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El conflicto entre Ucrania y Rusia resquebraja a la Iglesia ortodoxa

El patriarca Kiril, izquierda, y el patriarca Bartolomé reunidos el pasado 31 de agosto en Estambul. OZAN KOSE GETTY

Los cristianos ortodoxos ucranios se alejan de Moscú, pese a que la Iglesia ortodoxa rusa considera como su territorio canónico toda Ucrania. En este país hay tres comunidades ortodoxas y la ruptura hacia la que se encamina una de ellas, la iglesia ortodoxa ucrania, la mayor por su número de parroquias y dependiente del patriarcado de Moscú (IOU, p. M.) enfurece a los jerarcas ortodoxos rusos. La iglesia ecuménica de Constantinopla, coordinadora y primus inter pares de las iglesias ortodoxas, ha decidido reconocer la independencia de los ortodoxos ucranios como “iglesia local”.

Dos legados del patriarca Bartolomé de Constantinopla han llegado a Kiev para preparar la independencia de la iglesia ucrania. El 14 de septiembre, en Moscú en un sínodo extraordinario presidido por el patriarca Kiril, la Iglesia ortodoxa rusa calificó la misión de los legados de “grosera violación del derecho canónico” y de “intrusión de una iglesia local en el territorio de otra”.

El conflicto entre los ortodoxos de Ucrania y de Moscú tiene trascendencia política a nivel global, pues Kiev es el punto de referencia y de origen de la Iglesia ortodoxa rusa. Fue precisamente en la Rus de Kiev —federación de tribus eslavas orientales— donde en el año 988 se convirtió al cristianismo el príncipe Vladímir, la figura eslava medieval invocada tanto por Rusia como por Ucrania.

Las tres iglesias ortodoxas existentes hoy en Ucrania proceden de circunstancias históricas distintas. De ellas, la Iglesia ucrania, dependiente del Patriarcado de Moscú (llamada IOU, p. M.), cuenta con 12.000 parroquias y está encabezada por el metropolita [cargo eclesiástico] Onufri. En segundo lugar por número de parroquias (6.000) está la Iglesia ortodoxa de Ucrania, del patriarcado de Kiev (IOU, p. K.), dirigida por Filaret, que —apoyado por sectores nacionalistas ucranios— se enfrentó a principios de los años noventa a la Iglesia ortodoxa rusa. Filaret, que pertenecía a la jerarquía de los ortodoxos rusos, fue elegido patriarca de la IOU, p. K. en 1995 y condenado por Moscú como cismático. En tercer lugar, con 1.000 parroquias, se sitúa una Iglesia ortodoxa independiente creada en los años veinte.

El reconocimiento de la independencia de la Iglesia ortodoxa ucrania, en preparación por Constantinopla, puede “reformatear” el espacio ortodoxo de todo el país. El presidente Petró Poroshenko se refirió ayer en la Rada Suprema (Parlamento) a la “creación” de una “Iglesia ortodoxa local unida” que será “garantía de la libertad espiritual” y del “acuerdo social”. La “fórmula de la identidad ucrania moderna” pasa, según el presidente, por el Ejército, la lengua y la fe. “El Ejército defiende nuestra tierra, la lengua defiende nuestro corazón y la Iglesia defiende nuestras almas”, dijo. La guerra en la región minera de Donbás, donde Moscú apoya a los secesionistas prorrusos, ha acelerado el distanciamiento entre los ortodoxos ucranios y la Iglesia ortodoxa rusa, institución que es percibida desde Kiev como un instrumento de la política imperial del Kremlin.

De acuerdo con las tradiciones bizantinas, que identifican la iglesia con el Estado, las autoridades civiles ucranias —con Poroshenko a la cabeza— se dirigieron la pasada primavera al patriarca de Constantinopla para solicitar la independencia de los ortodoxos ucranios.

Los ortodoxos rusos se han movilizado para impedir la ruptura. A fines de agosto, el patriarca Kiril viajó a Estambul, donde se reunió con Bartolomé, el patriarca de Constantinopla. La visita fracasó y a principios de septiembre la Iglesia de Constantinopla aceleró la ruptura entre los ortodoxos ucranios y el ruso Kiril.

Críticas a Constantinopla

En el sínodo extraordinario del fin de semana, los ortodoxos de Moscú responsabilizan a Bartolomé de las “consecuencias trágicas” de “su actividad anticanónica sobre el territorio de la Iglesia ortodoxa ucrania” y amenazaron con “romper totalmente la comunión eucarística con el patriarcado de Constantinopla”. De momento, la Iglesia ortodoxa rusa ha suspendido la colaboración y el diálogo con el patriarcado de Constantinopla, y el metropolita Ilarión, ministro de Exteriores de los ortodoxos rusos, ha acusado de “perfidia” a la iglesia de Constantinopla.

La Iglesia ortodoxa rusa alega que su jurisdicción sobre la Iglesia ortodoxa ucraniana —concedida por la Iglesia de Constantinopla en 1686— no es cuestionable ni tiene limitaciones temporales. “El punto de vista de Moscú está más relacionado con la geopolítica y la política imperial del Estado que con las reglas eclesiásticas, que los griegos conocen mejor que los eslavos”, afirma Gueorgui Kovalenko, sacerdote de la Iglesia ortodoxa ucrania. Kovalenko, que a resultas de la guerra dejó de rezar por el patriarca Kiril en 2014, apoya el proyecto de una Iglesia ucrania local unida.

Antiguo portavoz del metropolita de la IOU p.M., el sacerdote asegura que el proceso de creación de una iglesia local es difícil de prever, aunque pronostica que posiblemente se dé en forma de “escisión” y cada parroquia decida por sí misma sobre su futuro. El sacerdote espera “una evolución más civilizada” que a principios de los noventa, cuando las diferentes confesiones religiosas de Ucrania, incluidos los uniatos o católicos de rito grecoriental, se peleaban por las parroquias y las ocupaban. Kovalenko es partidario de compartir templos oficiando los servicios litúrgicos por turno y de aprovechar la ocasión para adaptar la ortodoxia de Ucrania a la sociedad y la modernidad.

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