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El ‘pelotazo’ de la Iglesia con una residencia de ancianos en la zona alta de Barcelona

Las protestas vecinales dieron al traste con los planes iniciales del Arzobispado, pero las negociaciones siguieron adelante y han firmado un nuevo acuerdo con el Ayuntamiento

La zona alta de Barcelona anda de nuevo soliviantada por un proyecto del arzobispado para construir una residencia de ancianos. Hace dos años, los obispos planeaban construir una residencia de investigadores. Las protestas vecinales dieron al traste con sus planes. Ahora, está proyectado un asilo, gestionado por una empresa experta en estas materias. Todo un negocio en un barrio donde escasea el suelo y donde el que hay se cotiza a precios que están por las nubes. O por el cielo, según se mire.

El Arzobispado es propietario de un extenso solar en el barrio de Les Corts a través de la Fundación Sant Josep Oriol. Allí tiene una manzana que incluye una residencia de sacerdotes, un convictorio (antiguo seminario) y unos jardines. La intención es reformar el convictorio y construir una residencia, lo que rentabilizará, y mucho, el solar. El antiguo proyecto de residencia para investigadores preveía un edificio de 7 plantas y 115 habitaciones, que sería gestionado por una empresa durante 50 años. Las protestas vecinales hicieron a la Iglesia repensarse el ‘pelotazo’. Por si fuera poco, se descubrió un documento del dueño original de los terrenos (un obispo) que dejaba escrito que en el solar solo se podría construir «obra pía». Pero, bien pensado, una residencia de ancianos, al margen de su valor crematístico por el negocio mercantil que supone, podría entrar dentro de esa categoría.

El pasado 3 de octubre, el Ayuntamiento de Barcelona citó a los vecinos a una reunión. Al llegar, los responsables municipales pusieron sobre la mesa un nuevo proyecto: se trata de una residencia de ancianos, que sería gestionada por una empresa del sector que ya gestiona un puñado de negocios similares, con 23 años de actividad y que da servicio a más de 1.000 usuarios. Los vecinos se alarmaron. «No sabíamos nada porque nunca nos lo dijeron. En julio de 2017, una moción de la CUP y de Ciudadanos, aprobada por unanimidad, acordó que se crearía una comisión de negociación donde estuviesen el Ayuntamiento, los vecinos y el Obispado. Y hasta hoy. Nunca hubo tal comisión y ahora nos encontramos con que la Iglesia ha negociado a espaldas nuestras un nuevo proyecto con el Ayuntamiento», critican fuentes de los vecinos a El Confidencial.

Opiniones contrapuestas

Desde la institución religiosa se niega la mayor. «Nunca dejamos de negociar», afirman en declaraciones a este diario. Y el director de la residencia de ese solar, mosén Josep Serra, subraya que «en los últimos dos años hemos tenido varias conversaciones, aunque no le podría detallar los pormenores del proyecto. Pero nuestra intención es negociar siempre». Los vecinos contestan que con ellos no se produjo ese diálogo: «Solo hablaron con Urbanismo del Ayuntamiento. Con nosotros nunca negociaron». En el Arzobispado, por su parte, no se detallan los pormenores del proyecto a preguntas de este diario. Debe ser que se entiende como secreto de confesión.

Fuentes municipales, por su parte, refuerzan las tesis de la institución religiosa: «Nos empleamos a fondo con este tema y hemos propiciado el diálogo de los vecinos con el Obispado. Hubo varias reuniones y a algunas de ellas asistió también el propio concejal del distrito, Agustí Colom, para aproximar posturas. Al final, se ha llegado a un punto en que el Obispado abandonó el anterior proyecto y propuso uno nuevo, para el que tiene todos los derechos, y se abre un periodo de alegaciones que puede concluirse antes de fin de año con la aprobación del permiso para la nueva residencia de gente mayor», explican fuentes del Ayuntamiento a El Confidencial.

En el consistorio se enfatiza que, al margen de la predisposición de los religiosos a negociar, en su cambio de actitud tuvo mucho que ver la actitud del concejal de distrito, negociando la flexibilización de las posturas de la Iglesia.

