Advertencia
El medio que ofrece esta nota tiene un evidente carácter clerical, con un sesgo que impregna la información que aporta. Invitamos a hacer una lectura crítica y recordamos que el Observatorio no se responsabiliza de los contenidos que recoge de otros medios. La misión de este Observatorio es recoger toda la información relacionada con el laicismo.
El papa Prevost presenta ‘sus credenciales’ a los embajadores ante la Santa Sede: “Soy un descendiente de inmigrantes, que a su vez ha emigrado”
Puesta de largo de León XIV como el jefe del Estado más pequeño del mundo, pero no por ello el menos influyente en la geopolítica global. El primer Papa norteamericano de la historia recibía esta mañana en audiencia al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. En la Sala Clementina saludó uno a uno a los embajadores, entre los que se encontraba la española Isabel Celaá. Además, el papa Prevost estuvo respaldado por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, el secretario para las Relaciones con los Estados, Paul Richard Gallagher, y el sustituto de Secretaría de Estado, Edgar Peña Parra. El Papa pronunció su discurso después del saludo que, en nombre de todas las naciones presentes, ofreció George Poulides, embajador de la República de Chipre, como decano del Cuerpo Diplomático.
Ante todos ellos, León XIV volvió a lanzar un grito a favor de la paz, como viene haciendo en cada una de sus intervenciones públicas, poniendo una vez más en el foco, las guerras de Ucrania y Tierra Santa. En esta ocasión, presentó como “fundamental el aporte que las religiones y el diálogo interreligioso pueden brindar para favorecer contextos de paz”. A renglón seguido, exigió “el pleno respeto de la libertad religiosa en cada país, porque la experiencia religiosa es una dimensión fundamental de la persona humana, sin la cual es difícil —si no imposible— realizar esa purificación del corazón necesaria para construir relaciones de paz”.
Desde el corazón
Además, denunció que no pude entenderse como una “simple tregua” o una “pausa de descanso entre una discordia”. Para el Papa, “es un don activo, apasionante, que nos afecta y compromete a cada uno de nosotros, independientemente de la procedencia cultural y de la pertenencia religiosa, y que exige en primer lugar un trabajo sobre uno mismo”. Desde una mirada evangélica, defendió que “la paz se construye en el corazón y a partir del corazón”. Y como ya verbalizó el pasado lunes en el encuentro con los periodistas, “también se puede herir y matar con las palabras, no sólo con las armas”. Al hilo de esta cuestión, reivindicó la “sincera voluntad de diálogo” frente a la confrontación y la conquista.
León XIV, con los embajadores ante la Santa Sede
En su alocución, presentó cuál es la apuesta de la Santa Sede en el actual tableo global, que pasa por “revitalizar la diplomacia multilateral y esas instituciones internacionales que han sido queridas y pensadas en primer lugar para poner remedio a los conflictos que pudiesen surgir en el seno de la comunidad internacional”.
Verdadero desarme
Echando mano del último mensaje ‘Urbi et orbi’ de Francisco, que pronunció el día antes de morir, hizo suya la llamada a “un verdadero desarme”, es decir, a “dejar de producir instrumentos de destrucción y de muerte”.
De la misma manera, en su discurso quiso visibilizar la continuidad con el pontificado anterior al defender el derecho de la Iglesia ser voz de denuncia “ante los numerosos desequilibrios y las injusticias que conducen, entre otras cosas, a condiciones indignas de trabajo y a sociedades cada vez más fragmentadas y conflictivas”. Tomando como punto de partida la encíclica ‘Rerum novarum’ de León XIII, que apuntaló la Doctrina Social, llamó a los países presentes a “remediar las desigualdades globales, que trazan surcos profundos de opulencia e indigencia entre continentes, países e, incluso, dentro de las mismas sociedades”.
Dignidad de cada persona
Con esta premisa, pidió a los gobiernos de todo el orbe “construir sociedades civiles armónicas y pacíficas”. En este sentido, solicitó más inversiones en políticas familiares, recordando que está “fundada sobre la unión estable entre el hombre y la mujer”, y clamó por “la dignidad de cada persona, especialmente de aquellas más frágiles e indefensas, desde el niño por nacer hasta el anciano, desde el enfermo al desocupado, sean estos ciudadanos o inmigrantes”.
El propio Papa se presentó como un “descendiente de inmigrantes, que a su vez ha emigrado”. “Cada uno de nosotros, en el curso de la vida, se puede encontrar sano o enfermo, ocupado o desocupado, en su patria o en tierra extranjera. Su dignidad, sin embargo, es siempre la misma, la de una creatura querida y amada por Dios”, sentenció en una defensa inequívoca de los derechos humanos inalienables a cualquier persona.
El clamor de los pobres
En este sentido, puso en valor cómo el papa Francisco quiso apelar “continuamente a las conciencias”, en tanto que estuvo “siempre atento al clamor de los pobres, los necesitados y los marginados, como también a los desafíos que caracterizan nuestro tiempo, desde la protección de la creación hasta la inteligencia artificial”.
El Pontífice aprovechó la ocasión para explicar la razón de ser de la diplomacia pontificia como “expresión de la misma catolicidad de la Iglesia”. “En su acción diplomática, la Santa Sede está animada por una urgencia pastoral que la impulsa no a buscar privilegios sino a intensificar su misión evangélica al servicio de la humanidad”, planteó el Obispo de Roma.
Mutuas relaciones
León XIV planteó la necesidad de “profundizar las mutuas relaciones” y generar “el sentido de ser una familia”, con la comunidad diplomática, en tanto que representa “la entera familia de los pueblos”.
En esta misma línea, compartió su compromiso de “renovar la aspiración de la Iglesia —y mía personal— de alcanzar y abrazar a cada pueblo y a cada persona de esta tierra, deseosa y necesitada de verdad, de justicia y de paz”. Desde su experiencia como misionero, superior general de los agustinos y prefecto, redobló su intención de “traspasar los confines para encontrarse con personas y culturas diferentes”.
De la inteligencia artificial a proteger la tierra
Ante los embajadores, León XIV también reflexionó sobre la verdad, señalando que “no se separa nunca de la caridad” y que no es “la afirmación de principios abstractos y desencarnados”.
“De ese modo, la verdad no nos aleja; por el contrario, nos permite afrontar con mayor vigor los desafíos de nuestro tiempo, como las migraciones, el uso ético de la inteligencia artificial y la protección de nuestra amada tierra”, sentenció, rubricando una vez más su vinculación al magisterio de sus predecesor.