Más de 80.000 niños profesan la religión islámica en Cataluña, la autonomía con la mayor comunidad de esta confesión de España. Sin embargo, ha sido también de las últimas en incorporarla a las aulas públicas. Este curso, por primera vez, el Departamento de Educación ha preparado un plan piloto para llevar esta religión a las aulas de las cuatro áreas con más demanda de clases de religión islámica: Barcelona, Baix Llobregat, Girona y Tarragona.
El decreto publicado por el DOGC este miércoles ha sido celebrado como un éxito por la comunidad musulmana en la región. El portavoz de la Unión de Centros Islámicos de Cataluña, Mohamed el Ghaidouni, reconoce que el plan piloto de la Generalitat es fruto de muchas reuniones con responsables de Ensenyament durante el último curso, después de que los padres de unos 2.500 niños solicitaran clases de religión islámica el pasado curso.
«Solo pedimos igualdad de trato», señala Ghaidouni, explicando que los colegios públicos ya imparten en Cataluña clases de religión católica, evangelista, ortodoxa y judía. «El resto de los musulmanes españoles ya disfrutan de este derecho», añade. Las clases de religión islámica ya se imparten en comunidades como Andalucía, Madrid, Valencia, País Vasco, Baleares o Aragón, además de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.
La polémica
Así, el plan piloto cubre un vacío ya cubierto en otras comunidades autónomas, pese a que Cataluña es la que tiene mayor comunidad musulmana: más de 564.000 de personas de confesión islámica, frente a los 324.000 residentes en Andalucía, según las estadísticas de 2019. Pero el departamento de Educación ha evitado darle repercusión, no hubo notas de prensa ni ninguna referencia del conseller Josep Bargalló, en una semana marcada por el difícil retorno a las aulas con Covid-19.
Pese a la discreción con la que el Departamento de Bargalló ha gestionado la aprobación del plan piloto, su anuncio ha generado no poco rechazo tanto en las redes sociales como entre los partidos de la oposición, que han advertido que vigilarán atentamente la implantación del plan.
«Analizaremos esto con lupa: cualquier medida que atente contra la igualdad entre hombres y mujeres e imponga a estas últimas sumisión al hombre u obligación de llevar burka o cualquier otra imposición la llevaremos ante los tribunales», advertía el presidente del PP en Cataluña, Alejandro Fernández. En términos mucho más duros se expresó el portavoz de Vox, Ignacio Garriga: «Mientras ponen trabas para impartir religión católica y eliminar cualquier referencia en el espacio público del cristianismo», lamentaba, «quieren la república islámica».
Unas afirmaciones que se han repetido desde muchos perfiles esta semana en las redes. Ghaidouni reconoce la polémica pero distingue entre quienes rechazan la enseñanza del Islam y los que reclaman expulsar a todas las religiones de las aulas. En el primer caso «no vamos a entrar porque es claramente islamofobia». A los segundos les reconoce que «se trata de un debate sano que está abierto en la sociedad española», pero mientras la ley reconozca el derecho a recibir educación religiosa «tenemos derecho a lo que están disfrutando otras religiones».
La islamofobia de Bargalló
El propio conseller no siempre ha estado convencido de las bondades de este plan. Hace un año, Bargalló afrontó una denuncia de islamofobia, que nunca prosperó, tras asegurar en una charla con profesores de religión católica que no quería ver como el islam llegaba a las aulas catalanas.
De hecho, lo que Bargalló proponía era replantear la enseñanza de la religión en las aulas: primero, dejando claro que apostaba por no incluir en la escuela la formación confesional como materia curricular y evaluable, para introducir en cambio una asignatura sobre religiones y moral que permitiera a los alumnos conocer la diversidad de creencias. Pero lo argumentó atacando a la religión islámica.
“Yo no quiero enseñanza confesional de religión islámica en las escuelas de Cataluña y, con el actual marco normativo, si no llegamos a un acuerdo al respecto, en general, nos veremos abocados…”, afirmó el conseller, que puso como ejemplo el caso de Torredembarra (Tarragona) de donde es originario.
“La mayoría de ciudadanos son de religión católica, practicantes o no, pero hay un número importante de confesión islámica», narraba en su intervención recordando una conversación con un vecino. «Estoy convencido de que, si hiciéramos en las escuelas de Torredembarra la asignatura de confesión católica y la de confesión musulmana, tendríamos más alumnos de confesión musulmana; porque todos los padres de religión musulmana inscribirían a sus hijos y no todos los padres de religión católica inscribirían a los suyos. Y le dije a esta persona: ¿qué cara nos quedaría a todos para defender la identidad que decimos defender?”. Unos argumentos que ahora parece haber olvidado.
El marco legal
«El respaldo legislativo ya existía, pero faltaba la decisión política, llevamos años pidiendo a la Generalitat que tuviera la valentía de tomar esta decisión», explica ahora Ghaidouni. Desde 1992, las familias de confesión musulmana residentes en España tienen el derecho a sus hijos cursen una asignatura de religión islámica en el colegio. Ese año se aprobó el acuerdo de cooperación del Estado con la Comisión Islámica de España para regular ese derecho en todos los niveles de la educación obligatoria, impartido por profesorado de las comunidades de la Comisión.
Este curso, en el que Ensenyament propone un plan piloto para introducir la asignatura en el primer curso de primaria y secundaria, es decir, a alumnos de 6 y 12 años, que la comunidad musulmana espera que se amplíe en los próximos cursos, en función de los recursos económicos del Govern. Reconoce que este es un curso complejo y atribuyen a las estrecheces económicas el hecho de que de momento, cuatro profesores se incorporarán a colegios e institutos de estas cuatro regiones catalanas para impartir clases de religión islámica a jornada completa.
Profesores propuestos por la comunidad
El Consejo Islámico ha propuesto ya a 14 candidatos, entre los que el Departament escogerá a los cuatro profesores, que deben cumplir con la cualificación ordinaria para impartir clases en la escuela catalana. El decreto aprobado por la Generalitat establece que «para organizar los grupos de la materia de Religión Islámica se seguirán los mismos criterios utilizados en atención al alumnado que la solicitado la materia de Religión Católica» y el número de alumnos se ajustará a la actual normativa, marcada por el Covid-19.
En cuanto al currículum, está definido por diversas resoluciones estatales, que recogen la enseñanza «debe reflejar las lenguas y culturas de las familias musulmanas en Cataluña, así como la realidad que engloba a musulmanes y no musulmanes, hombres y mujeres de diferentes procedencias geográficas y culturales, para transmitir al alumnado la perspectiva de inclusión y educación en la diversidad» reza el decreto de la Generalitat.
Un currículum que en este caso «se ha adaptado a la realidad cultural catalana», advierte Ghaidouni, añadiendo que la asignatura se impartirá en catalán. El departamento de Ensenyament alega que hay «dos grandes retos que hay que afrontar desde la gestión pública del hecho religioso: la garantía de los derechos de libertad religiosa y el mantenimiento de la cohesión social» en la exposición de motivos del decreto, que presenta así la enseñanza religiosa como tora vía de integración.