Los populares proponen que la corporación reconozca «las raíces católicas de Lalín, en cuanto representan los valores democráticos que no están presentes en otras religiones»
La religión vuelve a ser objeto de debate en la política lalinense. Esta vez es el PP el que aviva la discusión con la propuesta que llevará al pleno para derogar la moción de la aconfesionalidad, que tilda de «laicista», aprobada en abril por un gobierno entonces en mayoría. Su portavoz, José Crespo, confía en obtener el apoyo del edil no adscrito para sacar adelante el texto.
El líder popular volvió a tachar la moción en vigor de «irresponsable, por generar divisiones entre los vecinos; innecesaria, por inocua; incoherente e incongruente con la actitud de miembros del gobierno que la apoyaron; e incluso esperpéntica, como el paso del tiempo acabaó confirmando en todos los extremos que en su día criticaba el Partido Popular». Crespo recuerda que el hecho de que el propio alcalde «no se encontrase cómodo con la moción ya no presagiaba nada bueno». Afirma que la «impopularidad» de la medida llevó a Rafael Cuiña a «asistir con un ansia desbordada a todo tipo de misas, comuniones y demás celebraciones religiosas» e incluso a «declarar públicamente que se había visto obligado a votar a favor para no incomodar a su socio de gobierno».
El PP señala que «fue el cristianismo el que introdujo en la historia la independencia de la religión respecto del poder político, lo que no ocurre con el Islam», y cita el pasaje bíblico en el que Cristo ordena «dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios«. Eso si, añade que «no tiene que comportar una separación radical entre las realidades civiles y religiosas, ya que el poder político no puede hacer caso omiso del hecho religioso, promoviendo su marginación de todo el ámbito político, incluido el propiamente institucional, o negarle todo auxilio estatal». Apela a la «libertad ideológica, religiosa y de culto» consagrada en la Constitución Española, que establece que los poderes públicos mantendrán «relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y demás confesiones».
El grupo popular discute incluso la legalidad de una moción que, a su entender, «preconiza el laicismo» y «supone un intento de adoctrinamiento de la mayoría de la ciudadanía de Lalín por parte de un sector muy minoritario». «Su aceptación, y posterior desobediencia por una parte importante del gobierno supone un uso espúreo del pleno para el mercado entre las distintas formaciones que lo conforman», subraya Crespo. Se refiere a la presencia Cuiña y varios ediles en primera línea de la procesión de As Dores o su elección del autor de la ofrenda, igual que en la fiesta del Pilar. «Aprobaron una moción para seguir haciendo lo que hacíamos nosotros», critica Crespo.
«Desde el absoluto respeto por todas las ideologías y religiones, y por quienes no profesan ni unas ni otras», el PP propone que la corporación «reconozca las raíces cristianas y católicas del pueblo de Lalín, en cuanto representan los valores democráticos de justicia, igualdad, libertad y respeto que, lamentablemente -sentencia-, no están presentes en otras confesiones religiosas». De tal modo, solicita que se mantengan con la Iglesia Católica «las mismas relaciones y colaboraciones que antes de aprobar la moción» y que se anule el acuerdo plenario del 28 de abril en que esta salió adelante. Y concluye con un último ruego: «Que los miembros de la corporación puedan decidir libremente, por si mismos, si asisten o no a actos religiosos como representantes del pueblo».