Esperanza existe porque es un personaje político. Una política de derechas. Y, en consecuencia, inevitablemente católica, apostólica y romana. Y acaba de tener, no sé si por ignorancia, por ira o por un acto de soberbia poco cristiano, su mejor ocurrencia. ¿Habrá medido las consecuencias? Seguramente no porque la ignorancia ciega el entendimiento y perspicacia es difícil encontrar en esta derecha.
Ha planteado un debate ideológico. Revolucionario tema. Ya era hora! Aquí desde el eurocomunismo y el badgodesberg reformista de los socialistas renunciando al republicanismo, al anticlericalismo y al marxismo, y no es lo mismo renunciar a Marx que a Stalin, en esta confusión andan, desde aquellos años no ha habido debate ideológico. Y algunos lo venimos echando de menos. Tanto como una revista como aquella que fue “El Viejo Topo”.
Pero no ha sido la izquierda, ideológicamente atrofiada, sino la derecha la que plantea algo impropio de ella: un debate ideológico. La derecha nunca ha tenido debates ideológicos, porque como católicos, apostólicos y romanos, la cuestión de la ideología no es de su competencia. Es un asunto de la Iglesia que elabora las ideologías e incluso las estrategias para conquistar el poder. La derecha se limita, simplemente, a acatar la ideología católica, como brazo político del clero. Y esto es así no porque yo haya tenido esta ocurrencia sino porque la teoría católica-clerical del origen del poder distingue entre el poder civil y el espiritual o clerical. Superior al civil. A diferencia de las demás iglesias cristianas que están sometidas al poder civil.
Lo que han debatido las derechas no han sido las ideologías sino las políticas económicas, relaciones exteriores y administrativas. Siempre a la luz de la “Verdad” cristiana. Y comparten o participan en el debate de las estrategias para conquistar el poder. Bien sea o por medio de dictaduras, como las de Primo y Franco, o cuando no pueden recurrir a ellas, por la vía parlamentaria en las democracias y repúblicas, como Gil Robles y hoy día el PP. Porque así lo manda la Santa Madre Iglesia. O lo que es lo mismo, su Jefe, el papa.
De qué habla Esperanza cuando plantea la cuestión pero no los contenidos. ¿Qué ideas está criticando? ¿Qué propuesta ideológica plantea? La respuesta es para preocuparse y mucho. Y la izquierda, baboseando intelectualmente, sigue paralizada o no se entera o, como Bono, es católica, apostólica y romana. ¿Debería participar esta izquierda católica en el debate ideológico que sugiere Esperanza? Debería porque todos tienen la misma ideología: católica.
Es preocupante y sorprendente. Sorprendente porque el gobierno de Rajoy es, y no sólo porque lo digan los estatutos del Partido Popular, ideológicamente tradicionalista católico y posibilista estratégico. Se ajusta tanto a la doctrina cristiana que sus ministros o son del Opus dei, o son jesuitas disfrazados de ministros o, sencillamente, van a misa con peineta y pandereta. Y, si les dejan presiden los rituales religiosos contrarreformistas.
Qué no tiene este gobierno que no sea ideología católica. Está en contra del aborto, en cumplimiento de la encíclica “Humanae vitae”, como buen católico; está en contra de la igualdad de género e impone la separación de sexos en las aulas, como dice la encíclica “Divini illius magistri”, como buen católico; está en contra de los homosexuales, como dice la encíclica “Casti connubi”, como buen católico; está en contra del divorcio y de los anticonceptivos, como dice la encíclica “Paenitentiam agere”, como buen católico; está en contra de las relaciones sexuales a partir de la adolescencia, las ha puesto a partir de los 16 años, e incluso, si fuera posible, hasta los 90 años no las permitirían, porque lo dicen las encíclicas, la doctrina cristiana y el último documento pontificio sobre la familia titulado: “Sexualidad humana: verdad y significado. Orientaciones educativas en familia”.
Que si hubieran leído a Freud, Fromm, Reich o Marcuse, o sin necesidad de molestarse en leer a tanta gente, hubieran tenido relaciones sexuales por placer y no para engendrar bebés, sabrían que la sexualidad sólo puede ser humana porque los animales o quienes hacen voto de castidad no tienen sexualidad sino coito anual para reproducir la especie, no para disfrutar. Los humanos disfrutamos, y mucho, con la sexualidad, cada vez que queremos y si podemos. Sin pretensiones de reproducir la especie sólo por gozar. Bueno, pues los del PP, y pongo la mano en el fuego, como Esperanza, como buenos católicos, nunca tendrán relaciones sexuales por placer. Serían unos pervertidos hedonistas, sólo las tendrán solamente para procrear. Es que así lo dice la encíclica “Salvifici doloris”, que el dolor es lo que nos hace felices. Como el sadomasoquismo, claro.
