El mutismo del pontífice ante el informe del Defensor del Pueblo es insólito, pues se ha venido pronunciando tras estudios críticos con la Iglesia en otros países. Su mensaje es que respalda la gestión de Omella
España es una excepción para el papa Francisco. A pesar de sus declaraciones críticas con la gestión del escándalo de la pederastia en la Iglesia cuando se han publicado estudios e informaciones en países como Estados Unidos, Francia, Portugal o Italia, el Papa guarda silencio sobre la situación en España desde que hace cinco años empezaron a surgir la mayoría de los casos con la investigación de este diario. Ha pasado un mes desde que el Defensor del Pueblo presentó su informe sobre los abusos en la Iglesia —que estima que el 1,13% de la población adulta española ha sufrido abusos en su infancia en ámbitos religiosos, porcentaje equivalente a 440.000 personas— y Francisco no ha pronunciado una palabra al respecto, aunque la cuestión ya ha tomado un cariz político, cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció en su discurso de investidura que instará a la Iglesia a reparar a las víctimas y a asumir su responsabilidad. El pontífice también eludió el tema la semana pasada, según refirieron los obispos españoles, en la insólita convocatoria a todo el episcopado español que hizo tras la publicación del informe del Defensor, y en dos horas solo debatieron la situación de los seminarios, que era oficialmente el único asunto a tratar.