.
El régimen cubano envió señales de «acercamiento» al Vaticano, incluida una invitación al nuevo Pontífice a visitar Cuba, en un contexto en el que continúa siendo cuestionado por la falta de libertades y por la represión contra creyentes y líderes religiosos críticos, durante otra jornada de la visita que realiza a Cuba monseñor Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados y los Organismos Internacionales de la Santa Sede.
El canciller vaticano se reunió este jueves con el gobernante Miguel Díaz-Canel, quien calificó al papa Francisco como «un buen amigo», expresó su «grato recuerdo» hacia el Pontífice y su «respeto y admiración por los gestos y las preocupaciones que él tuvo hacia los problemas del pueblo cubano», publicó el diario oficial Granma.
Más allá de los gestos diplomáticos, el gobernante insistió en que en la Isla se «respeta y perfecciona» la libertad religiosa, aunque en la práctica líderes católicos, evangélicos y de otras denominaciones han denunciado por años el hostigamiento y la vigilancia estatal a sus comunidades, especialmente a aquellos que se pronuncian en favor de la democracia o critican la situación del país.
Díaz-Canel también agradeció «el apoyo de la Santa Sede» en la lucha contra el embargo de Estados Unidos, uno de los mantras de La Habana para desviar el foco de sus propias responsabilidades en la crisis estructural que vive el país. Reiteró su rechazo a la política estadounidense hacia Cuba «en el aspecto de la religión», sin mencionar las numerosas denuncias de censura y control de culto dentro del territorio nacional.
El encuentro coincide con el inicio del pontificado de León XIV, a quien Díaz-Canel invitó formalmente a visitar la Isla con promesas de que «será atendido como merece».
En el encuentro, celebrado en el Palacio de la Revolución, monseñor Gallagher habló de «afecto» por Cuba y mencionó incluso la simpatía que el papa Francisco tuvo «por Fidel y Raúl» Castro.
«Con este diálogo continuo que se manifiesta en este momento, estamos comprometidos, junto con la Conferencia Episcopal de Cuba, a trabajar para definir con mayor claridad las relaciones y promover la cooperación de la Iglesia Católica en Cuba, para el bien de toda la población cubana», dijo.
Al concluir el encuentro, Díaz-Canel y Gallagher presidieron el acto central por el aniversario 90 del establecimiento de relaciones entre el Gobierno de Cuba y la Santa Sede
El ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, no desaprovechó la ocasión para arremeter contra Estados Unidos, al que acusó de genocidio por el embargo, mientras evocó a figuras como José Martí, Félix Varela y Fidel Castro, en un intento de vincular la narrativa oficialista con el pensamiento religioso y patriótico.
Aunque La Habana se esfuerza por proyectar una imagen de respeto institucional hacia la Iglesia Católica, la realidad es que el Estado cubano mantiene un control estricto sobre la actividad religiosa, y el diálogo con el Vaticano suele quedar reducido a gestos simbólicos, mientras en la vida cotidiana persisten las restricciones a la libertad de culto y de conciencia y la vigilancia a comunidades religiosas independientes.
«En el inicio del Pontificado del papa León XIV, renovamos nuestra voluntad de fortalecer el diálogo respetuoso, ético y constructivo que caracteriza la relación entre la Santa Sede y la República de Cuba», dijo Rodríguez Parrilla.
Cuba fue oficialmente un Estado ateo entre 1959 y 1992. Durante la era de Fidel Castro, la religión fue percibida como una amenaza ideológica al proyecto comunista, lo que derivó en décadas de represión. Las crisis del país forzaron una «apertura» controlada en los años 90. Aunque la Iglesia Católica recobró cierto espacio, nunca ha alcanzado plena libertad ni influencia pública, y las autoridades mantienen un control estricto sobre cualquier actividad religiosa con implicaciones políticas o sociales.
En los últimos años, el Vaticano ha jugado un rol clave en momentos de la política cubana, como la mediación del papa Francisco en el denominado «deshielo» entre La Habana y Washington en 2014. El Vaticano también ha intervenido en varias excarcelaciones masivas, aunque muchas de ellas involucraron a presos comunes, no necesariamente a prisioneros políticos.
Durante los últimos días de la presidencia de Joe Biden, el Vaticano intentó mediar para sacar a Cuba de la lista de estados patrocinadores del terrorismo a cambio de la liberación de presos. Sin embargo, con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, el mandatario devolvió a La Habana a esa categoría y las excarcelaciones acabaron.
El proceso permitió la salida de prisión de 553 reclusos, entre ellos poco más de un centenar de presos políticos. Sin embargo, algunos han sido devueltos a prisión tras la revocación de su liberación, como es el caso de los opositores José Daniel Ferrer y Félix Navarro, actualmente recluidos en régimen de aislamiento en cárceles de Santiago de Cuba y Matanzas, respectivamente, como represalia por mantener su activismo.
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