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El papa arremetió contra el periodismo

En un hecho sin precedentes, Benedicto XVI condenó a la prensa desde los balcones de la Plaza San Pedro por haber publicado el contenido de los documentos que se filtraron en el Vaticano

Al igual que cualquier gobernante de este mundo, pero en un episodio único tratándose del Vaticano, Benedicto XVI habló ayer ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para fustigar a la prensa y sus “versiones gratuitas” –sus “fantasías”–, renovar “mi confianza en mis más estrechos colaboradores” y asegurar que se llegará “hasta las últimas consecuencias” en la investigación de los hechos que escandalizan al mundo y que, en pocos días, terminaron con la detención de su mayordomo (Paolo Gabriele) y la renuncia forzada del presidente del Banco del Vaticano (Ettore Gotti Tedeschi).
Hasta ayer, el papa había guardado silencio sobre ambos episodios y sólo se sabía a través de distintos voceros que estaba “dolorido” por la ventilación de hechos que muestran a la milenaria institución como escenario de una despiadada lucha de facciones. Gabriele es acusado del robo de documentos papales confidenciales y de haberlos entregado para su publicación con la aparente intención de perjudicar al cardenal Tarcisio Bertone, número dos de la Santa Sede. Gotti Tedeschi es señalado como responsable directo de favorecer supuestas operaciones de lavado de dinero.
Seis días después de la detención de su mayordomo, Benedicto XVI  les confesó a los fieles que “lo sucedido ha entristecido mi corazón, pero jamás he tenido duda de que, a pesar de las debilidades del hombre, la Iglesia está guiada por el Espíritu Santo y el Señor jamás le hará faltar su ayuda y la apoyará en su camino”. El papa lamentó que en estos días se hayan “multiplicado deducciones, amplificadas por algunos medios de comunicación, del todo gratuitas y que han ido más allá de los hechos, dando una imagen de la Santa Sede que no se corresponde con la realidad”. El pontífice agregó entonces que “deseo, por ello, renovar mi confianza y mi aliento a mis más estrechos colaboradores”.
Por este escándalo que puso en la picota a la curia romana con la publicación de más de un centenar de documentos confidenciales, sólo ha sido detenido el mayordomo. Todos en la Santa Sede tratan de despegarlo del “caso Tedeschi”. La prensa italiana asegura que una veintena de personas, entre ellas varios cardenales, están en la mira de la magistratura vaticana, lo que fue desmentido por Federico Lombardi, el vocero papal. “Los cardenales responden directamente ante el papa. Si hubiera algún problema sobre un purpurado, sobre cualquiera de ellos, sería el pontífice quien decidiría, no puede depender del jefe de la Gendarmería o del magistrado si se interroga o no a un cardenal”, precisó.
El escándalo de las filtraciones de documentos reservados –el Vatileaks, como se lo llama– se desató a principios de año, cuando una emisora de televisión divulgó unas cartas dirigidas al Papa por el entonces secretario general del Governatorato de la Ciudad del Vaticano (el gobierno que gestiona este Estado), arzobispo Carlo María Viganó. En ellas, el purpurado denunciaba la “corrupción, prevaricación y mala gestión” en la administración vaticana, apuntando sus dardos contra Bertone. El papa no actuó en consecuencia y se limitó a sacar a Viganó de la estructura del Vaticano, enviándolo como nuncio apostólico a los Estados Unidos.
Por ahora, parecería que nadie tiene apuro en investigar la trama por la lucha del poder en el Vaticano. Lombardi dijo que Gabriele recién sería interrogado mañana, o “quizás en la próxima semana”. Mientras, sigue confinado en una celda en la que las cámaras de seguridad lo filman hasta cuando va al baño.

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