Las mujeres y las niñas afganas permanecen como víctimas esclavizadas en su propio país
En Afganistán, con la llegada al poder de los talibanes en agosto de 2021, entró en peligro la la protección de los derechos humanos, muy especialmente los derechos de las mujeres y las niñas afganas
Las mujeres y las niñas afganas permanecen como víctimas esclavizadas en su propio país, y parece que la comunidad internacional, no puede intervenir de manera destacada para impedir la situación en la que sobreviven
El grupo federal Cristianos Socialistas PSOE condena la situación de las mujeres afganas, y reclama a la ONU, la Unión Europea acciones coordinadas para defender su vida y su seguridad.
En Afganistán, con la llegada al poder de los talibanes en agosto de 2021, entró en peligro la la protección de los derechos humanos, muy especialmente los derechos de las mujeres y las niñas afganas.
Ese hecho, sumado el debilitamiento de la economía tras tres décadas de conflictos, situaron a Afganistán ante una grave emergencia humanitaria continuada, donde millones de personas dependen de ayuda para subsistir, donde millones de personas viven en situación de hambruna.
Afganistán, uno de los países menos desarrollados del mundo, vive desde 2021 en una espiral de violencia, donde se recortan los derechos humanos con total impunidad, y donde se violan las libertades, especialmente las de las personas más vulnerables, condenando y poniendo en grave riesgo la vida de las mujeres y las niñas. Contra ellas se ha impuesto una brutal represión.
Las mujeres y niñas han perdido el derecho a la atención sanitaria, a la educación, al trabajo, trabajo, a la libre circulación, a la participación en la vida política y social, y a la protección y el apoyo para huir de la violencia machista en el ámbito familiar, violencia a la que están expuestas constantemente.
Las mujeres y las niñas afganas permanecen como víctimas esclavizadas en su propio país, y parece que la comunidad internacional, no puede intervenir de manera destacada para impedir la situación.
En este tiempo, ha aumentado el número de niñas forzadas a matrimonios precoces. Las mujeres que se atreven a protestar, de forma pacífica, contra la opresión a la que están sometidas, son amenazadas, detenidas, recluidas, torturadas y sometidas a desaparición forzada. Son detenidas por infracciones de las más de 70 leyes impuestas por los talibanes y que son absolutamente discriminatorias: códigos de vestimenta, acceso a lugares públicos, libertad de movimiento sin el acompañamiento de un hombre, incluso para ir al médico.
Recientemente, y para aumentar aún más si cabe la opresión de las mujeres, los talibanes han publicado una nueva ley conocida como la “Ley del Silencio”, impulsada por el Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio, con la imposición de que las mujeres cubran su cuerpo para evitar tentaciones, y prohíbe el sonido de su voz en público, o que los taxistas las puedan llevar en el coche, si no van acompañadas de un familiar tutor masculino.
Las mujeres y las niñas afganas permanecen como víctimas esclavizadas en su propio país, y parece que la comunidad internacional, no puede intervenir de manera destacada para impedir la situación en la que sobreviven.
No podemos permitir que vivan en esclavitud y que sean silenciadas. No podemos mirar para otro lado, no las podemos abandonar.