La resaca de la misa por las familias celebrada el pasado domingo en Madrid dejó un buen poso en el seno del Episcopado
"Los obispos están muy satisfechos. Por la asistencia y, sobre todo, por cómo se desarrolló el acto". La resaca de la misa por las familias celebrada el pasado domingo en Madrid dejó un buen poso en el seno del Episcopado, al menos entre los prelados que asistieron a la convocatoria del cardenal arzobispo de la capital Antonio María Rouco Varela.
Junto a la tradicional guerra de cifras posterior a un evento de este tipo, tres fueron las cuestiones más recurrentes en los ambientes eclesiásticos el día después de la misa: los obispos que asistieron (y los que no); la despolitización del acto (en contraposición a lo acaecido en 2007); y el futuro de este tipo de eventos.
En este último caso, todo parece indicar que las futuras misas masivas acabarán por institucionalizarse el último domingo de cada año, coincidiendo con la festividad de la sagrada familia. Y parece cada vez más claro que, si se trata de hacer una convocatoria de carácter "nacional", Madrid no puede ser la única sede.
Así lo hizo ver uno de los ausentes a la convocatoria, el arzobispo de Mérida-Badajoz, Santiago García Aracil, y así pareció comprenderlo el entorno del cardenal Rouco, si bien el horizonte de la Jornada Mundial de la Juventud que traerá al Papa a la capital de España en 2011 podía hacer pensar lo contrario.
Ya han surgido ciudades candidatas para albergar este acontecimiento en los próximos años: Toledo, que acogerá el Congreso Eucarístico Nacional en 2010; Santiago, que ya comienza a preparar el Año Jubilar; Barcelona, Sevilla, Zaragoza o otros lugares de peregrinación.