“Poniendo nuestra confianza en el Todopoderoso firmamos esta declaración en esta sesión del Consejo de Estado provisional en la tierra de nuestro hogar, en la ciudad de Tel-Aviv, en visperas del Sabat del día 5 de Iyar, 5708 (14 de mayo de 1948)”. David Ben Gurion
En el Primer Congreso Sionista (1897) a requerimiento del padre espiritual del Estado judío, Theodor Herzl, se proclamó el derecho del pueblo judío al territorio que Dios le había prometido a Abraham, primer patriarca de las religiones monoteístas. Al finalizar la 1ª guerra mundial, este derecho fue reconocido en la Declaración de Balfour, de 2 de noviembre de 1917, y fue asumido por la Liga de Naciones, la cual confirmó la conexión histórica existente entre el pueblo judío y Eretz-lsrael (Tierra de Israel).
“El gobierno de Su Majestad ve con buenos ojos el establecimiento en Palestina de un hogar para los judíos, y utilizará sus mejores medios para facilitar la consecución de esta causa. Sin embargo, debe quedar claro que no debe hacerse nada que perjudique los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina, o que merme los derechos y el estatus político del que gozan los judíos en cualquier otro país”.
El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución que dictaminaba el establecimiento del Estado judío en Erezt-Israel. El reconocimiento del derecho de los judíos a un Estado era irrevocable, a la vez que instaba a la formación de dos Estados. Pero inmediatamente, y antes de que el pueblo palestino tuviese oportunidad de organizarse, el pueblo hebreo inició una masiva agresión, que culminó en una diáspora masiva del pueblo palestino de las tierras habitadas durante siglos. Se estima que existen alrededor de tres millones de personas refugiadas en países del entorno a las que se les niega el retorno.
Algunos fragmentos de la declaración de independencia de Israel
“En conformidad, nosotros, miembros del Consejo del Pueblo, representantes de la comunidad judía de Eretz-Israel y del Movimiento Sionista estamos aquí reunidos en el día del final del mandato británico sobre Eretz-Israel y, en virtud de nuestro derecho natural e histórico y la fuerza legal de la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas por la presente declaramos el establecimiento del Estado Judío en Eretz-Israel, que será conocido como Estado de Israel. (…).
“El Estado de Israel estará abierto a la inmigración judía y a la recogida de los exiliados, fomentará el desarrollo del país para el beneficio de todos sus habitantes, estará basado en la libertad, justicia y paz como lo preveían los profetas de Israel, asegurará la total igualdad de derechos sociales y políticos a todos sus habitantes, sin consideración de religión, raza o sexo; garantizará la libertad de religión, conciencia, lengua, educación y cultura, protegerá los lugares sagrados de todas las religiones y será fiel a los principios de la Carta de las Naciones Unidas.
El Estado de Israel está dispuesto a cooperar con las agencias y representaciones de las Naciones Unidas para ejecutar la resolución de la Asamblea General de 29 de noviembre de 1947, y adoptará todas las medidas necesarias para la unión económica de todo Eretz-Israel Apelamos a las Naciones Unidas para que ayuden al pueblo judío en la construcción de su Estado y para que reciban al Estado de Israel en el comité de Naciones.(…).
“Extendemos nuestra mano a todos los Estados vecinos y a sus gentes y ofrecemos paz y buenas relaciones, y apelamos a ellos para el establecimiento de puntos de cooperación y ayuda mutua con el pueblo judío establecido en su propia tierra. El Estado de Israel está dispuesto a hacer todo lo posible en un esfuerzo común para el progreso de Oriente Próximo. (…).
Cuando se creó el Estado de Israel, al pueblo palestino se les arrebató la mitad de las tierras en las que vivían. La parte que la ONU estableció para Palestina están fragmentadas en dos zonas: Gaza y Cisjordania. Actualmente es un pueblo sitiado; una prisión a cielo abierto. Las zonas de paso en Cisjordania están controladas por el ejército hebreo; el vergonzoso muro de Israel, a pesar de la condena del Tribunal Internacional, sigue su curso. El muro se alterna con alambres de espinos, alambradas electrificadas y zanjas; se adentra en Cisjordania, incluido Jerusalén Este, territorio reconocido como palestino por la ONU.
No hay que olvidar otra crueldad impuesta por los sucesivos gobiernos de Israel a la población palestina: el impedimento de las familias a reagruparse cuando por motivos de trabajo, estudios, etc. alguno de sus miembros debe salir de la zona palestina ocupada. Se calcula que la situación creada por las normas impuestas afecta aproximadamente a 82.000 personas. Nos quieren desmemoriados, pero los hechos hablan por sí solos; son ellos los que nos dicen que el único objetivo de los sucesivos gobiernos de Israel es que la población palestina desaparezca de sus tierras para formar el Gran Israel soñado.
Ha pasado el tiempo, pero las lágrimas y el dolor de los pueblos colonizados persisten ante la mirada, casi siempre impasible, del mundo llamado “Civilizado”. En el año 2005, el gobierno hebreo, presidido por Ariel Sharon, levantó los asentamientos de Gaza de forma unilateral, pero aquella retirada solo fue estratégica. No pretendía dejar tranquilos a los palestinos, sino aislarlos para consumar el genocidio; ataques indiscriminados, negación de auxilio propio e impedir que otros lo hagan. Una vieja táctica militar, aunque no siempre sale bien. A veces, la dignidad y resistencia de los pueblos son más fuertes que los premeditados planes para suprimirlos.
