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¿El Papa de Hitler o el salvador de judíos?: Pio XII, el pontífice del silencio

Mussolini trató de impedirle ser papa. Hitler quiso secuestrarlo. Para unos un «genocida», para otros un «salvador» de judíos. Su silencio en relación al Holocausto le sigue pasando factura.

El papa más polémico del siglo XX, por su silencio. ¿Ayudó o no a los judíos durante el Holocausto? No hay pontífice que desate, todavía hoy, más controversia en toda la centuria. ¿El motivo? El rol del Vaticano durante la II Guerra Mundial. Durante esa época, la Santa Sede tuvo que resistir a la presión de los totalitarismos fascistas y nazistas. Pero dicha resistencia, según algunos, no fue suficiente a la hora de defender el destino de muchos judíos. Los historiadores tendrán que explicar si, efectivamente, sirvió la estrategia del silencio.

Tras décadas de espera y casi 15 años para ordenar 16 millones de folios repartidos en 15.000 sobres y 2.500 fichas entre 1939 y 1958, el Vaticano abre paso a un nuevo capítulo de su Historia. Esta semana, sesenta años después de su muerte, se han desclasificado los archivos secretos del pontificado del Papa Pío XII. Nunca publicó una encíclica contra el racismo y nunca pronunció la palabra judíos durante la Segunda Guerra Mundial.

El Papa Francisco, en coincidencia con los 81 años de la elección de Eugenio Pacelli como Sumo Pontífice; ha dado vía libre a la desclasificación de su papado, para varios académicos de todo el mundo. «Ahora será necesario un largo trabajo de estudio», aseguró recientemente Sergio Pagano, el prefecto del Archivo Apostólico Vaticano, el nuevo nombre asignado por Bergoglio al ex Archivo Secreto Vaticano. «La Iglesia no tiene miedo a la Historia, al contrario; la ama», aseguró estos días el Papa Francisco, quien ha dado libre acceso a los expertos a otros archivos históricos, como el de la Secretaría de Estado, el de la Congregación para la Doctrina de la Fe y el de Propaganda Fide, entre otros.

Uno de los aspectos más polémicos de Eugenio Pacelli como Obispo de Roma tiene que ver con la persecución de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Según lo publicado por medios de comunicación italianos, no sólo habría abundante documentación acerca de la ayuda del Vaticano en relación al Holocausto, sino que además habría un fichero con el listado de unos 4.000 de judíos que pidieron ayuda a Pío XII para estar protegidos dentro de edificios pertenecientes a la Santa Sede.

«Es un espejismo de inexpertos», explicó hace unas semanas Gian Guido Vecchi, vaticanista del periódico italiano Corriere della Sera, «pensar que en los días siguientes a la apertura de los archivos conoceremos la verdad. Porque no puede haber un solo documento que, aislado, pueda probar el conflicto en torno a los silencios de Pío XII». La mayor controversia acerca del Papa Pacelli es que las dos posturas acerca de su pontificado son diametralmente opuestas: para unos siempre fue «el Papa de Hitler» y para otros el íntegro defensor de la justicia. Dos caricaturas radicalmente diferentes: para unos un «genocida», para otros un «salvador» de judíos. Pío XII no salvó a millones de judíos pero, como apuntó esta semana La Repubblica, es posible que «hubiera pensado que el retirarse de protesta pública», contra Mussolini a Hitler, «fuera un modo para permitir la acción a quien, arriesgando la vida, escondió a judíos en vez de denunciarlos, les dejó huir en vez de venderlos, y les protegió en vez de asesinarlos».

La desclasificación ha desatado grandes polémicas. Para el rabino mayor de Roma, Riccardo Di Segni, se trata de algo «sospechoso» que haya «unos ficheros ya listos para obtener así, rápidamente, unas conclusiones». «Estas escasas revelaciones serán un bumerán. Se ve claramente que no hubo voluntad de parar el tren del 16 de octubre de 1943 y que las ayudas apuntaron a proteger a los bautizados», polemiza Di Segni en relación al conocido tren, de unos 30 vagones, que se llevaron a más de 1.000 judíos del Gueto de Roma hasta Auschwitz. Para los detractores de Pío XII, de hecho, su mayor culpa fue la inacción durante aquel 16 de octubre. Di Segni, por su lado, añade: «Serán necesarios años de estudio. Hagamos trabajar a los historiadores».

