Por una parte sirven de antídoto contra la movilización, tranquilizando las conciencias de solidarios donantes e indignados con la injusticia social.
¿Qué tienen en común los bancos de alimentos de España y la Obra creada por San José María? Porqué los supernumerarios del Opus están metidos de lleno en la dirección de las macrocampañas de recogida de alimentos que movilizan a miles de voluntarios y entidades y que se justifican apelando a la solidaridad –antes le llamábamos caridad y beneficencia– para hacer frente a los estragos de la crisis? ¿Por qué lo hacen y qué ganan con ello?
Los cuatro Bancos de Alimentos de Catalunya han recogido una cifra récord, 4,7 millones de toneladas de productos alimentarios básicos -un millón más que el año pasado- en la sexta edición de El Gran Recapte. En esta ocasión se han movilizado 22.000 voluntarios en torno a 2.070 puntos de recogida en mercados y supermercados repartidos en 371 municipios. En el conjunto español, esta gran manifestación de la caridad la convoca la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL), que tiene –como puede leerse en la web habilitada para la campaña www.granrecogidadealimentos.org– luchar contra el hambre y el despilfarro mediante el trabajo de voluntarios y entidades colaboradoras entre las que encontramos bancos, grandes supermercados, medios de comunicación o empresas de seguros privados.
Según la entidad Filantropófagos (el negocio de la pobreza), los Bancos de Alimentos se define –según su web– como “organizaciones sin ánimo de lucro basados en el voluntariado y cuyo objetivo es recuperar excedentes alimenticios de nuestra sociedad y redistribuirlos entre las personas necesitadas, evitando cualquier desperdicio o mal uso. La organización de un Banco de Alimentos se orienta a un funcionamiento similar al de una empresa, con distintas áreas y un equipo de dirección.”
Pero además del gesto ciudadano y solidario entre iguales que quieren con su modesta aportación evitar que un vecino pase hambre… ¿Quién está detrás del Banco de Alimentos? ¿Qué intereses puede haber en esta labor caritativa? ¿Qué lleva a bancos, grandes centros de distribución de alimentos, compañías de seguros, transnacionales y medios de comunicación a unirse en el apoyo de esta urgente iniciativa?
Si realizamos en la página web del Opus Dei la búsqueda “Banco de Alimentos” nos da como resultado 42 entradas. Repasemos algunos cargos directivos del Banco de Alimentos.
|
A través del Banco de Alimentos se nos presenta a las grandes empresas de distribución , bancos y ejecutivos de grandes empresas como entes altruistas. Estas empresas distribuidoras controlan el 70% del mercado de alimentos y qué mejor que ellas para liderar esta gran obra benéfica. Sin embargo los motivos de estas alianzas aparentemente solidarias, introducen componentes de rentabilidad económica. Pudiera parecer que las grandes distribuidoras de alimentos se acercan a este tipo de actividades filantrópicas solo con la intención de mejorar su imagen de empresa. Pero, además del efecto publicitario, un interesante negocio se esconde detrás de la relación de estas empresas de distribución con el Banco de Alimentos. ¿Qué consiguen con sus colaboraciones desinteresadas? Según podemos leer en este artículo:
- Que no se produzca una caída de precios debido a que los alimentos no entran directamente en el mercado.
- Mejoran su imagen de responsabilidad social corporativa.
- No tienen costes en la destrucción bien sea de excedentes o de productos al límite de su fecha de caducidad.
- Se ahorran también el transporte y la retirada de los productos. Y la distribución a las entidades beneficiarias de las donaciones, pues lo hace un ejército de voluntarios.
- Las donaciones, de cualquier tipo, desgravan un 35% en el Impuesto de Sociedades (con la Ley de Mecenazgo del PP será el 100%).
- A la gente pobre se le acostumbra a la beneficencia, como si fuera ley divina que haya ricos y pobres.
- Los Bancos de Alimentos minan aún más las ventas del pequeño comercio en los barrios con más miseria.
- Por un lado regalan excedentes y por otro destruyen a los tenderos con las marcas blancas que son fruto de la sobreexplotación en origen y la que aplican a sus propios trabajadores.
Estas empresas saben que los stocks donados evitan la caída de precios y el gasto de destruirlos y aprovechan la ley que permite la desgravación del 35% de la cuota íntegra del Impuesto de Sociedades.
Pero por si estos beneficios a las grandes superficies fuera poco, en un perverso ejercicio de nueva filantropía, anualmente y en fechas señaladas como las prenavideñas, desde los medios de comunicación apelan a la ciudadanía a campañas de “Gran donación de Alimentos”. Esta presión mediática, que habitualmente suele enmascararse con el rigor informativo, lleva a que olvidamos que detrás de la palabra donación se esconde la mercantilista palabra “compra de alimentos”. Los alimentos “donados” en realidad son adquiridos por los solidarios ciudadanos en estas grandes superficies donde son estratégicamente ubicados los puntos de recogida del Banco de Alimentos. Se produce así un incremento de sus cifras de negocio y beneficios.