La infancia afectada
El 27 de diciembre de 2008 se lanzó sobre la Franja de Gaza la Operación Plomo Fundido, ataque que duró 23 días, en los cuales se destruyeron aproximadamente, total o parcialmente, 20.000 viviendas y 57 edificios del Organismo de Obras Publicas del Socorro Internacional de Naciones Unidas. También se destruyeron 356 escuelas; 5 de ellas servían de refugio temporal para familias afectadas por la destrucción de sus viviendas. Del terrible ataque resultaron 1414 civiles muertos, además de 1606 personas que sufrieron mutilaciones y diversas enfermedades crónicas que no pudieron recibir atención médica por el asedio constante que sufre la zona. El 83% de las víctimas eran civiles.
Según el informe, de los 1414 civiles muertos, 313 eran infantes entre los 2 y 16 años; 99 niñas y 214 varones. Estudios médicos alertaron de las secuelas sicológicas que pesan sobre la infancia; a las mutilaciones y demás afecciones físicas hay que añadir la sobrecarga que el frágil psiquismo infantil debe soporta tras la permanente situación de alerta, de angustia y miedo.
Cada cierto tiempo, y aprovechado conflictos y otros pretextos, Israel ejecuta ataques indiscriminados contra el pueblo palestino. En 2014 la Franja de Gaza fue sometida, durante 51 días, a una ofensiva militar desde que en 2005 fueran desalojados de la zona los últimos colonos judíos. La operación se llamó Margen Protector, la cual dejó 2.205 muertos durante los bombardeos y la incursión terrestre; de ellos 538 menores de edad. Según datos de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios en los Territorios Palestinos Ocupados, en el lado israelí, los cohetes de las milicias palestinas mataron a 71 personas, seis de ellos civiles. El detonante fue el secuestro de tres jóvenes estudiantes judíos, que más tarde fueron asesinados. Resultado del ataque, llamado Margen Protector: 100.000 personas siguen sin casa en Gaza, el 72% de la población sufre inseguridad alimentaria, 450.000 palestinos carecen de un suministro estable de agua y siguen sin arreglar 75 hospitales y clínicas y 279 escuelas (incluyendo las seis de la ONU atacadas, en tres de las cuales murieron 35 personas).
Ataques indiscriminados en el día de la Marcha por el Derecho al Retorno
El 30 de marzo DE 2018, más de 30 mil palestinos protestaron junto a la valla que separa la Franja de Gaza de Israel. La manifestación, llamada Marcha por el Derecho al Retorno, se enmarca en la conmemoración del Día de la Tierra. A esta marcha pacífica el Ejército israelí, respondió con gases lacrimógenos y fuego a quienes se acercaban demasiado. En la ofensiva del ejército israelí, han muerto 17 palestinos y los heridos se acercan al millar. El presidente de la Autoridad palestina, Mahmud Abbas, pidió a la Comunidad Internacional que intervenga para proteger a su pueblo, mientras que el Ministerio de Defensa de Israel afirma que no abrirá ninguna investigación y no permitirá que se haga ninguna investigación internacional. Por otro lado, un portavoz del ejército calificó las manifestaciones de “actividad terrorista organizada”; el mismo que otorga Tel Avi a todas las reivindicaciones palestinas.
Es evidente la impunidad de los sucesivos gobiernos de Israel, que parece tener el mundo bajo sus pies. El ataque contra civiles está prohibido por El derecho Intencional Humanitario, además de ser un crimen de guerra, según la Corte Penal Internacional. Por si ello no fuese suficiente, están las leyes de protección del niño, redactadas en la IV Conferencia de Ginebra y en los Convenios de Derechos Humanos; todas esas normas han sido vulneradas por el gobierno israelí, una y otra vez.
Los ataques indiscriminados son considerados crímenes de guerra por el estatuto de la Corte Penal Intencional y son los siguientes: 1) Los que no están dirigidos contra un objetivo militar concreto. 2) Los que utilizan métodos de combate que no pueden dirigirse contra un objetivo militar concreto. 3) Los métodos o medios de combate que no pueden limitarse, como exige el Comité Internacional de la Cruz roja, Derecho Internacional Humanitario año 2005 en su apartado 12.
Por otra parte, el muro de Cisjordania sigue avanzando, divide familias, separa a la infancia de sus escuelas y a sus moradores les separa de sus trabajos, de los centros de asistencia sanitaria.
Prisión, gueto, campo de concentración; que cada cual ponga el nombre que prefiera, cualquiera de ellos vale para describir el lento genocidio del pueblo palestino. Se necesita una fuerte oposición internacional para poner fin a una injusticia que dura demasiado tiempo y que deja en papel mojado los Derechos Humanos, incluso a la ONU, ya que ésta se muestra incapaz de hacer cumplir la Resolución 242, que instaba la retirada de Israel de todos los territorios ocupados durante la llamada, “Guerra de seis días”, en el año 1967.
Teresa Galeote Dalama
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