La llegada al poder del centro-derecha rebajó la tensión con la Iglesia Católica. En todo caso, los radicales no se plegaron completamente a la Iglesia, como se demostraría en el ámbito educativo, ya que el plan para el Bachillerato del Gobierno Samper se basó en los principios de la Institución Libre de Enseñanza, algo que enfureció a la CEDA.
Un aspecto poco conocido de esta época fue el intento de Lerroux de negociar un nuevo Concordato en secreto. Los radicales querían conseguir una especie de modus vivendi, pero ni el Vaticano ni la Iglesia española estaban dispuestos a negociar mientras no se reformase la Constitución, esperando que la CEDA llegase al poder y cambiase la situación.
El estallido de la Revolución de octubre, y en especial en Asturias generó nuevos y graves episodios de violencia contra el patrimonio religioso, como luego en la primavera de 1936 ya en la época del Frente Popular.