El exalcalde de Barcelona, Xavier Trias y concejal por el PDeCAT (d) habla con las concejales de Ciudadanos Carina Mejias (c) y Marilén Barceló. (EFE)
El exalcalde de Barcelona, Xavier Trias y concejal por el PDeCAT (d) habla con las concejales de Ciudadanos Carina Mejias (c) y Marilén Barceló. (EFE)

Pero eso no parece ser suficiente. Tanto desde la Coordinadora de Asociaciones de Vecinos y Entidades como desde la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) se dirigió hace unas semanas una carta al Ayuntamiento donde todas las entidades sociales mostraban su rechazo al nuevo ‘pelotazo’ urbanístico. «El Arzobispado asegura que ha modificado el proyecto inicial, es cierto, pero la realidad es que no ha respondido a ninguna de las peticiones de los vecinos. El complejo, con gestión cedida a un tercero a cambio de un canon anual y que incluye el nuevo edificio que se cuestiona, se ha reducido mínimamente, pero la modificación principal se ha realizado en la ampliación de la misma residencia de sacerdotes, en un edificio ya existente».

Para entender el conflicto ha de tenerse en cuenta que los permisos para edificar fueron concedidos al final del mandato del anterior alcalde, Xavier Trias. El proyecto cumplía con los parámetros del plan general metropolitano y no se podía denegar el permiso. «Si lo hubiésemos hecho, habríamos incurrido en prevaricación», arguyen desde el consistorio. Tras la negativa de los vecinos, el Obispado accedió a rebajar, en teoría, la volumetría de la obra: de 7 plantas, pasaría a tres plantas y una tercera que reculaba de la fachada dos metros por una calle y a cuatro plantas y otra más, reculada, en la fachada de otra calle.

Aparentemente, era una concesión del Obispado a las alegaciones de los vecinos, que en un escrito al consistorio del año 2016 se quejaban del déficit de espacios verdes del barrio y de que el edificio proyectado «desvirtúa el equilibrio que habría de jugar un equipamiento haciendo de frontera entre dos espacios con consideración de núcleo antiguo, el espacio de la plaza Comas y el espacio de la plaza de la Concordia. Consideramos que este nuevo edificio es un grave perjuicio urbanístico, ecológico y de movilidad para el barrio y sus vecinos».

Pintadas cubiertas con dibujos. (A. F)
Pintadas cubiertas con dibujos. (A. F)

Una rebaja con trampa

«Resulta que sí rebajan una planta de un edificio, pero es de la residencia de sacerdotes que tienen en la actualidad, cosa que nadie le había pedido. Debe de ser que no la tienen completa y no les hace falta. Pero del otro edificio no rebajan apenas nada. La cota máxima de altura del primer proyecto es casi idéntica a la cota de este nuevo proyecto. En realidad, solo han rebajado media planta del proyecto inicial, no dos o tres plantas, como sostienen ellos», critican los vecinos. Aseguran que «no estamos en contra del proyecto en sí. Incluso nos parece bien que haya una residencia de ancianos. Pero estamos en contra de las formas. Creemos que podemos llevar el tema por la vía judicial, pero preferimos que el Obispado se siente a negociar con nosotros. Es lo que le pedimos». Por ello, han presentado un escrito con alegaciones y una contrapropuesta al ‘pelotazo’: ahí incluyen una reordenación volumétrica «que a lo mejor rebaja en algo el volumen de la obra pero que es mucho menos agresiva con el entorno».

Uno de los principales puntos de fricción es el relacionado con un jardín protegido que envuelve el edificio. Los vecinos sostienen que no se puede tocar y el Ayuntamiento considera que solo parte de ese jardín está protegido y que el resto puede desaparecer. «El plan especial promueve una nueva edificación que elimina parte de los jardines protegidos, según consta en el catálogo de patrimonio municipal que protege el edificio histórico (antiguo convictorio) y su entorno (…) el barrio ha padecido recortes valiosos de espacios verdes en el antiguo Instituto Frenopático y de nuevo podríamos perder un valor tan apreciado, instituido por el PGM para compensar la contaminación de las ciudades», dice el escrito de queja de las instituciones sociales dirigido al Ayuntamiento.

El propio consistorio, en un informe firmado por la arquitecta jefe del departamento de Urbanismo, había reconocido en julio del 2016 que «la ficha especifica, en el apartado de posibles intervenciones, la conservación de los jardines. Esta conservación se ha interpretado como la necesidad de conservar un espacio ajardinado alrededor de la pieza catalogada, subrayando su carácter de edificio aislado».

Los vecinos se preparan para una resistencia numantina. Si no hay negociaciones son el Arzobispado, comenzarán en breve las movilizaciones periódicas para paralizar el ‘pelotazo’ y se preparan para una vía judicial que puede ser larga y penosa. Los vecinos esperan que se haga realidad el refrán de «amigo bueno, solo Dios del cielo». Pero, por si acaso, se preparan para otro adagio más pragmático: «Dios dice ayúdate, que yo te ayudaré». Y en eso están, en ayudarse primero ellos mismos y luego Dios proveerá.

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