Después de analizar en profundidad los resultados de la encuesta realizada por el diario Público sobre las creencias de los españoles, he llegado a la conclusión de que tenemos una gran empanada mental en asuntos religiosos.
Tras complicados cálculos de los porcentajes que se vierten en este sondeo sobre los católicos practicantes y los que no practican, los fieles a las enseñanzas de la Iglesia y los que pasan de ellas, los no creyentes pero crédulos en los milagros y en la eternidad del alma y los ateos mediopensionistas que creen en espíritus y poderes sobrenaturales, tras estos cálculos, digo, me sale que los ateos y no creyentes, como satanás ordena, ascienden a poco más del 10[%] de la población española, mientras que los creyentes católicos, como dios manda, no llegan siquiera al 6[%], y ello, a pesar de que inicialmente se autocalifican de esta forma más del 80[%].
La criba de los católicos para dejar sólo a los ortodoxos fetén se produce porque, o bien, no practican la religión que dicen mantener o bien, porque practicándola, que sólo asciende a un 29[%], no se creen lo que les propone su Iglesia como materia de fe; circunstancia que alcanza a un 22[%] del anterior porcentaje. Si hacen números no se equivocarán, católicos, lo que se dice católicos de verdad, un raspadito 6[%] de la población española.
Y los que lean lo que antecede y no estén de acuerdo con los descartes que se han efectuado en la población autodenominada católica, que piensen en la gravedad de no practicar esta religión o no creer en las enseñanzas establecidas por su Iglesia, porque estas eventualidades les hubieran acarreado muy serios problemas de supervivencia hace relativamente poco tiempo. Con la Santa Inquisición entre nosotros salvaguardando las puras esencias del catolicismo, o hubiesen abrazado la fe y pronunciado hasta el último amén del más insustancial rito religioso gracias al poder persuasivo de los inquisidores, o hubiesen sido entregados por éstos a su último destino antes del tiempo que la naturaleza hubiese dispuesto para ello.
Pero si ya resulta chocante la falta de coherencia entre los católicos, la de los no creyentes y los ateos es de traca. Resulta que según el referido estudio, un 2[%] de este colectivo cree que Adán y Eva fueron los primeros seres humanos y, en un porcentaje similar, que existe el cielo y el demonio. Aunque a este último lo dejan compuesto y sin casa, porque ni los no creyentes, ni los ateos, confiesan creer en el infierno, que es su lugar natural. Y, para terminar, un dato bastante revelador; un 14[%] afirma creer en la inmortalidad del alma. Yo creo que estos últimos deben de estar a la espera de una nueva religión. Andan a la búsqueda de alguna, que les ofrezca una mayor talla intelectual, donde poder ubicar sus exigentes almas que deambulan perdidas entre tanta mediocridad de religiones más o menos vulgares. Son, digamos, los ateos exquisitos. Tienen alma, pero no se la entregan al primer dios que quiera apoderarse de ella.
En fin, el desmadre -con todo el respeto- que tienen la generalidad de los españoles con sus creencias religiosas es total. No me extraña que los monseñores se tiren a la calle para aclarar las ideas a sus fieles que andan perdidos entre el cilicio y el condón, la persona hecha y derecha y el cigoto o el anticristo y Zapatero. Como tampoco es para sorprenderse que sesudos y racionales ateos lean diariamente su horóscopo y sufran pequeñas alteraciones anímicas cuando les pronostican, para el día que empieza, mal en amores y pésimo en salud. Quizás tanto desconcierto sea debido a esa extraña mezcla que tenemos de cabeza y corazón, de irracionalidad y sensatez o de sentimiento y pensamiento. Quien no se haya dejado dominar en alguna ocasión por el corazón, la irracionalidad o el sentimiento, que tire la primera piedra, como diría uno de los principales responsables de este desmadre.