En un reciente libro del historiador italiano Giovanni Coco, titulado El laberinto romano, se demuestra que Benito Mussolini tuvo interés en el año 1939 en que Eugenio Pacelli no fuera elegido pontífice. El motivo, según ha explicado recientemente el periódico italiano La Repubblica, reside en que el futuro Pío XII tenía una mentalidad «demasiado democrática» en un clima en el que el totalitario Mussolini tenía el poder en Italia y Hitler en Alemania. En definitiva, Pacelli era demasiado «político» y se prefería un líder católico «apolítico». ¿Por qué? De este modo, el régimen de Mussolini podía plantear, de cero, unas nuevas relaciones con la Santa Sede.

Hitler también posó su mirada sobre el Vaticano cuando Pacelli se alzó como Pontífice de la Iglesia Católica. Atendiendo a unas reconstrucciones publicadas por el diario italiano Il Giornale –según algunas personas cercanas a Pío XII, en aquella época– Hitler estuvo meditando si «ocupar el Vaticano y secuestrar al Papa, para encerrarlo en un castillo en Alemania», durante la II Guerra Mundial.

Según diferentes testimonios, Eugenio Pacelli no cambió ninguna de sus costumbres cotidianas, «ni siquiera sus paseos por los jardines vaticanos, bajo control aéreo», ante la posibilidad de que el Führer invadiera el Estado más pequeño del mundo. Finalmente, el Sumo Pontífice nunca dejó la Ciudad Eterna pese a estar en el blanco de los nazis y las probabilidades de un secuestro fueran cada vez mayores: «Si me quieren, tendrán que venir aquí. No abandonaré nunca voluntariamente mi sitio, aunque me costara la vida», habría llegado a pronunciar el Santo Padre atendiendo a los testimonios de una de sus cocineras.

Al parecer, la calma de Pío XII irritaba al dictador alemán: «Quiero saber cómo aquel hombre tan miserable, de sólo piel y huesos, consigue demostrar tanta fuerza hasta el punto de resistirse a mí e impedirme lograr lo que quiero», llegó a decirle Hitler al cardenal Michael von Faulhaber en el conocido Nido del Águila: «No puedo destruir Roma, algo que habría hecho con mucho gusto. La cantidad de judíos que ha salvado, ¡y que yo no haya conseguido hacer nada con él!».

En los últimos días, una de las noticias irónicas de esta semana es que este viernes han vuelto a cerrar el Archivo Secreto Vaticano. No por nada relativo a su contenido, sino por la actual crisis sanitaria del coronavirus que está viviendo Italia y que ahora también llegado hasta la Santa Sede. El jueves las autoridades vaticanas tuvieron noticia del primer positivo en su territorio, echando así el cierre a todos los ambulatorios y dejando en funcionamiento sólo el sistema de urgencias. Muchos historiadores, como el premio Pulitzer estadounidense David Kertzer, tuvieron que marcharse «debido al dramático anuncio del cierre de los Archivos de la Secretaría de Estado». Todo ello, «sin fecha de reapertura».

Eugenio Pacelli (Roma, 1876– Castel Gandolfo, 1958), hijo de un abogado, estudió filosofía en la Universidad Gregoriana, licenciándose en Teología. Ordenado sacerdote en 1899, con 25 años empezó a trabajar al servicio del Vaticano. Tras un periodo como docente de Derecho Canónico, en 1917 fue nombrado nuncio –embajador de la Santa Sede– en Baviera, y tres años después, en Berlín. En 1929 será nombrado cardenal por Pío XI y se convertirá en su secretario de Estado y, por tanto, en su más fiel colaborador y representante en diferentes viajes oficial por Europa y América Latina. Tras la muerte de Pío XI, Pacelli será su sucesor en 1939. Justo el año en el que comenzó la Segunda Guerra Mundial.

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