“Vemos una clara tendencia arraigada a instrumentalizar los actos religiosos populares por parte de algunos servidores públicos”, afirma Fernando Sabaté
El grupo de Podemos en el Cabildo de Tenerife presentó una moción que ha sido rechazada por el PSOE y CC (que forman el Gobierno insular), así como por el PP, dirigida a garantizar el principio de aconfesionalidad reconocido en la Constitución Española y a promover el respeto de neutralidad en los espacios públicos e institucionales.
El consejero de Podemos en el Cabildo de Tenerife, Fernando Sabaté, señala que la Constitución apunta con claridad que “ninguna confesión tendrá carácter estatal y nos parece necesario garantizar que los representantes de la soberanía popular en las instituciones públicas mantengan una actitud de respeto y neutralidad ante las diversas manifestaciones religiosas, o ante la ausencia de las mismas, tanto en los espacios institucionales como en los espacios públicos”.
Sabaté recuerda que “el sentimiento religioso pertenece a la esfera privada de cada persona. Quienes desempeñan la actividad política han de mostrar el debido respeto ante la pluralidad real de tales sentimientos. Es importante acatar la separación de poderes a que obliga la Constitución, estableciendo una diferenciación neta entre el poder político y el poder eclesiástico; entre Estado e Iglesia; entre ética pública y fe. De lo que se deriva que las personas que ostentan cargos institucionales, a la hora de participar en las diversas manifestaciones religiosas, nunca lo deben hacer como representantes de lo público pues, como depositarios de la soberanía popular, romperían el principio de aconfesionalidad y de respeto ante la neutralidad religiosa debida”.
Para el portavoz insular de Podemos, “resulta de vital importancia que, cuando las personas que ostentan cargos públicos participen en manifestaciones públicas religiosas, lo hagan a título personal, manteniendo una posición discreta a la hora de involucrarse en tales eventos y evitando en todo momento tener un protagonismo destacado en las mismas, para no relegar a sus auténticos protagonistas que son, al fin y al cabo, las personas del pueblo, la gente común, depositaria en muchos casos de las tradiciones culturales y religiosas”.
“Vemos cómo pervive, e incluso se incrementa, una tendencia arraigada a instrumentalizar los actos religiosos populares por parte de algunos servidores públicos; los cuales abandonan su obligado estatuto de neutralidad religiosa y pasan a ocupar el principal espacio de la escena en este tipo de eventos, y hasta usurpando en ocasiones la voluntad popular de celebrar en comunidad dichas manifestaciones culturales y religiosas. Esta lamentable forma de obrar adquiere mayor fuerza a medida que se avecinan los periodos electorales”, concluye Sabaté.