Atwood vuelve pisando fuerte. Después de que sus obras llegaran a cada hogar a través de la adaptación roja y descarada con la que Hulu nos trajo “El cuento de la criada” y de que la gente clavara las uñas al sofá cuando Alias Grace metió un aparentemente inocente piececito en sus salones, la gran autora canadiense nos tiende la mano hacia una apasionante trilogía distópica llamada “Maddaddam” (Salamandra).
Margaret Atwood (1939, Canadá) es famosa por ser una de las mayores creadoras de distopías literarias. Sus obras suelen incluir algún tipo de represión, eminentemente masculina, empleada para aplastar y empequeñecer a unos personajes que se tienen que abrir paso en condiciones extremas para poder sobrevivir. Por suerte, su fórmula no se agota y Maddaddam es buena prueba de ello. La trilogía, publicada por Ediciones Salamandra, se compone de Oryx & Crake (junio 2021), El año del diluvio (julio 2021)y, de forma inédita por primera vez en nuestro país, Maddaddam (octubre 2021), la obra que da nombre a la saga.
“Maddaddam”
Maddaddam es soledad y miedo, pero también belleza y esperanza. La obra golpea al lector con un profundo mensaje anti-mercantilista y ecologista que se burla descarada y abiertamente de las religiones organizadas, del consumismo sin trabas y de la idea del «héroe» que sobrevive a los apocalipsis.
Atwood imagina un mundo en el que no existen barreras éticas ni morales para el crecimiento del capitalismo. En este universo basado en nuestra propia realidad, la división entre ricos y pobres es todavía más acuciante, las corporaciones se han convertido en los órganos de gobierno y el orden entre la población depende de SegurMort: una empresa privada con las manos muy manchadas de sangre. La situación en el planeta es tan insostenible que los seres humanos, crueles y superpoblados, juegan a ser Dios creando especies nuevas para rentabilizar el consumo de carne y productos animales.
En mitad de este desesperanzador contexto, un virus mortal aparece de la nada y acaba con el 99,9 por ciento de la población. La autora realiza un apasionante y dual recorrido en un paisaje hermoso donde el fin del ser humano es trágico y optimista al mismo tiempo; donde la artificialidad de una sociedad basada en el consumo, hasta tal punto de comerciar con la pornografía infantil o el asesinato y mutilación de mujeres, desaparece detrás de cadáveres anónimos ignorados por una naturaleza en plena ebullición.
Atwood, tal y como nos tiene acostumbrados, se sirve de una narración sumamente inteligente e introspectiva. Sus protagonistas son gente común, cargada de defectos, que no serían escogidos por nadie como los más aptos para la supervivencia. Al mismo tiempo, la autora deforma el lenguaje, crea palabras nuevas y se basa en los principios de la publicidad más agresiva para acuñar términos como “exfernal” o “vitachock” y crear de esa forma una realidad palpable, aterradora y hermosa que a menudo se solapa con la nuestra.
“Oryx & Crake”
La primera entrega, Oryx & Crake, acompaña a Jimmy, conocido tras el desastre como Hombre de las Nieves, en un errático e intenso vagar por un mundo cubierto solo de cadáveres. Jimmy es un narrador poco fiable: si la vida en una corporación rodeado de lujos y de amigos le resultaba insoportable, ahora que cree ser el único superviviente del planeta se siente incapaz de levantar cabeza. Obsesionado por el recuerdo de Crake, su mejor amigo, y de Oryx, la única mujer que amó, Jimmy vagabundea borracho y va saltando del pasado al presente gracias a sus recuerdos, ofreciéndonos una visión privilegiada de cómo aconteció el desastre que acabó con el mundo. A su alrededor viven los crakers: una raza de pseudohumanos creados en un laboratorio por Crake como parte de un experimento para obtener una raza respetuosa con el medio ambiente. Los crakers no necesitan ropa, se alimentan a base de tallos de plantas y no comprenden el concepto de la violencia. Entre ellos no hay posesión material, celos ni envidias y procrean siguiendo un complejo sistema basado en el olor y el color inspirado en los animales. Solos en un mundo que no comprenden, los crakers tienen muchas preguntas y han convertido a Jimmy en una suerte de profeta que va creando para ellos una religión ficticia basada en cómodas mentiras y reconfortantes engaños.
Hombre de las Nieves se retuerce en una sensación de perpetua soledad, viajando por el mundo y otorgando al lector una historia fascinante que culmina con la revelación de la verdad detrás de la pandemia y con un final abierto.
“El año del diluvio”
La segunda parte de la trilogía se desplaza a la otra punta del país para poner el foco en dos mujeres exmiembros de una secta obsesionada con el fin de los tiempos. Toby, una mujer que huye de un depredador sexual y que ha pasado toda su vida en un grupo de ecologistas locos, se encuentra encerrada en un centro de belleza cuando el desastre acontece. Preparada para el fin de los tiempos, simplemente se sienta y pone en marcha el plan que Adán Uno, líder del culto conocido como Los Jardineros de Dios, le ha repetido durante su crecimiento hasta la saciedad.
Además de Toby, la obra también se sirve de la voz en primera persona de Ren, una joven prostituta que estaba aislada cumpliendo cuarentena en el momento crítico de la pandemia. Ren es una joven insegura y dependiente, obsesionada por su antiguo novio de instituto y por su amiga de la infancia, una joven llamada Amanda. La obra, ecologista y vegetariana, muestra cómo se empezaron a desarrollar pequeños grupos en oposición al consumismo masivo y control por parte de las corporaciones que se esforzaban en mantener una vida pacifista, ecológica y tolerante con la procedencia de cualquiera de sus miembros en las zonas más peligrosas y pobres de las ciudades. Conforme la obra avanza, Toby, Ren y otros supervivientes de la pandemia se reencuentran y se ponen manos a la obra para construir una sociedad más justa y generosa, ahora que la raza humana está en vías de extinción.
La trilogía concluye con Maddaddam. La obra plantea el enorme desafío que significa para los herederos de la tierra ser los responsables de crear una sociedad igualitaria, pacífica y digna. Dentro de este enclave surgirán nuevos retos, como comprender la posición de los crakers en el mundo, guiarlos sin enseñarles la maldad intrínseca del ser humano y defenderse frente a un enemigo común. De esta forma, los tres libros se convierten en un todo que nos plantea una incómoda pregunta: ¿qué tiene más sentido: intentar encauzar una sociedad podrida desde los cimientos, que acaba con el planeta a toda velocidad, o tomar una decisión absolutamente demencial e instaurar una utopía basada en la destrucción de la especie? ¿Hasta dónde llega la responsabilidad de los humanos?