El P.P. como la Iglesia, su patrocinadora ideológica, está en contra de la “ideología democrática”. Esta expresión es la que utilizan los propagandistas católicos para desprestigiar la Declaración Universal de Derechos Humanos, o lo que es lo mismo los derechos y libertades individuales, porque éstas no se someten a la “Verdad divina” o la voluntad del clero. Que son la misma cosa.
Defienden el neoliberalismo y la globalización, o sea el neoimperialismo y la destrucción del Estado de bienestar, privatizándolo, como buenos católicos, porque el papa Juan Pablo II en su encíclica “Centessimus annus”, identificó, públicamente, los intereses de la Iglesia con el neoliberalismo, la globalización y destrucción del Estado de bienestar. No en vano la Iglesia es una empresa multinacional de servicios educativos y sanitarios y la globalización le conviene para implantarse en todos los países.
Es la encíclica “Pacem in terris” de Juan XXIII, donde la Iglesia habló por primera vez de derechos, sólo que él se refería a derechos naturales, no a los humanos, y a derechos sociales, no a derechos morales y libertades como: la libertad de conciencia, de imprenta, de pensamiento, de palabra, moral, de difusión del pensamiento…Estos derechos están condenados por la Iglesia y el PP está en contra de todos ellos. Porque recortan el ejercicio de la libertad de pensamiento e imponen la doctrina cristiana en la enseñanza con todo tipo de arteros argumentos tradicionalistas y pseudocientíficos. Que el catolicismo no se fundamenta en la ciencia sino en la fe, la revelación y la escolástica pre-científica.
Entonces, puesto que no se puede dudar de la catolicidad romana y de la castidad matrimonial de Esperanza, de qué debate ideológico está hablando? Esperamos que defina los contenidos de su ideología detalladamente y no ocultos en el anonimato, la imprecisión y la ambigüedad de la indefinición abstracta. Esperanza como política no puede practicar otra ideología que la católica. A eso se le llamaba, aunque hoy no se diga, “catolicismo político”. ¿Qué es esto? Que a pesar de ser estratégicamente importante, la izquierda lo ignora absolutamente. O peor, a lo mejor es que lo comparte.
¿Acaso alguien ha creído que la Iglesia es apolítica? Necio él. Es la primera institución, desde Moisés, en el Pentateuco, que ha elaborado una teoría del poder, un sistema de valores, sometidos al poder y un concepto de la libertad, antes que Kan, sometida al poder. Todo tiene que estar sometido a la voluntad del clero. Hacer lo contrario es pecado.
El “catolicismo católico” tiene sus orígenes en el pensamiento tradicionalista español, también en los casos de Francia y otros países católicos. Pusieron sus bases teóricas Lamennais, Jaime Balmes, Donoso Cortés, Nocedal…los carlistas católicos españoles contra los liberales católicos, por una cuestión no ideológica sino de estrategias. Se trataba de destruir la libertad desde la legalidad parlamentaria o en las guerras carlistas. Derrotados éstos se impuso la vía liberal de conquista del poder parlamentario para desde ahí, ir sustituyendo la declaración de derechos y libertades por la doctrina cristiana.
¿No es esto lo que hace el gobierno católico, opusdeísta y jesuítico de Rajoy? Entonces, de qué se queja Esperancita. De que no se es más radical en la aplicación de la doctrina cristiana? Tal vez ella fuera más contundente. Los tradicionalistas, en concreto Villoslada, publicaron un artículo titulado “El hombre que se necesita”, que necesita la Iglesia. ¿Será Esperanza la mujer que necesita la Iglesia católica para acelerar el proceso de sustitución de las libertades individuales por la doctrina cristiana? ¿Más deprisa todavía?
Los fundamentos del “catolicismo político” son, como su nombre indica, católicos, pero su estrategia la reelaboró el papa León XIII en varias encíclcias la “Inmortale dei”, la “Cum multa” la “Diuturnum illud”, la “Intergravissimas”, la “Intercatolicos hispaniae”, la “Au millie de solicitudes”…pero en justicia, los primeros principios se elaboraron entre las guerras carlistas. Fueron éstos quienes crearon los conceptos estratégicos, conocidos como “tesis e hipótesis”.
