Seguirá adelante con la reforma de las leyes del aborto y de libertad religiosa
Ni la misa del domingo tuvo nada que ver con la manifestación del año pasado, el 31 de diciembre, también en la madrileña Plaza de Colón, ni la respuesta del Gobierno o de su partido, el PSOE, debe ser esperada en la misma línea de 2007 para 2008.
El equipo de José Luis Rodríguez Zapatero ha optado por ignorar, con todo el respeto que le merece la Iglesia Católica en su conjunto -cúpula eclesiástica, religiosos y fieles-, las críticas dirigidas a su política por el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) durante la homilía del domingo, según apuntan fuentes del Ejecutivo.
El cardenal Antonio María Rouco Varela se centró, sobre todo, en el rechazo a la reforma de la legislación sobre el aborto que está emprendiendo el Gobierno y a la ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Respeto a todas las opiniones
Sin embargo, tales críticas -en las que no faltaron duros términos como "cultura de la muerte" o "sacrificio de santos inocentes" en referencia al aborto- no harán mella en los planes futuros del presidente y su Gabinete, como la reforma de las leyes de libertad religiosa, recogida incluso en el Plan de Derechos Humanos aprobado por el Consejo de Ministros de este 12 de diciembre, o de la interrupción voluntaria del embarazo.
De hecho, la secretaria general de Políticas de Igualdad, Isabel Martínez, recordó el lunes que la Iglesia no ha cambiado su posición respecto al aborto y dijo que el ministerio del que forma parte "respeta su opinión, como también la de otras miles de personas que opinan diferente". También aseguró que el Gobierno "mantiene su voluntad de cambiar la Ley del Aborto", informa Vanessa Pi.
Hace exactamente un año, la manifestación de los obispos, fuertemente politizada contra el Gobierno, recibió duras críticas por parte de los socialistas. Asimismo, la pastoral preelectoral hecha pública por la CEE en febrero de 2008 para rechazar tajantemente la política antiterrorista de Zapatero contó con una llamada teléfonica a modo de toque de atención de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega al entonces presidente de los obispos, Ricardo Blázquez. Esta vez, sin embargo, nada.