Fuentes del PSOE dan por hecha la “continuidad en política de diálogo y moderación con la Iglesia”
El recién estrenado nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, con marcado perfil político, como ha subrayado el propio presidente, incorpora nuevos perfiles donde también aparece de fondo la cuestión religiosa y está desterrado el sesgo “anticlerical”, como señala a Religión Digital Cristóbal López, coordinador federal de Cristianos Socialistas, quien destaca la que considera en su opinión impronta “humanista” del nuevo gabinete
Nombres como los de María Jesús Monteros, Margarita Robles u Óscar Puente son considerados del ámbito cristiano, en tanto que se destaca el origen de Teresa Ribera, Jordi Hereu y la simpatía de Yolanda Díaz o Pablo Bustinduy con el pontificado del papa Francisco
El recién estrenado nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, con marcado perfil político, como ha subrayado el propio presidente, incorpora nuevos perfiles donde también aparece de fondo la cuestión religiosa y está desterrado el sesgo “anticlerical”, como señala a Religión Digital Cristóbal López, coordinador federal de Cristianos Socialistas, quien destaca la que considera en su opinión impronta “humanista” del nuevo gabinete.
Aunque en la Conferencia Episcopal Española (CEE) las hayan tenido tiesas a raíz del informe sobre las inmatriculaciones con Félix Bolaños, el hombre de confianza de Sánchez -ahora también con la cartera de Justicia, además de la de Presidencia-, fuentes del PSOE dan por hecha la “continuidad en política de diálogo y moderación con la Iglesia” para la legislatura que ahora se abre.
De hecho, en el Consejo de Ministros se sientan a partir de ahora no sólo quienes ya en la legislatura pasada eran señalados (al menos en sus orígenes) como católicos, sino que aparecen nuevos que lo confiesan abiertamente, como es el caso de Óscar Puente, el exalcalde de Valladolid.
Es el caso de la nueva vicepresidenta María Jesús Montero, que es también, por su cargo como vicesecretaria general, la mujer con más poder en el PSOE, dado que la presidencia que ostenta Cristina Narbona es un puesto más simbólico. Perteneciente en la década de los 80 al Movimiento Juvenil de la Acción Católica, con sus miembros se reunía en su parroquia trianera de Nuestra Señora de la O, en Sevilla, al calor también de las palabras de varios comprometidos, entre ellos Manolo Mallofret.
Ahora ya no entra en las sacristías ni en los salones parroquiales, pero sigue frecuentando la amistad y el consejo de aquellos sacerdotes que la acompañaron en el camino y no le duelen prendas, llegado el caso, de defender la labor asistencial de la Iglesia, como hizo ante su compañera Carmen Calvo cuando esta, en un intento de agitar ‘la cosa eclesial’, instó a revisar la fiscalidad de los obispos.
El ‘apostolado’ de Juan del Río en Defensa
Repite también en el cargo Margarita Robles, la ministra de Defensa que se ha significado en su apoyo a la Comunidad de Sant’Egidio y que trabó una muy buena relación con el que era arzobispo castrense, Juan Del Río, de quien hizo un sentido elogio tras su inesperado fallecimiento a causa del covid en enero de 2021.
Una relación que es menos fluida con otros miembros del Episcopado, como se evidenció en marzo del año pasado, durante una mesa redonda del II Congreso Iglesia y Sociedad Democrática. En un diálogo con otros interlocutores, entre ellos Luis Argüello, sobre ‘¿Hacia dónde camina la política?’, Robles reprochó al entonces secretario general de la CEE que, en ese sentido, cargase las tintas con el tema de la cuestión cuando ella reivindicaba “la política con mayúsculas”. “Me preocupa Monseñor -le espetó- que diga que el poder es corrupción, la corrupción existe también en los medios de comunicación, en la Iglesia. La corrupción va unida al ser humano, pero habría que hacer una llamada en positivo a favor del ser humano”. La mesa redonda terminó de manera tensa y la ministra se fue a buscar un poco de comprensión en la figura del padre Ángel, que había asistido al debate desde la primera fila.
También algún reciente desencuentro con quien ya es su arzobispo en Valladolid ha tenido Óscar Puente, flamante ministro de Transportes, a costa del tuit de Argüello pronunciándose sobre la Ley de Amnistía. “Me encantaría que el arzobispo de mi ciudad se pronunciase sobre el centro de refugiados que iba a construirse en ella y que la derecha quiere cargarse. Eso sería, sin duda, un gesto cristiano”, posteó Puente. “La amnistía podría ser valiosa si fuera recíproca y los amnistiados renunciaran a un proceso ilegal y unilateral, si fuera fruto de un acuerdo con mayoría cualificada, si no amparase la violencia contra las personas. Si no es así, amenaza la convivencia a la que dice servir”, había posteado en X, la antigua Twitter, Argüello.
Aunque las relaciones habían sido buenas entre ambos, fuentes del PSOE destacan la buena relación que Puente ha mantenido con el cardenal Blázquez durante su ministerio pastoral en la capital castellana.
Otra vicepresidenta que repite al frente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico es Teresa Ribera Rodríguez, quien no es cristiana pero desde niña vivió en ambiente que sí lo rezumaba, al ser hija de militantes de la Juventud Universitaria Católica, como Teresa Rodríguez de Lecea, del MPDL, compañera de fatigas de Paca Sauquillo y Manuel de la Rocha.
La ‘cuota catalana’ en el nuevo gobierno de coalición viene de la mano de Jordi Hereu, quien según las mismas fuentes, procede del grupo del P. Llimona, religioso comprometido históricamente con el PSC, donde ahora es secretario el exministro Salvador Illa, perteneciente al grupo de Cristianos Socialistas de Catalunya. Y aunque no hay constancia de su filiación religiosa, la nueva ministra de Igualdad, Ana Redondo, ha dado conferencias sobre esa temática al grupo federal de Cristianos Socialistas.
En lo que toca al otro partido que conforma la coalición gubernamental, Sumar, no consta que haya ningún cristiano, pero sí son indudables las simpatías de dos de sus miembros por el papa Francisco. Empezando por su líder, la vicepresidenta segunda Yolanda Díaz, quien, durante la presentación del libro ‘Os ruego en nombre de Dios’, escrito mano a mano entre Francisco y el corresponsal de Religión Digital en el Vaticano, Hernán Reyes Alcaide, aseguró que la conversación que había mantenido con el Pontífice durante una audiencia en el Vaticano “me ha cambiado, ha sido de las más importantes que tenido”, confesó sin rubor esta hija de un sindicalista ferrolano que tenía contactos con los curas obreros de una zona que sufrió los embates de la reconversión naval.
Igual simpatía ha mostrado el nuevo minsitro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, quien un artículo publicado en 2021 en Ctxt sobre ‘La teología geopolítica el papa Francisco’, señala: “Ante quienes le tachan de marxista o de peronista, Francisco rebate con ironía que en realidad es al revés, que son los comunistas los que piensan como los cristianos (…). Francisco presenta la esencia del mensaje de Cristo como una praxis política, como un ejercicio de solidaridad y justicia a través de la transformación social. La misericordia cristiana no es ya solo el suspiro de los explotados, aquel ‘corazón de un mundo sin corazón’ que sirve para aliviar y acallar, sino la base de un programa político que, desde las periferias, llama a una sublevación general contra el orden de la globalización. Tierra, techo y trabajo es un programa para reorientar la base misma de la sociedad, para enraizarla de nuevo en la libertad, la igualdad y la fraternidad, presentados como valores esencialmente cristianos”.