Un adiós sin agua bendita. Es el que podrán dar los vecinos de Atalaya (Badajoz, 294 habitantes, a 15 kilómetros de Zafra) en la sala de su nuevo velatorio. El Ayuntamiento acaba de publicar la ordenanza para regular ‘los funerales civiles u homenajes o despedidas por fallecimientos’.
No hay rastros de que otros ayuntamientos hayan publicado una ordenanza de este tipo, tampoco tienen noticias en la Federación Extremeña de Municipios y Provincias. Así que esta localidad es la primera en Extremadura en aprobar una ordenanza para funerales civiles. Por el contrario, esta norma es común en el País Vasco.
Se sabe que no es obligatorio pasar por capilla antes de recibir sepultura. Hay familias que van directamente del velatorio al cementerio, mientras que otras pueden usar las salitas que alquilan en los tanatorios para organizar su despedida. La novedad de esta ordenanza es que el velatorio es de propiedad municipal y su equipo de Gobierno ha decidido crear una dependencia específica donde realizar las ceremonias sin credo al igual que en otros existen capillas católicas.
En localidades grandes, como Badajoz, las familias pueden despedir a sus seres queridos en las dependencias que alquilan en los tanatorios para velar el cadáver. En el Tanatorio del Puente Real disponen de una capilla y, aunque se puede preparar para otros ritos, no existen otras salas para realizar otro tipo de acto.
La alcaldesa de Atalaya, Manuela Infantes (PSOE), explica que España es un Estado aconfesional y que «no todo el mundo tiene que tener sentimientos religiosos». De ahí esta iniciativa. «En nuestra sociedad ese trance de la muerte se ha venido asociando a la fe religiosa y las Iglesias disponen de templos y de una larga tradición de honras y ritos fúnebres que permiten a las familias de las personas fallecidas honrar a sus difuntos. Pero en una sociedad abierta y pluralista como la nuestra existen también ciudadanos, con convicciones secularizadas y ajenos a cualquier iglesia, que no pueden acceder a unas honras fúnebres de sus difuntos en locales dignos y adecuados para hacer su luto personal y realizar el último adiós». Esto es lo que recoge la norma municipal.
«Para promover en este terreno una adecuada igualdad entre todas las personas, cualesquiera que sean sus íntimas convicciones religiosas o filosóficas sobre el final de la vida, los poderes públicos pueden facilitar locales, en la medida de sus posibilidades, con aforo y condiciones de prestancia y decoro necesarias para la realización de honras fúnebres, reconocimientos, homenajes o ceremonias que merecen las personas difuntas». La alcaldesa añade que la sociedad es diversa y que, como tal, existe también diversidad en los sentimientos.
A finales de mes
Atalaya espera inaugurar el velatorio municipal a finales de este mes y ahí acondicionará una sala para este tipo de actos.
Esta tendrá un aforo máximo de 35 personas, aunque con carácter extraordinario «se podrán autorizar otros espacios públicos».
Las ceremonias podrán durar dos horas como máximo y el responsable de las instalaciones será el solicitante de la sala. En la petición habrá que acreditar que el fallecido tiene alguna relación con la localidad.
En las próximas semanas, el Ayuntamiento publicará la ordenanza para regular el uso de la sala y otra más para determinar el coste del alquiler. A partir de entonces, los vecinos de Atalaya podrán cambiar las iglesias por las instalaciones municipales para dar el último adiós.