Unos 600 000 euros corresponderán a fondos públicos de Diputación (450 000) y Ayuntamientos.
Desde que el presidente de la Diputación, Jesús Julio Carnero, anunció que los presupuestos de la casa para este 2014 incluirían una partida de 450.000 euros para retomar el plan de iglesias y ermitas, los teléfonos de la casa no han dejado de sonar. El convenio, que desde el año 1994 venían suscribiendo la Diputación, el Arzobispado y la Junta de Castilla y León (con alguna aportación puntual de las entidades de ahorro) se selló como tal por última vez en el año 2010, aunque es cierto que la Diputación siguió acometiendo actuaciones en iglesias y ermitas con reservas y fondos propios, y con la colaboración del Arzobispado de Valladolid, durante los ejercicios 2011 y 2012.
La Junta, que dejó de aportar su 20% del total de la inversión hace tres años, tampoco lo hará en 2014, aunque eso no impedirá que en alrededor de medio centenar de templos se vayan a acometer obras a lo largo del presente ejercicio. De hecho, al presupuesto consignado por la Diputación se suman los 120.000 euros comprometidos por el Arzobispado (que incrementa su aportación del 10% al 17%) y los 142.500 –el 20% del importe total de los proyectos, como mínimo– que deberán aportar los propios ayuntamientos. Una inversión total de 712.500 euros.
El propósito del equipo de gobierno es que el próximo pleno que la corporación celebrará a finales de mes estudie la aprobación tanto de las bases de la convocatoria como del convenio bilateral que la institución provincial y la Iglesia suscribirán para este propósito, y dé el visto bueno a la creación de la comisión de valoración que se encargará de examinar las solicitudes.
Si los plazos se cumplen, los ayuntamientos tendrán hasta el 31 de marzo para presentar sus proyectos aunque, tal y como adelantan los servicios técnicos de la casa, se primarán un año más las obras de conservación o reparación de los elementos estructurales de los monumentos (vigas, cubiertas, bóvedas, etc.), las de los que no siendo estructurales son imprescindibles para el buen mantenimiento y conservación del monumento, como la impermeabilización; los interiores (humedades, recubiertas, coros) y los sistemas eléctricos o de calefacción.
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