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El canto de cisne de Küng, un libro para la polémica: «Quiero morir cuando y como yo decida»

«Yo, teólogo católico, quiero decidir cuándo y cómo he de morir». «El Papa Francisco no debería poner en riesgo algunas reformas importantes rehabilitándome o preocupándose por mi»

Habrá que estar atentos al ruido y la furia que pueda desatar en el Vaticano y en los “cordones sanitarios” del ultracatolicismo conservador la publicación de lo que podría ser el último libro del teólogo católico Hans Küng (Suiza, 1928), L´Enfant Terrible de los pontificados de Wojtyla y Ratzinger.

El libro acaba de aparecer en Alemania lleva por título: Gluecklich sterben? –a saber cómo lo traducirán en España, en donde aún no he visto noticia alguna sobre su aparición, ¿Una muerte digna o ¿Una muerte dulce? En la traducción se jugará mucho el marketing, Trotta suele editar sus libros, en Alemania ha sido Piper–. Ya en los titulares de promoción aparece el nudo y la importancia del asunto. Es la primera vez que un teólogo católico se pronuncia tan abiertamente en tema tan controvertido en ámbitos tanto creyentes, como no creyentes, como es la Eutanasia.

Hay fragmentos contundentes y, aunque con pocas páginas, el libro está llamado a ser un ariete para las reformas doctrinales que la Iglesia ha de emprender desde las claves de la misericordia y la cercanía al dolor.

Para algunos sería la prueba del algodón doctrinal en la nueva era del pontificado de Francisco, que  aún no ha removido al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Müller, quien , por otra parte, va a introducir en la Comisión Teológica Internacional un número considerable de mujeres (podrían ser cinco), algo insólito y positivo. Pero, según declaraba el octogenario teólogo suizo, confiado en las reformas del nuevo Papa,  a la revista digital Carta Capital de Brasil:

El viejo amigo y compañero de Benedicto XVI, habla en este libro desde la propia experiencia del dolor, así como de algunos otros rasgos de su entorno biográfico. Küng padece la enfermedad de párkinson, ya muy avanzada. Y, pese a que el deterioro es cada vez mayor, él sigue luchando.

En declaraciones al semanario brasileño confesaba que ya su caligrafía es casi ilegible, y tan pequeña, que casi tiende a desaparecer. Con caminatas, natación y fisioterapia intenta frenar la pérdida de fuerza en las manos y en el resto del organismo. El libro, una especie de canto de cisne, en un ambiente teológico plano y de pensamiento único, herencia de los últimos pontificados, según él, evoca la experiencia de su propio hermano, fallecido en 1955, tras padecer un tumor cerebral. La prolongación de su vida hizo que muriera ahogado por la saliva que entraba a sus pulmones. Y no olvida el estado de demencia de su amigo e investigador E. Jens  tras un proceso de dolor intenso.

Küng introduce propuestas para el debate teológico. Es consciente que la Teología no es Magisterio, pero que ha de proponer nuevos caminos. Suena a un grito desesperado, pero también a una propuesta esperanzada ante la llegada de un nuevo ciclo a la Iglesia –me vengo acordando del cardenal Martini dándole vuelas a este libro. Hay profetas que nunca verán lo que propusieron, por lo que lucharon y por lo que fueron denostados–.

Dejo algunas ideas expuestas en el libro y que, con certeza, levantarán ampollas, mientras que en la Iglesia se esperará la reacción de Roma. Una prueba de algodón para el Papa Francisco.

–Si la vida es un regalo de Dios, por qué no aceptar la posibilidad de devolvérselo con agradecimiento y generosidad

–Si se cree en la Vida Eterna, tal y como enseña la Iglesia,  no hay por qué prorrogar innecesariamente el gozo de vivir esa eternidad, si se dan en circunstancias extremas” ( Para ello pone el ejemplo del martirio de los primeros cristianos ante las torturas . Preferían morir antes que renegar a la fe.

–El principio de la Dignidad Humana incluye la dignidad en la última etapa, la muerte. Del derecho de la vida se no deriva el deber de la vida o el deber de continuar viviendo en circunstancias extremas. Ayudar a morir es como ayudar  vivir.

–No es algo que deba hacerse de forma heterónoma, sino desde la propia autonomía personal.

Küng no espera rehabilitación alguna por parte de la Conferencia Episcopal Alemana (DBK), pero sí recomienda que, al mismo tiempo que la Iglesia no debería hacer oídos sordos a este tema moral tan hondo y preocupante. Una Iglesia de misericordia no puede desatender a quienes sufren estas situaciones. Y lo hace desde la experiencia, como un canto de cisne, pero, lo más grande es que lo hace, desde la fe de la Iglesia, desde su amor a ella y en esos últimos momentos, los de las verdades supremas.

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