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El cardenal de la crispación

El arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, recupera en su archidiócesis las formas del nacionalcatolicismo

El arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, se ha convertido en uno de los más feroces azotes del Gobierno. El presidente del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, lo ha señalado como uno de los responsables del envenenamiento de las relaciones entre la Iglesia católica española y el Gobierno.

Su forma de gobernar la archidiócesis de Valencia es "la de un pequeño dictador", según refiere en la revista Alandar el sacerdote Juan Ramón Álvarez. También el obispo auxiliar emérito, Rafael Sanus, laminado por García-Gasco, le atribuye "una cierta mentalidad nacionalcatolicista".

El arzobispo, con 76 años, se encuentra al final de su pontificado. Hace un año tuvo que dimitir por razón de edad, pero el Papa le ha prolongado el mandato. Su circunstancia lo requiere: es una pieza clave para el pulso contra el Gobierno socialista.

García-Gasco nació el 12 de febrero de 1931 en Corral de Almaguer (Toledo), donde vuelve cada año a celebrar una misa en sufragio de sus padres, aunque evita referencias sobre sus orígenes familiares. Personas de su pueblo atribuyen ese silencio a un problema por una herencia. Procede de una familia de agricultores conocida como Los Florillos. Con 13 años dejó el colegio de La Salle e ingresó en el seminario en Madrid, y completó los estudios con diplomaturas en sociología industrial, ciencias empresariales y técnicas de educación a distancia. Ordenado sacerdote en 1956, ejerció en las parroquias Cristo del Amor y Santiago, de Villamanta (Madrid). Entre 1958 y 1970 fue asesor religioso del Ministerio de Educación y la Diputación de Madrid: eran los tiempos de Franco.

En la etapa de la Iglesia protagonizada en Madrid por Vicente Enrique y Tarancón -el cardenal aperturista-, García-Gasco fue nombrado vicario episcopal. En aquel tiempo "cuidaba su imagen de tolerante y hasta progresista", según Álvarez. Un vicario episcopal de aquellos años, que prefiere el anonimato, recuerda que "no encontraba corbatas suficientemente grandes y rojas para sus trajes de sastre para aparentar su aperturismo". Pero, según el propio Álvarez, enseguida se le vio "oficiar como incensador del cardenal Ángel Suquía", quien en 1985 lo consagró obispo auxiliar. En 1988 fue nombrado secretario de la Conferencia Episcopal, cargo desde el que se inició como flagelo de los Gobiernos del PSOE y que le permitió ascender a la sede de Valencia.

El 3 de octubre de 1992 tomó posesión de la archidiócesis. Según Álvarez, una vez en la cumbre ejerció "de monarca absoluto". "No quiere colaboradores sino ejecutores", relata Álvarez.

Su falta de tacto le llevó a enfrentarse con todos los estamentos de la diócesis. Según el sacerdote Emili J. Marín, incluso "personas de obediencia ciega a la autoridad han acabado pleiteando con el señor arzobispo". Una encuesta de 2001 de la propia curia concluía que "el alejamiento es cada vez mayor entre gran parte del presbiterado y el Arzobispado y se va agrandando cada vez más".

El arzobispo inició un armonioso maridaje con el PP. "La cosa de Dios se realiza con la ayuda de las instituciones", dijo. García-Gasco alcanzó pronto una fluida relación con el entonces presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, a quien organizó actos en plena campaña electoral para atraer el voto católico y de quien recibió cuantiosas ayudas para la Iglesia. Sólo la elaboración de la ley de parejas de hecho, en época del Gobierno del PP, hizo chirriar esta feliz sintonía. El arzobispo la consideró una "utopía marxista" y activó en contra a las asociaciones controladas por el arzobispado. El PP se vio obligado a retrasar la ley y rebajar su contenido.

Las relaciones de García-Gasco con la Generalitat valenciana se intensificaron con la llegada de Francisco Camps a la presidencia -cargo que, a diferencia de sus antecesores, juró sobre la Biblia-. A instancias del arzobispo, Camps impulsó la creación de la Universidad Católica de Valencia, concedió una emisora de televisión autonómica a la Cope -la cadena de radio del episcopado- y multiplicó las ayudas a la Iglesia, hasta alcanzar el 85% del total de las subvenciones e inversiones de la Generalitat destinadas a patrimonio artístico. En contra del criterio de todos los rectores, autorizó una nueva facultad de Medicina para la Universidad Católica, cuyo objetivo es el de "crear médicos para la vida y no para la muerte".

El Ayuntamiento de Valencia, que está tramitando su nombramiento como hijo adoptivo, concedió al Arzobispado la antigua nave de hormigón de la industria química Cross, en la que García-Gasco está construyendo el Santuario de los Mártires Valencianos, en memoria de los 226 beatos valencianos muertos en la Guerra Civil "por el odio a la fe". Asimismo, la Generalitat se involucró en la organización y financiación de la visita del Papa a Valencia con motivo del V Encuentro Mundial de las Familias. Tanto el PP como la Iglesia valenciana tensaron las relaciones entre el Gobierno de España y la Santa Sede con motivo de este acontecimiento. Trataron de que el Papa condenara en Valencia las políticas familiares del Gobierno. Sin embargo, Benedicto XVI mostró una cautela muy diplomática.

Tanto la constitución de la Universidad Católica como la organización del V Encuentro Mundial de las Familias, calificado en sectores cristianos como "triunfalista, antievangélico y dilapidador", han sido utilizados en Roma por García-Gasco y su entorno político para cumplir su sueño de acceder al cardenalato. Camps se mostró exultante porque era un reconocimiento a su trabajo "excepcional".

Ambas iniciativas y una administración calificada por el propio clero como "pésima", han dejado a la iglesia valentina "exhausta". Con la diócesis "paralizada y convertida en un rebaño sin pastor", según el sacerdote Joan Antoni Comes, el panorama es un mosaico de tantas taifas como parroquias. El desentendimiento y falta de iniciativas, la ausencia de planificación, coordinación y hermandad, con un clero "encerrado cada uno en su parroquia", ha conseguido, no obstante, poner de acuerdo a un colectivo tan diverso en una cosa: el rechazo a un pontificado que califican de "nefasto" y por cuyo fin rezan fervorosamente.

Lapidario del prelado

– "Radio Nacional mantiene en antena programas diabólicos". 15-6-1998– "EL PAÍS pretende eliminar de la faz de España a la Iglesia católica". 18-6-1998– "La madre que dedica toda su persona al crecimiento de sus hijos es el modelo más perfecto de sociedad". 19-3-1999- "La confusión de nacionalismo y terrorismo procede de la misma ambigüedad de los partidos nacionalistas". 6-6-2002- "Una oposición a la guerra [de Irak] que ayudara a la estrategia terrorista sería un error moral y político de trágicas e incalculables consecuencias". 23-3-2003- "El laicismo es intolerante". 17-10-2004- "TVE es el portavoz en sus informativos de grupos que incitan a la violencia contra el Santo Padre". 23-2-2005- "El divorcio exprés es un contrato basura: en tres meses a la calle, sin explicaciones". 3-6-2005- "La LOE es fruto del revanchismo de nacionalistas y separatistas". 17-11-2005

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