La Santa Sede publica el decreto de desaparición de la organización fundada por Luis Fernando Figari al considerar que “nunca hubo carisma del Espíritu” y pretende utilizar su patrimonio, valorado en más de mil millones de dólares, para compensar a las víctimas
La disolución se firmó el pasado 14 de enero, aunque hasta hoy mismo no se ha hecho oficial. El Sodalicio de Vida Cristiana, uno de los símbolos de la Iglesia ultra en Latinoamérica, deja de existir, y se exige la entrega de todos sus bienes (las fuentes consultadas hablan de más de mil millones de dólares) para resarcir a centenares de víctimas de los abusos de la organización surgida en Perú a comienzos de los años 70.