1.380 templos católicos pueblan la Comunitat Valenciana de norte a sur, sumando solo parroquias e iglesias no parroquiales. Pero este no es, ni mucho menos, el único patrimonio inmobiliario escriturado a nombre de los estamentos eclesiásticos. Viviendas, fincas rústicas, centros educativos, pisos sociales o residencias engrosan un listado de propiedades que la última actualización del Catastro -el único balance fiable a falta de un registro oficial- sitúa en 2.487 bienes valorados en 652,4 millones de euros.
La cotización de los haberes en manos de la Iglesia ha crecido a un ritmo constante en los últimos años a pesar de la crisis económica de 2008, hasta el punto de alcanzar un incremento acumulado de 205 millones entre esa fecha y 2018.
La tendencia al alza, sin embargo, se rompió de forma drástica en 2019: el primer ejercicio en 14 años -desde que el Ministerio de Hacienda ofrece datos- en el que el patrimonio inmobiliario religioso se redujo en términos económicos.
La merma, concretamente, fue de 889.000 euros respecto al año anterior. Es el resultado de haberse desprendido de más de medio centenar de propiedades (56) que han cambiado de tipología.