“Tesis”, como decía el padre Conrado Muiños, es el ideal o los principios y doctrinas cristianas que por ley divina deben regular la vida pública de todos los Estados; “hipótesis” es la parte del ideal realizable, según las circunstancias. O más explícito, según Sardá y Salvany, lo explicó así: “Tesis” es el deber sencillo y absoluto en que está toda sociedad o estado de vivir conforma a la ley de Dios, según la revelación de su Hijo Jesucristo, confiada al ministerio de su Iglesia. ¿Qué es la “hipótesis”? es el caso hipotético de una nación o estado donde por razones de imposibilidad moral o material no puede plantearse francamente la “tesis” o el reinado exclusivo de Dios siendo preciso que entonces se contenten los católicos con lo que aquella situación hipotética pueda dar de sí”, publicado en “El liberalismo es pecado”, c.44, en “Propaganda católica”, Tomo 6, Barcelona, 1887, pg. 150).
A partir de estas ideas y para asegurar la supervivencia del catolicismo en la España liberal, la Italia independizada y la Francia republicana y anticlerical, el papa León XIII, creo los conceptos de “accidentalidad de las formas de gobierno” y “posibilismo”, distinguiendo claramente entre gobierno democrático, con el que los católicos debían colabora, y la declaración de derechos y libertades que en ningún caso debían ser aprobadas por los católicos. Luego el catolicismo político tiene como uno de sus objetivos anular la ideología progresista de los derechos y libertades individuales. Pero la gravedad del asunto no termina aquí.
La gravedad se explica a partir de un dogma católico: que todo poder tiene su origen en dios y que los católicos, los políticos católicos, tienen que someterse, humilde, obedientes y hasta de rodillas a la Jerarquía católica. En definitiva, es la Iglesia la que manda ideológica o moralmente sobre la clase política católica.
Las encíclicas citadas como las de todos los papas hasta la “Centessimus annus” de Juan Pablo II, no dejan de repetir machaconamente esta teoría del poder clerical y la sumisión a él de la clase política. Citaré un texto de la “Pacem in terris”, que se repite en todas las encíclicas, anteriores y posteriores:
“La ley debe respetar el ordenamiento divino”, luego, en qué consiste la libertad? En someterse al ordenamiento divino. Al clero, su representante. “51. El derecho de mandar constituye una exigencia del orden espiritual y dimana de Dios. Por ello, si los gobernantes promulgan una ley o dictan una disposición cualquiera contraria a ese orden espiritual y, por consiguiente, opuesta a la voluntad de Dios, en tal caso ni la ley promulgada ni la disposición dictada pueden obligar en conciencia al ciudadano, ya que es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. Más aún, en semejante situación, la propia autoridad se desmorona por completo y se origina una iniquidad espantosa”. ¿Qué necio se atrevería a afirmar que la Iglesia, el clero, no se mete en política?
Bien, si en los partidos políticos europeos la presencia de la ideología clerical es condición necesaria, porque no comparten la ideología proclamada en las constituciones, los derechos y libertades individuales, en los Estados Unidos el papa Juan Pablo II quiso aplicar el catolicismo político lanzando todos los medios propagandísticos católicos una brutal campaña contra el candidato demócrata, que era católico, Kerry, porque, contra la autoridad clerical, defendía el derecho al aborto. Sacó cincuenta millones de votos. Sólo le faltaron dos millones para haber ganado la presidencia a los republicanos, que no son católicos. El ridículo que hicieron la Iglesia y sus medios les ha obligado a ser discretos. Los medios católicos ya no son capaces de orientar moralmente a la población porque los ciudadanos ya no viven en las cavernas.
En España, según las encuestas del CIS, sólo el 8% de los ciudadanos van a misa los domingos. El resto, un 90%, si van alguna vez, es cuando los llevan o recién nacidos, o recién casados o muertos. Y no vuelven a pisar una iglesia. Esperanza, cuéntanos, no un cuento, sino qué ideología propones para superar la ideología del PP que viene practicando una moral tardofranquista, como residuo sociológico que es de las cenizas del franquismo. ¿Eres el Ave Fénix del clericalismo tridentino? ¿Debe el clero imponernos su dictadura moral porque sólo él tiene la “Verdad” y los demás somos tontos? Si quieren mandar, ¿por qué no se presentan los sacerdotes con sotana como candidatos a unas elecciones? A ver si las ganan. Tú, Esperanza, con su apoyo y, a pesar de ser mujer, podrías ser su gobernanta. Lo digo porque la Iglesia sólo la pueden gobernar los hombres. Castos, eso sí.