El juicio contra un fraile franciscano José Q.A., acusado de supuestos abusos sexuales y elaboración de material pornográfico, por lo que la fiscalía pide 17 años, ha comenzado con la declaración del procesado y, a puerta cerrada, la de sus dos supuestas víctimas, una joven que en el momento de los hechos tenía 16 años y su primo discapacitado. En la sección segunda de la Audiencia Provincial de Lugo, el religioso mantuvo en su declaración que las relaciones fueron consentidas y que en aquella época padecía una “profunda depresión” y perdió “el norte”.
El franciscano formaba parte de la comunidad franciscana que atiende el santuario do Cebreiro (Pedrafita, Lugo) entre noviembre de 2014 y febrero de 2015 en que se produjeron los supuestos abusos, aunque ya tres años y medio antes había arribado al santuario. Ha dicho que no cobraba un sueldo: vivía sobriamente con una paga de “50 euros” y dependía de los “donativos” que le entregaban “amigos y familia” para sobrevivir. Ha puntualizado que no realizaba tareas pastorales, sino que él estaba “detrás de un mostrador” atendiendo a visitantes y peregrinos.
José Q. ha dicho que fue la menor la que “empezó” a ir ella “sola” al santuario y que en una ocasión hasta lo quiso acompañar a Trives, a una casa propiedad de la familia, donde se habría producido el primer contacto carnal que no pasó “de tocarle la pierna”, acto que le objetó ella con un, “aquí no”. El fraile ha dicho que “no” sabía que era menor de edad, pero que dedujo de su forma de vivir que era “una persona independiente” que viajaba a Madrid o Barcelona. Él afirma que la joven “sacaba el dinero de estar con otras personas”, y también admite que las primeras relaciones sexuales que mantuvo con la menor, con una capacidad intelectual «límite», según la fiscalía, se produjeron en la sacristía.
Según él iniciaron una “relación de fines de semana, y no todos”. Además de tener contacto sexual con la menor en la sacristía del Santuario del Cebreiro, los tuvo también en una casa familiar del fraile en Trives (Ourense).
El procesado ha tenido que responder sobre las fotos que se le exhibieron en el juicio que continuará mañana, y admitió que en una de ellas la chica viste la casulla de fraile. En otras aparece la pequeña con billetes de 20 euros posados en los genitales, tras lo que el religioso ha admitido que alguna vez le dio dinero. También ha admitido que en otra de las imágenes se veía a la pareja practicando sexo sin preservativo, pero ha dicho que luego lo incorporaban cuando ya no se fotografiaban. El asceta ha puesto de manifiesto, seguidamente, que ella también “tenía fotos de otras personas” que habrían posado con la joven.
En la vista ha negado que abusase de otro menor, con una discapacidad psíquica del 40% y primo de la joven, al que según la acusación habría propuesto un juego «a tres” en Trives. Ha subrayado que fue precisamente el muchacho, de 20 años en aquel momento, el que había intentado “acosar” a la pequeña. Antes de entrar en la sala, donde no hay acusación particular, la abogada defensora, Ana Burgo, ha anunciado que iba a pedir la libre absolución al entender que su cliente es “completamente inocente”.
En sus conclusiones provisionales, la fiscalía mantiene la acusación de un delito continuado de abuso sexual con prevalimiento y acceso carnal, por el que se piden 10 años de prisión, otro delito de abuso sexual, interesando dos años de prisión, y uno de elaboración de material pornográfico, para el que se requieren cinco años de cárcel. Además se pide que se imponga la prohibición de aproximarse a menos de 500 metros de la joven, que ahora cuenta 19 años, durante 12 años y, respecto del otro chico, un alejamiento de tres años.