“Roma aprueba un milagro para la beatificación de Pablo VI”: la “curación inexplicable de un niño no nacido”.
Al nuevo choque con la ciencia que supone la aprobación de este supuesto milagro, se une la conveniencia ideológica y política de que se trate de la curación de un feto a manos de Dios (por intercesión del Pablo VI): para oponerse al derecho al aborto, ese "crimen abominable".
Ya podían Pablo VI y Dios preocuparse más de salvar a los más de cien millones de nasciturus que cada año se convierten en moriturus inmediatus no por abortos inducidos, sino espontáneos: por cada humano que nace, hay al menos otro que, Dios mediante o inoperante, muere en el desarrollo intrauterino. Como somos más de 7.000 millones de humanos, como mínimo otros tantos no llegaron a nacer de las mismas u otras madres. Incluso el término genocidio se queda muy corto. ¿Quién es aquí, entonces, el más que abominable Criminal?
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