Las instituciones islámicas en Europa deben elaborar “un registro de imanes radicales” para hacer “un seguimiento de los extremistas” y ayudar en la lucha contra el terrorismo, ha señalado en una entrevista a Efe Saíd Bouharrou, miembro del Consejo de Mezquitas marroquíes en Holanda. Pero esta idea, que parece cobrar más fuerza tras los atentados de Catalunya, instigados presuntamente por el imán de Ripoll, no es nueva.
En 2004, con el 11-M en la retina, el ministro de Interior de aquel entonces, José Antonio Alonso -fallecido en febrero de este año-, propuso controlar por ley el mensaje en iglesias y mezquitas de los imanes, pero la idea obtuvo el rechazo unánime de la oposición, recuerda la periodista Esther Palomera en El Huffington Post.
“Las leyes de represión del terrorismo son suficientes. Pero lo que habrá que mejorar mucho es la legislación administrativa de control de estas actividades de radicalismo islámico. Hay que ir a un escenario legal en el que se pueda controlar a los imames de las pequeñas mezquitas, que es donde se produce esa articulación del fundamentalismo islámico que conduce a determinadas operaciones”, explicó el exresponsable de Interior y Defensa con José Luis Rodríguez Zapatero en una entrevista con El País.
El que fuera portavoz del PP en el Congreso, Eduardo Zaplana, criticó la propuesta porque implicaba controlar también “iglesias y demás lugares donde se pueda practicar el culto”. Zaplana consideró además que la idea de Alonso era una “barbaridad”. De igual modo, el exministro de Interior popular Ángel Acebes calificó la propuesta de “incostitucional”. Por su parte, Agustín Conde, portavoz conservador en la Comisión de Justicia del Senado, argumentó que controlar estas actividades “sería como instalar la censura previa”.
Josep Antoni Duran i Lleida, exrepresentante de la antigua CiU en el Congreso, consideró que la propuesta del ministro de Interior sería un “intento de perseguir de antemano a una confesión religiosa”. También, el portavoz de ERC, Josep Huguet, advirtió del peligro de “regresar a la Edad Media” si se mezcla religión y política.